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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 11 DE JULIO DE 2012

 

OPINIÓN / ANALISIS

Verano en la Isla de Perejil
 


Nuria de Madariaga
opinion@elpueblodeceuta.com

 

Han pasado ya diez años desde que el ministro Trillo pusiera los cojones sobre la mesa y rescatara el ocupado islote español. Pues menos mal que estaba Aznar porque si llega a pasar con un gobierno socialista lo mismo se habían quedado con la isla y de paso le hubieran regalado Fuengirola para “no herir sensibilidades”. Reafortunadamente que es la reiteración de “afortunadamente” el Partido Popular ha vuelto a tomar las riendas y sus votantes son menos dados a eso de “las sensibilidades” por más que los políticos populares exuden un indubitado trasfondo de cursilería. Nada que ver con los millones de votantes que conforman ese pueblo soberano que les ha regalado peculio y sillón durante los próximos 16 años (como poco), la masa popular es escasamente melindrosa, ha llegado a aborrecer la grimosa corrección política, adora el populismo y rechaza el onegetismo que es patrimonio de los pijos de derechas y de la izquierda-caviar.

De ahí que me interese desarticular la macabra leyenda urbana que apunta a que patrulleras de la Guardia Civil “no permiten” que los españoles disfrutemos de este idílico enclave porque eso es falso. La Constitución consagra precisamente dentro de sus muchos derechos y libertades y en su artículo 19 la Libertad de Movimiento que significa que todos los españoles tenemos derecho a movernos libremente dentro del territorio nacional, por lo que si se impidiera a cualquier ciudadano acceder a nuestro Perejil, bañarnos en las límpidas aguas de nuestro Perejil, acampar en nuestro Perejil y hasta hacer una barbacoa y acudir a hacer pesca submarina, quien cometiera la acción punible de impedirlo estaría delinquiendo y entonces la única opción es denunciar ante la Policía por coacciones y por conculcar Principios Constitucionales.

Pero es una mentira malintencionada, repugnante y absurda el que exista prohibición, un bulo que determinadas mentes depravadas han hecho correr para causar irritación a los ciudadanos. De hecho les garantizo que estando la mar en calma y la luna crecida como diría el poema, esta escribidora ha recibido una amable invitación para hacer una excursión y merendar en nuestro entrañable y querido islote, me llevan en un barquito y me encantará besar ese cacho de tierra española que tan airosamente rescatamos. ¿Qué “se pueden herir sensibilidades”? Por favor, no me sean tarados mentales ni jilipollas consustanciales, la gente está por la labor de sentirse herida si entran a su casa a robar o si le roban el sudor de su frente para gastarlo en pamplinas, pero porque unos españoles merienden en España no hay quien se pueda sentir herido, a no ser que padezca hemofilia y sus heridas no dejen nunca de sangrar, en ese caso lo mejor es un trasplante de plaquetas y no cancelar una actividad festiva.

¡Perejil español y España de los españoles! Y los hemofílicos a encargar plaquetas y damos el consejo por cortesía porque realmente ese no es nuestro problema.
 

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