Han pasado ya diez años desde que
el ministro Trillo pusiera los cojones sobre la mesa y
rescatara el ocupado islote español. Pues menos mal que
estaba Aznar porque si llega a pasar con un gobierno
socialista lo mismo se habían quedado con la isla y de paso
le hubieran regalado Fuengirola para “no herir
sensibilidades”. Reafortunadamente que es la reiteración de
“afortunadamente” el Partido Popular ha vuelto a tomar las
riendas y sus votantes son menos dados a eso de “las
sensibilidades” por más que los políticos populares exuden
un indubitado trasfondo de cursilería. Nada que ver con los
millones de votantes que conforman ese pueblo soberano que
les ha regalado peculio y sillón durante los próximos 16
años (como poco), la masa popular es escasamente melindrosa,
ha llegado a aborrecer la grimosa corrección política, adora
el populismo y rechaza el onegetismo que es patrimonio de
los pijos de derechas y de la izquierda-caviar.
De ahí que me interese desarticular la macabra leyenda
urbana que apunta a que patrulleras de la Guardia Civil “no
permiten” que los españoles disfrutemos de este idílico
enclave porque eso es falso. La Constitución consagra
precisamente dentro de sus muchos derechos y libertades y en
su artículo 19 la Libertad de Movimiento que significa que
todos los españoles tenemos derecho a movernos libremente
dentro del territorio nacional, por lo que si se impidiera a
cualquier ciudadano acceder a nuestro Perejil, bañarnos en
las límpidas aguas de nuestro Perejil, acampar en nuestro
Perejil y hasta hacer una barbacoa y acudir a hacer pesca
submarina, quien cometiera la acción punible de impedirlo
estaría delinquiendo y entonces la única opción es denunciar
ante la Policía por coacciones y por conculcar Principios
Constitucionales.
Pero es una mentira malintencionada, repugnante y absurda el
que exista prohibición, un bulo que determinadas mentes
depravadas han hecho correr para causar irritación a los
ciudadanos. De hecho les garantizo que estando la mar en
calma y la luna crecida como diría el poema, esta
escribidora ha recibido una amable invitación para hacer una
excursión y merendar en nuestro entrañable y querido islote,
me llevan en un barquito y me encantará besar ese cacho de
tierra española que tan airosamente rescatamos. ¿Qué “se
pueden herir sensibilidades”? Por favor, no me sean tarados
mentales ni jilipollas consustanciales, la gente está por la
labor de sentirse herida si entran a su casa a robar o si le
roban el sudor de su frente para gastarlo en pamplinas, pero
porque unos españoles merienden en España no hay quien se
pueda sentir herido, a no ser que padezca hemofilia y sus
heridas no dejen nunca de sangrar, en ese caso lo mejor es
un trasplante de plaquetas y no cancelar una actividad
festiva.
¡Perejil español y España de los españoles! Y los
hemofílicos a encargar plaquetas y damos el consejo por
cortesía porque realmente ese no es nuestro problema.
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