PortadaCorreoForoChatMultimediaServiciosBuscarCeuta



PORTADA DE HOY

Actualidad
Política
Sucesos
Economia
Sociedad
Cultura
Melilla

Opinión
Archivo
Especiales

 

 

sociedad - MIÉRCOLES, 27 DE JUNIO DE 2012


control en la frontera. f. raso.

REPORTAJE / TRABAJO POLICIAL
 

Turno africano: la Policía Nacional
en la frontera sur de Europa

EL PUEBLO ha acompañado una tarde y una mañana de servicio a los agentes que se encargan del control de documentación en un paso entre dos mundos, transitado por seis millones de personas cada año
 

CEUTA
T. Crespo

ceuta
@elpueblodeceuta.com

Cinco denegaciones de entrada en España, tres detenciones y decenas de comprobaciones de documentación e identidad. En apenas dos horas de ‘turno africano’ con el Cuerpo Nacional de Policía (CNP), EL PUEBLO ha comprobado cuánto de singular tiene el trabajo policial en la frontera exterior sur de Europa, uno de los más diferentes a los que un agente pueda enfrentarse. Este diario ha acompañado a un turno de la Brigada de Extranjería de la Jefatura Superior ceutí tarde y mañana en un paso fronterizo, el del Tarajal, entre dos mundos, entre Europa y África, España y Marruecos, un lugar por el que transitan seis millones de personas cada año. En un sitio así puede pasar casi de todo. Y a veces, pasa. Sólo el turno de noche suele ser algo más “aburrido”, comenta el jefe de servicio. Incluso para un ceutí acostumbrado a cruzar, resulta llamativo el funcionamiento interno de esta maquinaria fronteriza, invisible la mayor parte del tiempo, en la que sólo se repara como transeúnte cuando algo falla.

Camino de la frontera, por la N-352 hay tráfico intenso, pero fluido. Todo parece indicar que será una tarde tranquila, aunque en este servicio nunca se sabe. El turno comienza a las 14.00 horas. En el de la mañana hay un grupo “complementario”, que se encarga de reforzar el control de pasaportes en el último filtro. En el primero hay cuatro tornos o molinetes a los que se accede por otros tantos pasillos entre verjas: para porteadoras, porteadores, “retorno” y espacio Schengen. El de retorno es para que las “devoluciones” de quienes tengan prohibido acceder a territorio español puedan regresar sin “atascos”.

Hay que cuidar cada detalle para que el flujo de miles de personas y cientos de vehículos que confluyen en algunos momentos en la frontera sea fluido sin dejar de ser seguro. “A los extranjeros se les realiza un control exhaustivo, a los nacionales, mínimo, como marca el Tratado de Schengen”, explicaría después uno de los dos jefes del CNP en la frontera.

De ocho a diez u once de la mañana se da el tránsito más intenso. El primer filtro, con dos policías en cada molinete, se abre a las siete, y a partir de entonces comienzan a entrar porteadores, la mayoría mujeres, y también empleadas en el servicio doméstico o vendedoras ambulantes que se mezclan con otros marroquíes vecinos de visita a familiares y amigos ceutíes o que van de compras. Este paso fronterizo soporta un flujo anual de seis millones de personas; sólo en peatones, sin contar los vehículos, serán entre 3.000 y 4.000 transeúntes diarios, apunta el responsable del servicio, que también se refuerza con agentes de la Brigada de Respuesta a la Inmigración Clandestina (BRIC), de la Comisaría General de Extranjería y Fronteras. Estos realizan un control exhaustivo de vehículos y otro aleatorio de pasaportes de viandantes, que pueden analizar con medios informáticos en el ‘Docucenter’. Este control se suma a los anteriores y a veces se complementa con el cotejo mediante un detector de falsificaciones.

Desde hace cinco años, tras la apertura del paso del Biutz, que da acceso directo a los polígonos comerciales del Tarajal, la frontera tiene un tránsito más fluido. Las porteadoras, cargadas con sus enormes bultos adosados al cuerpo, colapsaban el tránsito. Ahora no está permitido el paso por la frontera de estos trabajadores. El Biutz está abierto de lunes a jueves hasta las 13.00 horas. “El horario se adapta a las necesidades de los marroquíes”, apuntan los policías españoles, que conocen por sus colegas del otro lado las incidencias y costumbres de su país, por ejemplo, si es fiesta, algo que influye directamente en el tráfico que tenga la frontera. El viernes es el día festivo para los musulmanes, el del rezo principal de la semana, por eso no hay Biutz.

