LUNES 2.
Cuando descienden los grados del termómetro de los
comentarios de la Eurocopa, uno no se resiste a contar lo
que le ha parecido la retransmisión de los partidos
ofrecidos por Telecinco. El parecer es un desastre. Porque
Manu Carreño, Paco González, Juanma Castaño y Sara
Carbonero han sido el hazmerreír de quienes nos hemos
sentados ante el televisor ávidos de que nos cuenten lo que
no podemos percibir por estar fuera del campo. Los tales se
nos han mostrado como unos fanáticos de tomo y lomo.
Cambiando de opiniones a cada paso y diciendo una sarta de
tonterías dignas de ser enmarcadas para situarlas en todas
las redacciones con el fin de que nadie vuelva a caer en
semejante error y horror. Con ellos estaba Fernando
Morientes, figura indiscutible que ha sido de nuestro
fútbol, como glosador. Y me cuesta lo indecible tener que
calificarle de memo. Porque hay que serlo para en vez de
contarnos lo que estaba ocurriendo durante los partidos, nos
dijera todo el tiempo que la selección española estaba
madurando la jugada. Los comentaristas siguen sin comprender
que la televisión no tiene nada que ver con la radio. Y los
glosadores tampoco se han percatado de que su labor consiste
en enseñarnos lo que ellos saben de fútbol. Y, por lo que
hemos deducido en esta Eurocopa, los comentaristas gritan
cuán malditos y el glosador Morientes, en este caso, nos
pareció que tuvo una actuación desafortunada.
Martes. 3
Minutos de conversación con Francisco Márquez,
diputado por Ceuta. Hacía ya la tira de tiempo que no
charlaba con él. Y hoy se me ha presentado la oportunidad de
hacerlo. Debo confesar que ha sido debido a un encuentro
casual. FM, como es habitual en él, ha mostrado su buen
talante y ha sabido responderme a las preguntas que le hice.
Eso sí, exhibiendo maneras. Las que conocemos quienes hemos
tenido la suerte de tratarle. En mi caso, la verdad sea
dicha, pocas veces. Aunque no he necesitado más para
sentirme satisfecho de su comportamiento. La charla nos ha
servido para afrontar los malos momentos que estamos
viviendo, relacionados con la crisis económica. Y el
diputado popular no ha tenido el menor inconveniente en
anticiparme que saldremos de ella antes de lo previsto.
Ojalá que sus augurios se conviertan en realidad. Cuando le
he inquirido acerca del fútbol local, es decir, del problema
de la AD Ceuta, el diputado ha renunciado a opinar del
asunto. Y, claro está, aceptamos su renuncia. Faltaría más.
Miércoles. 4
En el verano de 1973, en las instalaciones del INEF, se
celebró el Curso Nacional de Entrenadores de Fútbol, en
régimen de concentración -dirigido por José Villalonga,
quien, tras sufrir un infarto en las dependencias del
centro, fallecería días después-, y en él tuve la suerte de
conocer a Luis Aragonés. Luis llegó al curso muy
preparado. Motivos tenía para ello: había contado con
apuntes por los cuales se iban a regir los exámenes. Algo de
lo que carecíamos los aspirantes que llegábamos de
provincias. Luis, a simple vista, aparentaba sequedad y
parecía poco dispuesto a entablar relaciones con sus
compañeros de curso. Lo cual no dejaba de ser un error que
se diluía en cuanto uno tenía la oportunidad de tratarlo.
Durante unos ejercicios de lanzamientos de faltas, en los
que yo era el encargado de mandar la prueba, recurrí a sus
servicios como jugador para golpear el balón por el lado de
la barrera que creí conveniente. Y Luis fue tan certero en
su cometido como para ayudarme a obtener una buena nota por
parte de Hector Núñez, que hacía de profesor. Luego,
por casualidades de la vida, tuve la suerte de tratarle más.
Y saqué la siguiente conclusión: ganarse la amistad de
Aragonés era tan difícil como rentable era conseguirla.
