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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 4 DE JULIO DE 2012

 

OPINIÓN / EL OASIS

Juan Vivas
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Nunca pudo pensar que llegaría a ser votado mayoritariamente por los ceutíes de toda raza y condición. Votado una y otra vez hasta ser tenido por un político de una categoría difícil de igualar. Pronto adquirió fama de político importante. Tan destacado como para ser tenido como el mirlo blanco que tanto se añora en la democracia.

Su presencia en la calle iba acompañada de una enorme expectación. Todos se arremolinaban alrededor de él con deseos evidentes de estrecharle la mano. De tocarlo. De poder llegar a su casa diciendo que había tenido la oportunidad de cruzar palabras con el alcalde. Un alcalde con cara de bueno y dispuesto a comportarse como si fuera la persona más sensible del mundo.

Su fama, ganada a pulso, fue aumentando y llegó un momento en el cual se convirtió en la persona más aclamada y querida por los ceutíes. Mencionar su nombre, el nombre de Juan Vivas, era como referirse a alguien que estaba por encima del bien y del mal. Pobre, pues, de aquel que osara llevarle la contraria a esa aplastante mayoría que lo adoraba.

Su palabra, la palabra del alcalde, era palabra de rey. Recibía halagos continuados y vivía mecido por los parabienes de quienes creían ser gobernados por la mejor autoridad del mundo. La vanagloria de sus subordinados fue creciendo como la espuma. Y llegó a vivir en la cresta de la ola.

Casi todos, incluso sabiendo que Juan Vivas tenía defectos de humano, nos pusimos a su disposición. Le incitamos a seguir haciendo y deshaciendo a su antojo. Así que cometimos un error imperdonable. Ya que le concedimos un poder enorme. Y el poder es como un explosivo: o se maneja con cuidado, o estalla. Lo dijo Tierno Galván; esa víbora con cataratas, según dijo de él Raúl del Pozo.

Juan Vivas está viviendo momentos muy difíciles. Porque está sometido a pruebas muy duras. Y lo que te rondaré, morena. Hasta el punto de que los que antes le susurraban lealtades están ya decididamente contra él. Lo sé de buena tinta. Pero uno no es del primero que llega. Y es dado a mostrarse leal incluso cuando nuestros defendidos nos niegan.

Lo concerniente a la Asociación Deportiva Ceuta, a pesar del enorme error cometido, con sus declaraciones, por Premi Mirchandani, consejero de Juventud, Deporte, Turismo y Festejos, es algo que podría admitirse como prueba palpable de que quien manda está sometido al marcaje implacable de sus enemigos.

No obstante, quien escribe, sabiendo lo que sabe, que es menos de lo que cree y más de lo pensado por muchos otros, no va a perder el norte. De ningún modo. Tal es así que no tendré el menor inconveniente en celebrar las buenas actuaciones del Gobierno como asimismo criticar en su justa medida las menos buenas. Tal y como ha sido mi costumbre durante muchos años.

Ojalá que el Gobierno presidido por Vivas, desde ahora, fuera como una digestión bien regularizada: que mientras que funciona no la percibimos. Pero dado que ello resulta tarea imposible, al menos le pedimos al alcalde que recupere cuanto antes el aliento y la manija. Con el fin de que uno sepa realmente con quién se gasta los cuartos.

No vaya a ser que haya personajes emboscados en sitios estratégicos, dispuestos a todo con tal de sacar adelante sus proyectos ambiciosos. O sea.
 

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