Por las “jaulas” que regulan el tránsito a pie no pueden pasar por las tardes personas con grandes bultos, sólo con bolsas. Este es el caso de algunas mujeres que trabajan como asistentas, y que, de regreso a casa, aprovechan el viaje para llevar alguna mercadería. Mientras observamos el paso de transeúntes, el policía apunta: -“¿Ve? Esa mujer que lleva cuatro mantas está esperando a alguna conocida para pasarle una y que no le pongan problemas al otro lado”. El policía cuenta que el ir y venir de porteadoras ha bajado “bastante” desde que abrieron el puerto de Tanger Med, y que además, ahora ganan menos dinero. Un porteador puede sumar 20 euros al día y hacer tres y hasta cuatro viajes entre los dos países.

Por eso, porque muchos de estos miles de trabajadores marroquíes son conocidos para los agentes con más tiempo de servicio en la frontera, los años de experiencia en el Tarajal cuentan, y mucho. En el Grupo 3, al que acompañamos, hay una mezcla de veteranía y “novatos” . Dos de ellos comparten tarea de control de pasaportes en el único filtro abierto por la tarde. El más antiguo lleva siete años, y su compañero le pregunta. –¿Fnideq?, al comprobar un pasaporte. –“Sí, Fnideq, es un pueblo limítrofe, tiene acceso libre aquí”. Una vez que ha pasado el vecino de Fnideq, continúa con sus explicaciones: -“Aquí cerca están Fnideq, Rincón (Mdiq)…”.

-“Hola, ¿cómo estás? ¿Bien?¿Has estado malita? Vaya, hombre… Sí, sí, hay que beber agua, que hace calor”. El agente más experto conoce ya a muchos de los que cruzan cada día la frontera, como la señora mayor a la que se dirigía. –“Vienen por necesidad”, explica otro compañero sobre las porteadoras.

La cola no discurre por la tarde al fuerte ritmo de la mañana, pero tampoco cesa. Una mujer se baja la parte inferior del velo que le cubre el rostro ante el policía al mostrarle el pasaporte.

-“Que no, que con la silla no se puede…” El agente más experto advierte de nuevo a una joven que poco antes había tratado de “colarse” con un minusválido en una silla de ruedas por la parte de los vehículos. A esas horas no dejan pasar sillas “porque luego las utilizan para cargar bultos y forman lío”. El objetivo de todos es lograr que el paso sea lo más fluido posible. Tanto el jefe de servicio como el colega marroquí con el que conversábamos en esos momentos saltaron como un resorte al ver el intento de acceder a Ceuta por uno de los carriles de vehículos con la silla. En ese punto de la frontera, en la franja que es “terreno de nadie”, también suelen colocarse de refuerzo compañeros de la UIP cuando hay mucho tránsito, para evitar esas situaciones. La mujer lo intenta por segunda vez minutos después, tras guardar una pequeña cola, por el filtro de peatones. –“Que no que no, que ese anda mejor que yo”, asegura el policía más experimentado ante la sorpresa de los periodistas y también de su propio compañero. La mujer retrocede, sale del pasillo y el hombre, en efecto, se levanta de la silla y comienza a caminar ligero con ayuda de una muleta. -“¿Ves, si lo sabía yo?, zanja con una sonrisa el agente. Su compañero bromea: –“Esto es mejor que Lourdes”.

Pronto surgen algunas incidencias, de las que a diario se producen en este flujo continuo de personas entre dos países con una de las diferencias de renta más grandes del mundo y la mayor de la OCDE, con distintos idiomas, diferentes religiones, costumbres…

Al jefe le dan un pasaporte para que lo compruebe en la oficina. Está renovado en abril, pero al policía veterano le suena la cara, cree que su portador, un marroquí de mediana edad, tiene prohibición o denegación de acceso a España. Una marca en el pasaporte, un sello particular, señala estos casos. Hay nueve situaciones que pueden dar lugar a la denegación de acceso a territorio Europeo. La lista está pinchada en un corcho en la oficina del CNP en la frontera.

En efecto, el policía había acertado. –“Menudo elemento, este es peligroso, ¿eh? Tiene diez años de prohibición”, explica el jefe a uno de los funcionarios en labores administrativas.

La dependencia nos la muestran en un momento en que está “a tope”. Dos policías sentados frente a otros tantos ordenadores buscan información de los pasaportes “sospechosos” y atienden una ventanilla donde también gestionan los “pases de favor”. Esos documentos, “archivados” en una caja con sobres amarillos numerados, sirven para unas horas, hay que devolverlos al regreso. “A veces alguien tiene una urgencia y se le ha caducado el pasaporte, por ejemplo. Nosotros procuramos no dar muchos pases”, explica la policía. Si al día siguiente se detecta que alguien no ha devuelto el papel, se da parte a las autoridades marroquíes.

