Hace seis meses que fue nombrado
Delegado del Gobierno. Y lo primero que dije, antes de que
su nombramiento adquiriera visos de realidad, es que entre
quien escribe y él no existía el menor asomo de
entendimiento. No era, precisamente, Pacoantonio la persona
que a mí me ofrecía confianza alguna para desempeñar un
cargo complicado en una ciudad que, estando escasa en
kilómetros, se ve obligada a afrontar problemas de urbe
grande.
Los primeros días de González Pérez como Delegado del
Gobierno fueron complicados. Porque llegó al cargo
convencido de que el ordeno y mando estaba por encima de
cualquier otra manera de mostrarse. Y yo destaqué su
entusiasmo. Entusiasmo que le hacía cometer errores de
bulto. Hasta el punto de que a mí me hizo escribir acerca de
cómo la Policía Nacional, por medio de miembros
cualificados, comenzó a desconfiar de él.
A principios de junio tuve la oportunidad de conversar con
Francisco Verdú Abellán, jefe de Gabinete de la
delegación del Gobierno, con quien nunca había cruzado
palabra alguna, y saqué la siguiente conclusión: este hombre
hará todo lo posible para que González Pérez aprenda a
comportarse como debe hacerlo un Delegado del Gobierno.
Y arriesgué en el envite, porque mi pálpito lo conté entre
mis conocidos. Unos conocidos que ya me han dicho que el
Delegado del Gobierno ha ido mejorando actuaciones. Hasta el
punto de que no se habla apenas de él. Lo cual no deja de
ser motivo de satisfacción para quienes deseamos que cumpla
su cometido de manera tan silenciosa cual sobresaliente.
Francisco Antonio González está a punto de cumplir seis
meses como Delegado del Gobierno. Cargo complicado. Sin duda
alguna. Porque lo es de una ciudad que es frontera con
Marruecos. Casi nada. Y ha entendido muy pronto, gracias,
creo yo, a los buenos consejos de su jefe de Gabinete, que
no se debe hablar por hablar ni mucho menos adelantarse a
los acontecimientos.
Semejante logro, en tan poco tiempo, ha hecho posible que en
la calle se hable mucho y bien de Pacoantonio. Pues en
apenas seis meses, el Delegado del Gobierno ha conseguido
generar mucha confianza a pesar de los malos tiempos que nos
están tocando vivir.
Hoy, ayer para ustedes, cuando participaba en un corrillo,
compuesto por personas que viven intensamente la vida de la
ciudad y, por tanto, la política activa, la opinión
mayoritaria era favorable a la forma de ser de Pacoantonio.
A quien se le reconocen los defectos de humanos, de los que
nadie nos salvamos, pero que siempre cumple sus promesas.
Llueva, truene o ventee. Luzca el sol o no.
La persona que me hace el artículo del Delegado del Gobierno
no tiene el menor inconveniente en contarme una historia que
deja en muy buen lugar a González Pérez. En una posición
destacada. Más bien sobresaliente. Pero que no creo que sea
momento de airearla. No vaya a ser que los haya dispuesto a
creer que trato de resaltar su figura cuando hay otra que
principia a deslizarse por la ladera del descrédito.
En realidad, lo que sí quiero destacar, en momentos tan
difíciles, es que nuestro Delegado del Gobierno, Francisco
Antonio González, ha empezado a darse cuenta de que esta
ciudad no merece vivir en permanente zozobra. Y está
tratando de encontrar la senda que haga posible su mejora.
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