La enfermera que cometió un error médico que provocó el
fallecimiento el 13 de julio de 2009 de Rayan, el bebé
prematuro cuya madre, Dalilah Mimuni, de Castillejos y con
familia en Ceuta, fue la primera víctima mortal en España de
la gripe A, ha sido condenada a seis meses de prisión, según
la sentencia a la que ha tenido acceso la Agencia Efe.
Tras el juicio, que se celebró el pasado 29 de febrero en el
Juzgado de lo Penal número 30 de Madrid, la sentencia
considera a la enfermera autora de un delito de homicidio
por imprudencia grave y le ha impuesto además una pena de
inhabilitación especial para el ejercicio de su profesión
durante un año y seis meses.
El pequeño Rayan falleció en la unidad de Neonatología del
Hospital Gregorio Marañón de Madrid horas después de que la
enfermera suministrara “nutrición enteral” por vía
periférica cuando la alimentación que debía haberle dado era
leche por sonda nasogástrica. El tribunal consideró
“evidente” que la acusada “omitió toda diligencia y las más
elementales normas de cautela y precaución para evitar un
mortal resultado”.
La pena ha sido inferior a la solicitada por Fiscalía, que
en el juicio la elevó a dos años de prisión y a cinco años
de inhabilitación para ejercer la profesión de enfermera,
mientras que la defensa pidió la libre absolución. Por otra
parte, la sentencia considera probado que sobre la 15.15
horas del 12 de julio de 2009 la enfermera, siguiendo
instrucciones de la supervisora de Enfermería, se presentó
en la UCI del servicio de Neonatología para familiarizarse
con ella y realizar “una labor de aprendizaje, sin
atribución de funciones concretas”. Hasta las 21.00 horas,
la jornada transcurría sin incidencias pero en ese momento
se interrumpió la actividad ordinaria porque al menos una
enfermera y una auxiliar tuvieron que atender a otro bebé de
la misma sala.
La procesada, “viendo que sus compañeras estaban ocupadas,
decidió prestarles ayuda (...) cogió una jeringuilla con un
fluido blanquecino destinada a Rayan y la conectó a través
de la bomba de infusión a una vía periférica, dando por
sentado que la solución contenía lípidos”.
La enfermera llevó a cabo su acción “sin hacer otras
comprobaciones o preguntar al resto del personal presente en
la sala, pese a que el tubo no contenía ninguna pegatina”.
El padre del bebé y viudo de Dalilah renunció en su día a
cualquier indemnización “por haber sido resarcido a su
satisfacción”.
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