En la oficina hay en ese momento, hacia las 16.00 horas, dos detenidos que están esposados. De uno se ha comprobado que pesa sobre él una orden judicial de busca y captura dictada por un juzgado de Ceuta. Se le ha identificado al sellar el pasaporte para poder embarcar con destino a la península. La Estación Marítima es la “verdadera” frontera, puesto que los marroquíes que pasan a diario a la ciudad autónoma -sin necesidad de visado en caso de ser de la provincia limítrofe-, sólo pueden circular por la ciudad y han de regresar a dormir a su país. Esos no necesitan sello, pero para salir de Ceuta es obligatorio para todos. Los pasaportes se cotejan en dos bases de datos, el SIS (Sistema de Información Schengen), por si existe orden judicial o de expulsión internacional, y en la nacional, llamada ‘Argos’.

Mientras, el otro detenido comienza a alterarse, hace como que lloriquea y se mira la esposa que le ata al banco. –“Jefe, jefe, yo nada, nada, ¿eh, jefe?”, repite mientras espera a que comprueben sus datos. –“¿Qué tú nada?..., pues bien que le sacabas el cuchillo a los compañeros, ¿eh?”, se oye desde fuera replicar a una funcionaria. Y es que uno de los agentes de la BRIC le ha encontrado un cuchillo. “Él dice que es para desatar los bultos, pero claro el compañero se lo ha traído, no puede pasar con un cuchillo”, explica el responsable de grupo.

Finalmente, el joven se pone violento. Muy violento. Al quitarle las esposas para tomarle las huellas dactilares, sale corriendo de la oficina, trata de huir, se le oye gritar. Algunas mujeres se paran, una intenta hablar con él. Entre cinco policías apenas pueden reducirle, es alto y fuerte. Los transeúntes no aciertan a traducir lo que grita en árabe, no saben español. El resultado de las maniobras para controlar su arranque histérico es una mujer policía con un fuerte golpe en el brazo y otro compañero al que el reloj le ha salido destrozado volando por los aires. La policía está enfadada: -“Para que luego digan cómo les tratamos. Mira cómo se ha puesto. Lo que aguanto yo..., que cuando estoy allí (en los filtros) me dicen, tú eres una mujer, vete para tu casa”. La agente se va al hospital a que le hagan un parte de lesiones para denunciar al agresor, que pocos minutos después de resistirse de forma tan alterada se muestra de nuevo tranquilo. Finalmente sería detenido por atentado a la autoridad.

Por la mañana, el tránsito, entre el Tarajal y el Biutz, a un par de kilómetros de distancia a pie, sigue incesante. En muchos casos, la mayoría, es circular. Las porteadoras entran a Ceuta y no superan la rotonda que conduce el tráfico a la ciudad, acceden a los polígonos, por el pasillo de entrada a la frontera, donde hay una puerta que da a la zona comercial, se cargan de bultos, salen por el Biutz e intentan repetir el camino todas las veces que pueden.
 


Control “exhaustivo” de extranjeros

Miles de pasaportes pasan a diario por las manos de los agentes del Cuerpo Nacional de Policía (CNP) en la frontera del Tarajal. Aunque en muchos casos conozcan ya a sus portadores, que cruzan varias veces al día durante años, de vez en cuando se comprueba que no tengan una restricción de acceso y estén en regla. Se analizan visados en el caso de quienes los necesitan (incluidos los marroquíes que no sean residentes en la provincia de Tetuán). Cualquier anomalía se estudia, por ejemplo, una renovación que se sospeche pueda ocultar una prohibición de tránsito, de entrada en España o de salida de Marruecos, señalada en el pasaporte anterior. Los agentes de la Brigada de Extranjería cuentan con apoyo de otras unidades, tanto ceutíes, con un grupo “complementario”, como de fuera, por ejemplo la BRIC (Brigada de Respuesta a la Imigración Clandestina) o de las UIP (Unidad de Intervención Policial) de diversos puntos de España. Estas últimas semanas, el control del Biutz y el apoyo en el Tarajal les ha tocado a compañeros procedentes de Vigo. También se dan otros controles tanto de vehículos como de personas por unidades especializadas, según el caso de que se trate.
 

Imprimir noticia 

Volver
 

 

Portada | Mapa del web | Redacción | Publicidad | Contacto