En su momento, el Ministerio de
Sanidad y Consumo –creo que sigue llamándose todavía así-
bajo el lema “Prevenir la obesidad infantil es un hábito muy
sano”, desarrolló una campaña informativa para fomentar
entre niños y adolescentes pautas de alimentación adecuadas,
y la práctica del ejercicio físico.
Nuestro país es un buen ejemplo de esa situación: aunque
algo se ha mejorado, uno de cada dos adultos tiene exceso de
peso y en las dos últimas décadas se ha pasado del 5% de
niños obesos a un 16`1%, lo que hace de nuestro país uno de
los que presenta cotas más altas de obesidad de toda la
Unión Europea, según fuentes de buena información (datos
ministeriales).
Para la Administración Sanitaria éste es uno de los
problemas de salud pública más preocupantes en la
actualidad, debido a su alta prevalencia y a su evolución
ascendente. Según la titular del Ministerio la “alta tasa de
obesidad infantil tiene una enorme importancia puesto que
predice, en parte, la obesidad que nos espera en los
próximos años, con las repercusiones negativas de toda
índole, que ello probablemente va a traer sobre las cifras
de enfermedades asociadas y de mortalidad”. Y la “epidemia”
comienza a alcanzar dimensiones globales como advertía la
OMS en reciente informe, la obesidad está ligada al 60% de
las defunciones debidas a enfermedades no contagiosas
(cardiovasculares, cáncer o diabetes) un porcentaje que
aumentará hasta el 70% en 2020. Y añadir, que los costes
directos asociados a la obesidad suponen un 7% del gasto
sanitario total de nuestro país, lo que representa algo más
de 2500 millones de euros anuales.
“Detrás de previsiones tan alarmantes se encuentra la
evolución de los estilos de vida, cada vez menos saludables
en la alimentación y la falta de actividad física” ha
señalado la señora Ministra; y un ejemplo es el de los niños
españoles, cuya alimentación se ha ido alejando
paulatinamente de las llamadas dietas mediterráneas y
atlánticas, para pasar a un consumo excesivo de carnes
grasas, lácteos, productos de bollería y bebidas
carbonatadas, mientras cada vez se toma menos pescados,
frutas, verduras o cereales. A esta circunstancia se une el
hecho generalizado de que muchos niños y adolescentes se
saltan el desayuno, una de las comidas más importantes del
día, directamente implicada en la regulación del peso.
Otro factor que contribuye a la creciente obesidad infantil
es que las actividades lúdicas y de ocio son mucho más
sedentarias. Los chicos parecen cada vez menos interesados
en cualquier tipo de deporte, ya que algunos sólo lo
practican en la “Play-Station”. También se ha perdido algo
muy común hace unos años: el jugar en la calle. Así la
mayoría de los niños consumen más calorías de las necesarias
y no realizan la actividad física suficiente para quemar el
exceso. Uno de los aspectos en los que debería hacer
hincapié la futura reforma educativa es el fomento de la
Educación Física y la dedicación de más recursos, profesores
y horarios al deporte escolar. (Una línea que en sentido
contrario a los recortes que se quieren aplicar).
Respecto al deporte escolar, el entrenamiento de los
pequeños ha cambiado sustancialmente en muy pocos años:
mientras que antes eran frecuentes los deportes de equipos y
las excursiones como forma de ocio, ahora casi todo se
concentra frente al televisor, la pantalla del ordenador
–unida a la eclosión de Internet- y los videojuegos,
actividades que habitualmente se realizan consumiendo
alimentos calóricos. Pero, poco pueden hacer los niños si no
cuentan con el ejemplo de los adultos y la mayor parte de
éstos han visto cambiar su papel alimenticio. Las
características de la jornada laboral obligan en muchos
casos a que se dedique menos tiempo a la compra de alimentos
y a la elaboración de comidas. Y la alternativa es clara:
más fáciles de preparar y rápidos de consumir, con el lógico
desequilibrio nutricional.
La Asamblea Mundial de la OMS, en su momento, acordó que
España desarrolle la denominada estrategia NAOS (Nutrición,
Actividad Física y Prevención de la Obesidad), que pretende
servir de modelo a otros países de nuestro entorno.
Elaborada, por el Ministerio de Sanidad y Consumo y amplio
panel de expertos, NAOS realiza multitud de factores y
sectores que influyen en la obesidad. La iniciativa, que ha
sido presentada recientemente, contempla acciones que
llevarán a cabo en la familia, la empresa, el sector
sanitario y especialmente, en el educativo. Por ejemplo, se
ha acordado que las máquinas expendedoras de comidas y
bebidas no pueden instalarse en lugares de fácil acceso para
los alumnos de Infantil y Primaria, que no lleven publicidad
y que incluyan productos que favorezcan una dieta
desequilibrada.
En la industria se aplicará un código de autorregulación
para la publicidad de alimentos y bebidas destinadas a
menores de 12 años, con la franja horaria de emisión y el
modo de presentación de los productos, se reducirá el
porcentaje de sal en la elaboración del pan, se verá
reducido el contenido de sodio y grasas de los alimentos y
habrá información nutricional en las etiquetas de los
productos y en los menús de los restaurantes. NAOS también
prevé la puesta en marcha de un Observatorio de la Obesidad,
en el que colaboren CCAA, Ayuntamientos, Sociedades
Científicas, Asociaciones y Fundaciones. El notable
crecimiento de la obesidad entre la población infantil,
llega a los extremos de ser considerada como “epidemias de
nuestro tiempo”. Y es que la obesidad se ha convertido en un
importante problema de salud pública en el mundo
desarrollado, debido fundamentalmente al cambio de conductas
alimentarias y al abandono del deporte. El Ministerio de
Sanidad y Consumo está llevando a cabo, en los últimos
meses, diversas iniciativas que tienen como objetivo
precisamente luchar contra el exceso de peso de adultos y
niños que ya es visto en los países ricos como epidemia del
siglo XXI.
Y, por supuesto, los riesgos a largo plazo. Un niño se
considera que es obeso cuando supera el 20% de su peso
ideal. Los niños que comienzan a tener sobrepeso entre los 6
meses y 7 años de vida, tienen un 40% de probabilidades de
seguir siendo obesos en la edad adulta, mientras que los que
comenzaron a engordar entre los 10 y los 13 años la
probabilidad son del 70%. La obesidad a estas edades
presentan sobre todo el riesgo de desarrollar a edad adulta
problemas cardiacos y respiratorios, hipertensión,
hipercolectorelemia o problemas ortopédicos….
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