Se acaba el curso escolar y empieza un proceso de incógnita,
incertidumbres, desconfianza, pérdida, miedo e impotencia de
muchas familias que ven como la integración y la inclusión,
lejos de ser una realidad y una Ley a cumplir, se vuelve y
se transforma en un espejismo cubierto por la incapacidad de
hacer prevalecer el derecho a una escolarización en igualdad
de condiciones y bajo las mismas oportunidades, para
convertirse en un largo camino de tropiezos, baches e
impedimentos, simplemente, porque hay personas que no se
emprenden con la diversidad. ¿Y por qué no se atreven?
Quizás sea el hecho de que nos hayamos acostumbrado a vivir
en la élite de la competencia, la productividad, los
trabajos en series y la exigencia de cumplir con unos
resultados para olvidar un proceso, unos valores y unas
actitudes, el de permitir una vida sin exclusión y eso sólo
se consigue, con la igualdad y el deseo de saber que más
allá de la discapacidad, la dificultad o el problema, existe
un corazón, una ilusión y una vida que pide a gritos estar
aquí, en el patio con los demás, en la foto de final de
curso, en las actividades extraescolares, en el tiempo del
desayuno, en los cumpleaños de los compañeros y en las
entradas y salidas de los colegios, junto con el resto de
familias y al ritmo del mismo pitido del coche, “aparcado en
doble fila”.
El PSOE ha sido el partido político de la inclusión, la
integración, de la apuesta por la necesidades educativas
especiales o específicas y para ello, ha batallado tanto en
la LOGSE como en la LOE para que los principios de
normalización e individualización estuvieran en todos los
planes educativos y proyectos curriculares de los centros.
Ahora, en cambio, los recortes y la falta de creencia de la
optimización e importancia de los recursos harán aumentar
las desigualdades y la discriminación hacia una educación
segregadora, porque en el momento que empezamos a tratar a
los niños y las niñas como números, se consigue la
incapacidad del docente a llevar a cabo las adaptaciones
oportunas para que todos y todas, sin excepción, puedan
alcanzar el máximo potencial de sus capacidades y el
desarrollo integral de su personalidad. Y sí, hay
actualmente una Orden que lo ampara, protege y lo avala.
¿Hasta cuándo? No lo sé, pero mientras, nuestro partido
apoyará y secundará cualquier iniciativa que luche por
fomentar las distintas modalidades de escolarización, y que
permitan convertir a las escuelas, en un lugar de encuentro
e intercambio de experiencias organizativas donde predomine
la flexibilización en sus estructuras y funcionamiento, tal
como establece la Orden EDU/849/2010, de 18 de marzo, y así
poder hacer ésta, nuestra frase; “Frente al talante
puramente técnico, el talante humano. Perseguir la calidad
de vida nos exige mostrar un talante de cercanía, de
compresión, de complicidad mutua, de empatía” (Arbea y
Tamarit, 2003).
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