La asociación Septem Nostra-Ecologistas en Acción quiere
expresar su malestar y preocupación por la eliminación del
retén contra incendios en la Ciudad Autónoma de Ceuta.
Desgraciadamente, ya hemos sufrido un primer incendio hace
unos días en el monte de García Aldave, aunque por fortuna
pudo ser controlado en breve tiempo. Sin embargo, de este
episodio hemos sacado varias conclusiones importantes: la
primera de ella es la toma de conciencia sobre el actual
abandono de las zonas forestales de nuestra ciudad, con la
presencia de importante puntos de vertidos incontrolados de
residuos que constituye un peligroso foco para el
desencadenamiento de incendios. Ello demuestra que las
labores de vigilancia y mantenimiento de los montes ceutíes
son insuficientes. Sabemos que es difícil atajar un problema
que tiene mucho que ver con el surgimiento de campamentos de
inmigrantes o simple y llanamente con la escasa educación y
conciencia ambiental de un amplio sector de la población de
Ceuta. No obstante, aún reconociendo la dificultad de luchar
contra la actitud incívica de algunos de nuestros
conciudadanos, las administraciones públicas cuentan con
recursos económicos, humanos y jurídicos para hacer frente
al reto de salvar nuestros montes de la barbarie humana. La
mayor o menor dedicación de medios para la conservación de
la masa forestal de Ceuta depende, en última instancia, de
la voluntad política. Todo depende de la posición que ocupe
los asuntos medioambientales entre las prioridades políticas
de las autoridades locales. Y por desgracia, la conservación
de nuestros escasos y valiosos recursos naturales nunca han
ocupado, -en Ceuta y en el resto de España-, el lugar que
merece. Por el contrario, las políticas ambientales han
quedado relegadas a una posición residual, propia de una
mentalidad extendida entre la clase política que cuando
piensan en medioambiente tan sólo viene a su imaginación las
playas, con sus chiringuitos, y las plantas ornamentales de
los jardines y setos repartidos por cada esquina de la
ciudad.
Otra de las conclusiones extraídas del reciente incendio en
García Aldave es que nuestros montes están más secos que en
años anteriores. Este año, en Ceuta y el resto de España,
hemos experimentado una importante disminución en el régimen
de precipitaciones. Según la Agencia Estatal de Meteorología
(AEMET), el déficit pluviométrico en Ceuta superaría el 25
%, con meses tradicionalmente lluviosos como febrero en los
que no cayó ni una sola gota. La misma AEMET ha alertado que
el suelo se encuentra bastante seco en amplias comarcas de
España, haciendo alusión expresa a Ceuta y Melilla.
Nos enfrentamos, pues, a una combinación de factores que
hacen de este verano uno de los más preocupantes respecto a
la aparición de incendios forestales. El peligro del
surgimiento de incendios en los montes ceutíes es muy
elevado, teniendo en cuenta la frecuente localización de
residuos en los espacios forestales, la poca atención que se
le presta a su mantenimiento y limpieza, y todo ello
agravado por unos elevados niveles de sequedad en el suelo y
previsión de altas temperaturas para todo el periodo
estival. Atendiendo a los datos expuestos consideramos una
gran irresponsabilidad y temeridad la decisión de no
establecer el tradicional dispositivo de vigilancia de los
montes ceutíes para prevenir la aparición de incendios
forestales. Somos conscientes de las penurias económicas por
la que pasan las administraciones públicas, pero deberían
hacer la siguiente reflexión: si el capital financiero es
reducido, el capital natural no sólo es escaso sino
irremplazable y los daños perdurables. De la crisis
económica puede que salgamos en el corto o medio plazo, pero
de una crisis ambiental provocada por el incendio de
nuestros montes puede que no salgamos nunca.
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