En efecto, en la misma entrada del recién acabado parking
que parece pedir a gritos buenos toldos a modo de jaimas
cómo los de Tanger Med para dar sombra a los coches, un
joven reparte propaganda en varios idiomas sobre la
protección de los animales y la prohibición expresa del
tráfico de especies protegidas y de paso regala un parasol
de los que se colocan en el salpicadero de los vehículos.
Algo normal porque en esa explanada de cemento, sin un puto
árbol y sin una mala rama que de sombrita, con algo hay que
protegerse. Pero no hace falta rizar el rizo el caso es que
la gente llega, compra el billete y embarca porque los
responsables de las instalaciones parecen impermeables a la
necesidad de instalar comercios en el hall y un buen quiosco
de prensa, defecto que comparte con su homóloga de Ceuta
donde tampoco hay periódicos ni revistas y la planta baja,
pese al arreglo floral que da la bienvenida a modo de
jardincillo, resulta bastante cutre.
Eso evidencia que absolutamente todo es mejorable, porque el
Universo mismo, como fuente de pura energía, no se queda
quieto ni un segundo y se mueve cómo rabo de lagartija, pero
en plan cuántico. ¿Y por qué no funcionan las largas cintas
transportadoras de equipaje facilitando a los pasajeros la
llegada y no tirar de las maletas y de los bultos hasta el
embarque? Nadie lo sabe, al parecer están averiadas las dos,
lo que es una lástima ya que “precisamente” ese largo,
amplio y luminoso pasillo es el que recibe a los visitantes
que llegan a Ceuta y da una muy buena imagen con las
cristaleras y la luz entrando a chorros. Rectifico, les
recibe y les despide, a veces con una larga espera y sin
asientos suficientes para que los viajeros esperen sentados.
Y tras pasar por otro defecto en el servicio de la Estación
que es el puesto de Policía donde se controlan las
documentaciones de los viajeros y que, cómo en todos los
aeropuertos y puertos tiene dos puertas, una para los
pasajeros de la Unión Europea, es decir para los de
Schenguen y otra para los extracomunitarios a quienes hay
que comprobar pasaportes, visados y demás. El “problemilla”
es que tan sólo se abre una puerta y la gente entra a
tropel, comunitarios y extracomunitarios, eso sí, al menos y
gracias sean dadas a Dios por acabar con ese tipo de imagen,
ya no está el policía en la ventanilla “cacheando” hasta los
carnets de identidad y echando malas miradas al españolito
que se ve investigado en la pantalla del ordenador “¿Pasa
algo, hay algún problema?” Es decir que ya no sospechan que
todos los viajeros pueden estar pendientes de una orden de
busca y captura, sino que el asunto, gracias al nuevo
Delegado se ha civilizado y tiene una mayor agilidad para
los españoles aunque, al ir todos en la misma cola, las
paradas para examinar los documentos de los
extracomunitarios son necesarias y no se pueden evitar. O sí
se pueden evitar yendo cada cual por la puerta que le
corresponde.
Hay otro fallo. Y este resulta algo agobiante para los
ciudadanos que viajan. Me explico: para comprar un billete
hay que identificarse y luego hay que hacerlo ante el puesto
de la Policía y por tercera vez al subir al barco tras haber
pasado los equipajes por el escáner . Control hay. Y en el
barco viaja otra pareja de policías uniformados, lo que no
pasa en los aviones ni en el tren, una buena iniciativa ya
que si aparece un pasajero problemático que se emborracha o
arma una riña tiene que haber seguridad que intervenga. Pero
la pareja policial va dando vueltas por el barco observando
fijamente a los viajeros y a veces identifican a este o al
otro, haciendo pasar un rato amargo al identificado que no
sabe lo que pasa y que se ha limitado a estar sentado sin
meterse con nadie. ¿Otro control, para qué? ¿No han pasado
ya bastantes y queda el último y definitivo en la aduana de
Algeciras al desembarcar y luego al salir del puerto con
otro control de los coches? Supongo que ese filtro policial
del interior del barco es para identificar a quienes tengan
“pintillas” que, con esas mismas “pintillas” ya han pasado
un filtro y un escáner y que van a pasar otro filtro y otro
escáner. Puro agravio comparativo el tratamiento policial
que se da en los trayectos desde Ceuta con el que se da en
el interior de los aviones, de los trenes, de los autobuses
y de los barcos que van a Mallorca. Policía tiene que haber,
o mejor que Policía unos seguratas bien musculosos por si
hay que reducir a alguien, pero da la sensación de que todo
el que sale de Ceuta es “sospechoso de algo”.
Y digo que ya en el primer control la experiencia policial
es más que bastante cómo para identificar a sospechosos de
poder llevar drogas y en el escáner se chequean los
equipajes para ver si hay drogas y se pasa por el arco para
ver si se portan armas o cuchillos y si hay que pasar por
otro discreto escáner corporal para comprobar que no se han
ingerido bolas de droga se pasa, pero no se puede tratar a
“todo el mundo” cómo si fuera un “presunto” ni identificar a
un tipo en medio del barco, ni llevárselo para un control,
porque la gente se inquieta, no sabe lo que pasa y el
controlado, que suele ser un inocente, para un malísimo rato
y a la vuelta siente que todas las miradas se clavan en él
con desconfianza “¿Será un terrorista?” “¡Algo habrá
hecho!”.
¿Ven cómo casi siempre se pueden limar aristas? Pero ¿Por
qué en el barco sí y en el AVE el avión y el autobús no?
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