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OPINIÓN - MARTES, 3 DE JULIO DE 2012

 

OPINIÓN / EL OASIS

El falso delantero centro
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

La selección española ha conseguido ganar dos Eurocopas y un Mundial en cuatros años. La última ha sacudido los cimientos del fútbol mundial y ha inmortalizado a unos jugadores que alguien los ha calificado, con gran acierto, como los ‘enanitos del bosque’.

Semejante hazaña, nunca antes vista, ha llegado en momentos en los que España no cesa de dar camballadas ruinosas en todos los sentidos, excepto en los deportes; y sobre todo en el conocido por antonomasia como el rey de todos ellos.

Para Ernesto Sábato –autor de El túnel-, en el fútbol como en la vida, la disyuntiva era la practicidad contra el arte. La selección española no ha tenido necesidad de elegir entre las dos posibilidades, sino que ha conseguido que las dos no sean excluyentes. Iniesta, por poner un ejemplo, es arquetipo del hecho.

Cierto es que en esta Eurocopa España, hasta el partido final, ha tratado por todos los medios de aburrir a los adversarios manejando el balón demasiado en campo propio. Con los efectos negativos que esa disposición técnica-táctica acarrea; la primera es que se pierde mucho tiempo en someter a los contrarios, casi todos inferiores, al desgaste de verse atacados por unos jugadores bajitos que son diabólicos. Máxime si nos atenemos al tiempo real que duran los partidos. Segunda, la emoción del fútbol consiste en que los porteros sean puestos a prueba y que se sucedan las exclamaciones peligrosas por parte de los aficionados.

Aparte de esto, lo que más se le ha criticado a Vicente del Bosque ha sido que prescindiera de un delantero centro clásico. Que se haya mantenido en sus trece de alinear a Cesc como falso delantero, contra la opinión casi generalizada. Y ahí ha radicado su acierto. Por dos razones. Porque ha sido un éxito y porque le ha permitido, sin aspavientos, demostrar que quien toma las decisiones decisivas es él y que, a pesar de su carácter afable, cuesta trabajo torcerle su voluntad. Algo que sí admiran los jugadores.

Acerca del falso delantero centro, o delantero flotante, ya dije en una columna que Di Stéfano, cambiando lo que haya que cambiar, lo introdujo en nuestro fútbol. Y, cuando la Saeta hubo de abandonar el Madrid, Miguel Muñoz tuvo que convertir a Grosso en sucedáneo de don Alfredo para que el sistema táctico no se resintiera más de la cuenta. Del Bosque sabe, pues, perfectamente las ventajas e inconvenientes que ese menester táctico ofrece. Y lo ha empleado sin que le temblara el pulso.

Al margen de cuestiones tácticas o técnicas, lo que cuenta es el enorme éxito; uno más, que ha conseguido la selección española. Y, hablando de éxito, se me viene a la memoria lo que dijo Albert Camus: “El éxito es fácil de obtener. Lo difícil es merecerlo”. Y lo merecen. Los jugadores son merecedores de los logros obtenidos y de la fama alcanzada. Y así lo proclamaron los italianos.

Hoy lunes, cuando escribo, tras la dulce resaca de ayer, aún resuenan en mis oídos los gritos de ¡España!, ¡España!, ¡España! Gritos de un pueblo que está siendo sometido a un acoso y derribo por parte de unos políticos que han ido sembrando la semilla del mal durante años. Quizá porque carecen de la moral y obligaciones que se adquieren practicando el más universal de los deportes.

Sí, en estos momentos de alegría, de enorme alegría futbolística, es penoso que se haya producido el descenso administrativo de la AD Ceuta. Juan Vivas ha cometido un gran error.
 

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