Nuestras señorías parecen empeñados en no aburrirnos pese a
que las sesiones plenarias sean maratonianas. La del martes
no es que lo fuera en sí mismo, pero con el añadido de las
Juntas Generales de las Sociedades Municipales, se prolongó
hasta bien entrada la tarde. Aún así, nos dejó algunas
“perlas” que bien merecen el comentario desenfadado porque
no todo va a ser crispación o debate político puro y duro.
A las seis de la tarde, el debate sobre los sueldos, esa
propuesta de José Antonio Carracao que, al paso que lleva en
la autopista de Estrecho, con su trabajo en Algeciras y su
pernocta en Ceuta, vamos a tener que declararlo “pasajero
del año”, pues destapó la Caja de Pandora: pedía, nada más y
nada menos, que privar a sus señorías de la indemnización
por asistencia a Pleno, esa que no figura para algunos en la
declaración de bienes expuesta en la página web de la Ciudad
Autónoma. Unos mil y pico euros de nada, si no se es
portavoz y que supondría, según las cuentas del joven
socialista, un ahorro de 500.000 euros anuales a las arcas
públicas. Y Guillermo Martínez dijo que no, que los
“recortes” sean para otros, haciendo válido aquél dicho:
“Haced lo que yo diga pero no lo que yo haga”. No es un
mensaje bíblico pero casi. O como diría Blas de Otero: “Que
inventen (o piensen) otros”, que es tanto como decir “que se
descuenten otros” (los sueldos). Lo dicho: el PP no tiene
ninguna voluntad política de mengüar sus sueldos. Este
capítulo según parece no entra en el Plan de Ajuste. Mala
suerte.
Aróstegui acusó al Gobierno con sus calificativos habituales
de “malversación moral de caudales públicos”, aludiendo al
uso restrictivo de la televisión pública que él denomina
como Radiotelevisión Vivas por no existir paridad entre la
apariciones televisivas del presidente de la Ciudad y las
suyas. Acuñó un bautizado por él “plus de peloteo” atribuido
a trabajos de carácter especial por sacar al mencionado
Vivas y llamó al partido del Gobierno “Partido Popular y de
las casualidades” por las razones ventajosas que se dan en
circunstancias que les son siempre favorables.
Yolanda Bel que tampoco va mal de locuacidad, le replicó
llamándole listo, “el más listo, el primero de la clase de
allí” (de la oposición, indicó extendiendo el brazo) y le
recordó algo muy singular: “Le cogimos en paños menores” en
clara referencia a cuando con los micrófonos abiertos, se
captaron unos comentarios de Aróstegui a Mohamed Alí sobre
sus verdaderas intenciones con la televisión pública: echar
a los trabajadores, tras crear un Estatuto de la RTVCE.
Rabea Mohamed también tuvo su minuto de gloria en forma de
frases que rememorar, como al replicar a Fatima Hamed sobre
el Pacto Local contra la Pobreza aludidiendo a los capítulos
presupuestarios y recurrió a un pasaje bíblico del
Cristianismo: la multiplicación de los panes y los peces,
algo que ella no podía conseguir. Obvio, ya que si no, sería
santa. Y no es el caso: con los ajustes caben pocos
milagros. Si acaso, buenas intenciones y poco más.
De maquiavélico planteamiento llamó Guillermo Martínez la
alusión de Aróstegui al Gobierno de promover la
conmemoración en 2015 de una efeméride portuguesa a gravés
de la Fundación “Ceuta Crisol de Culturas”, ya que en esa
anualidad hay coincidencia electoral.
Susana Román también aludió a José Antonio Carracao como
“instalado en la más pura demagogia” y éste de
“maledicencia” a Guillermo Martínez en su intervención por
su réplica a Juan Luis Aróstegui en la relación
portuguesa-electoral.
Mohamed Alí, en la intervención polémica sobre los sueldos,
hizo de Pepito Grillo, una llamada a las conciencias de sus
señorías: “En la calle, los ciudadanos dicen que cobramos
mucho y trabajamos poco”.
Aróstegui, que es maestro en decir lindezas de todo signo,
aún se prodigó en algunas más en alusión a los escaños del
PP: “Son más lentos que Zapatero para enterarse de la
crisis” y concluyó su retahíla de calificativos con éste:
“Dicen las cosas para que la gente no se entere” y a modo de
autobombo.
Al márgen de la esgrima dialéctica, nuestros políticos,
siempre se encargan de hacernos el debate más llevadero y
nos regalan intervenciones cargadas de chascarrillos unas
veces, de frases rimbombantes otras y, en algunos casos, de
ocurrencias no exentas de ironía, sarcasmo y, hasta humor.
Ya saben: al mal tiempo, buena cara. No todo va a ser crisis
económica.
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