Nuestras relaciones salieron fortalecidas tras enfrentarse
uno de los equipos entrenados por mí al Atlético de Madrid
en la Copa del Rey. También por unas visitas suyas a mi
pueblo de nacimiento. Y, más tarde, nos vimos en Ceuta,
durante un torneo triangular en el cual participaron los del
Manzanares. Así que tuve la suerte de compartir varias horas
de charla con Luis y con el siempre recordado don Vicente
Calderón. Hoy, cuando hace ya un mundo que no hablo con
Luis, me causa tanta irritación como pena me produce, leer y
oír los comentarios de muchos periodistas contra el
seleccionador que hizo posible que España sea la que es. Y
todo porque Luis ha opinado sobre la selección. Vaya tela…
Jueves. 5
Me encuentro en la redacción de este periódico a Juan
Redondo y a Jesús Gordillo. Ambos son dirigentes
de los Verde-Grupo Verde de Ceuta. Y no tengo el menor
inconveniente en invitarles a que me acompañen a
refrescarnos en el Bar el Mentidero. A Jesús Gordillo lo
conozco yo desde el primer día que arribé a Ceuta. En
cambio, con Juan es la primera vez que hablo. Y a fe que nos
ha cundido la charla. Desconocía yo que Juan fuera entendido
en vinos. Vamos, ni idea tenía yo que chamullara tanto y tan
bien de ese liquido preciado que es placer de dioses. Eso
sí, se me ha olvidado recomendarle a Redondo el libro de
‘Tierra de vinos’. Donde viene el siguiente párrafo que es
calcado a lo que él me ha dicho a mí en un momento de
nuestra charla. “Un sacacorchos, un vaso y un rincón soleado
para un rato campestre son suficientes para obtener un
inmenso placer de una botella de vino. Por lo tanto, qué
lastima si la botella esta tibia o demasiado fría; si el
sacacorchos rompe el corcho; si el vino no se lleva bien con
los alimentos que hemos puesto en la cesta…”. Resumiendo:
que me lo he pasado la mar de bien pegando la hebra con
Gordillo y Redondo. Espero repetir.
Viernes. 6
Veo venir de lejos a Pedro Gordillo por la Avenida
Antonio López Sánchez-Prado. Hay un momento en el cual lo
tengo a la distancia oportuna para llamar su atención. Pero
me resisto a levantar la voz en plena calle. Con Pedro no
hablo yo desde hace ya mucho tiempo. La última vez fue
cuando lo entrevisté por teléfono. Por cierto, debo decir
que yo esperaba su llamada cuando la entrevista vio la luz.
Pero me quedé con las ganas. Aunque entiendo que Gordillo
debe estar muy preocupado con sus cosas como para acordarse
de que es conveniente ponerse en contacto con quien hizo
todo lo posible por darle su sitio en todo momento. Bueno,
pelillos a la mar. Ya que uno, a medida que cumple años, es
más consciente de que casi todo el mundo actúa en la vida
acorde con sus conveniencias. Como debe ser… Así que a otra
cosa, mariposa.
Sábado. 7
Se ha cumplido una semana desde que fuimos informados que se
había producido el descenso administrativo de la Asociación
Deportiva Ceuta. El primer equipo de la ciudad. Por no poder
pagar sus deudas como consecuencia de los compromisos
económicos incumplidos por el Gobierno presidido por Juan
Vivas. La noticia no causó la menor sorpresa porque los
aficionados ya sabían que Vivas había condenado al equipo
desde hacía mucho tiempo. Con el fin de dedicarle todo su
apoyo económico a la Federación de Fútbol de Ceuta. De la
que es algo más que presidente. Y, por tanto, se puede
permitir el lujo de codearse con los personajes de un
organismo que están viviendo sus mejores años. Ahí es nada
darse una vuelta por Madrid con Antonio García Gaona
y compartir mesa y mantel con un Villar que manda más
que cualquier ministro de la cosa. Lo que no sé aún es si
Vivas forma ya parte de la Obra. Es decir, del Opus Dei. Ni
en calidad de qué. Pero todo se andará. Y es que los hay que
se apuntan a lo que sea con tal de vivir el poder a lo
grande.
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