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OPINIÓN - DOMINGO, 1 DE JULIO DE 2012

 

OPINIÓN / EL OASIS

España necesita a su santo
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

El país en la ruina. Las empresas privadas siguen echando gente. El empleo nuevo es escaso y mal remunerado. Las rebajas de salarios se han convertido en una constante. Los funcionarios, antes intocables, andan con la mosca detrás de la oreja. ¿Qué son tiempos de apretarse el cinturón? ¿Quién lo duda?

De pronto, oigo una voz principesca por el televisor, que nos dice con alegría contenida, tras las medidas de urgencias adoptadas en Bruselas, que los españoles siempre hemos sabido salir de situaciones peores, unidos como una piña en torno a quien nos guía… Sólo le ha faltado decir que debemos sobrellevar las privaciones con resignación cristiana, que después de esta noche vendrá el día y, como dice san Juan de la Cruz, “amanecerá Dios y medraremos”.

Mientras llega ese día soñado, donde el número de parados remita, y el número de pobres vaya a menos, el fútbol y la murmuración cumplen con su meritoria labor social de entretener e ilusionar a los españoles.

Hay hambre, Cáritas no da abasto, la clase media se está perdiendo a pasos agigantados, nuestro Estado de Bienestar Social adelgaza sin solución de continuidad, aumenta el egoísmo y la convivencia se va deteriorando, pero los españoles tenemos lo principal: una selección española que no nos la merecemos. Y, por encima de todo, contamos con algo excepcional: algo de lo que carecen las demás selecciones: tenemos a Iker Casillas, el enviado por la Providencia, que nos asegura la victoria frente a Italia.

De modo y manera que tanto El Príncipe -don Felipe- como Mariano Rajoy estarán ya en Donetsk (Ucrania) para disfrutar de esa victoria que les hará sentirse los personajes más importantes de una Europa donde Alemania sigue siendo martillo y España yunque. Y así será hasta que la señora Merkel se desengañe que su plan de austeridad no es posible llevarlo con esa contundencia calvinista. Una actitud que, a pesar del trágala de la última reunión, parece estar muy lejos de adoptar.

España, que sigue siendo la más religiosa de las naciones a su manera, como asimismo estirpe de santos y de héroes, ha encontrado en el portero del Madrid su divino deportista. La perfección convertida en guardameta. La sublimidad con guantes. El ángel alado capaz de volar de palo a palo para que los españoles más pobres sigan aguantando las mayores carencias con el estoicismo que se les reclama por parte de unas autoridades que ganan sueldos fabulosos y son incapaces de sacarnos del atolladero en el cual nos metieron al dejar que los grandes capitales hicieran de su capa un sayo mientras ellos mangaban y trincaban a troche y moche.

De modo que uno, que no es muy dado a cantar las excelencias de nadie, si en el envite no se resaltan también sus fallos –pues nadie es perfecto-, desea más que nunca que el santo, es decir, Casillas, intervenga de manera decisiva en los momentos en que los italianos pudieran aguarnos la fiesta. Ya que ganar la final de la Eurocopa, además de la proeza, supone mucho para España. Supone, sin duda alguna, que las penalidades que están sufriendo innumerables españoles sean más llevaderas. Ya que el fútbol obra milagros. Esperamos, pues, que gane nuestra selección. Y, para que la explosión de júbilo dure una eternidad, ojalá sea en la tanda de penaltis. Y que el santo los pare todos. Amén.
 

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