| Para cualquier padre supone una 
					gran inquietud observar cómo su hijo tiene dificultades para 
					relacionarse, no juega con otros niños, se siente incómodo 
					con ellos, y, finalmente, se aísla. Les angustia no tanto lo 
					que sucede, sino desconocer la causa. Necesitan saber la 
					razón por la que su hijo reacciona así para poder tomar 
					medidas y aplicar soluciones. ¿Se trata de timidez o hay 
					algún problema más?
 Recientes estudios de psicología llegan a la conclusión que 
					el niño tímido viene marcado genéticamente y “es aquel que 
					tiene facilidad para desarrollar miedos, fobias… y entiende 
					las relaciones sociales, pero le superan por su inseguridad. 
					Juega solo o en grupos de dos o tres niños también tímidos”.
 
 La timidez no es una enfermedad, sino una característica de 
					nuestra personalidad. “Ya en la guardería se puede observar 
					a niños que prefieren estar solos, a los que conviene 
					observar para ver su evolución, pero sin perder de vista el 
					entorno familiar en el que viven y que puede ser 
					desencadenante”.
 
 Puede ocurrir que no se trate de timidez, sino de tristeza: 
					“Sería el caso de aquellos niños que antes jugaban pero a 
					los que, alguna circunstancia (sufrir un accidente, la 
					pérdida de un ser querido, la separación de los padres, el 
					nacimiento de un hermano…) les hace estar apáticos, tristes 
					y no relacionarse adecuadamente. También existen otros 
					factores externos al niño, que pueden marcar el tipo de 
					relaciones sociales en el colegio. Por un lado, su nivel 
					cultural e inteligencia, porque los más listos o con algún 
					tipo de discapacidad, son susceptibles de quedarse al margen 
					e, incluso, de ser objeto de burla. “La procedencia también 
					es importante, puesto que en muchos colegios, en los 
					momentos actuales se juntan niños distintas étnicas y cada 
					cultura lleva consigo su código y estilo de relación social 
					y educativo”.
 
 Es importante que, en cualquiera de los casos expuestos, los 
					padres estén atentos al comportamiento de su hijo para poder 
					ayudarle en consecuencia. Normalmente estos niños no sacan 
					buenas notas y se tiende a pensar que es porque no están 
					atentos, son vagos… lo que lleva en muchas ocasiones a 
					reprimendas y castigos. Actuando así, no se soluciona el 
					problema, se agrava, porque las malas calificaciones son una 
					consecuencia y no la causa.
 
 Existen otros motivos que afectan a las relaciones sociales 
					en la Infancia. Esta vez son clínicos. Es el caso de los 
					niños TDAH, con trastornos por déficit de atención con 
					hiperactividad. Estos niños, primero actúan y luego piensan, 
					por lo que pueden producir una agresión a otros amigos y 
					luego darse cuenta que está mal de manera que las relaciones 
					sociales se deterioran bastante porque son apartados 
					sistemáticamente. “Son niños buenos, pero con dificultades 
					por impulsividad. Sufren mucho porque quieren relacionarse, 
					pero se encuentran con muchos problemas para ello”.
 
 Otro caso clínico es el de los niños deprimidos. La tristeza 
					es tan elevada que les incapacita para llevar su vida 
					normal. “Hasta hace poco era negada la depresión en la 
					infancia, pero hay pequeños que sufren de ansiedad y 
					desarrollan fobias, como la escolar, lo que les impide estar 
					con otros pequeños.
 
 Un colectivo que desarrolla grandes dificultades para 
					relacionarse es el de los niños con algún tipo de trastorno 
					de vinculación, es decir, niños adoptados, maltratados o que 
					están o han pasado por centros de acogida. En estos casos, 
					sus emociones están alteradas, pasa con facilidad del llanto 
					a la risa y son grandes agresores emocionales. En el entorno 
					escolar pueden defender a un niño y a los pocos minutos, 
					meterse con él. Conductas como éstas son las que hacen que 
					sean apartados de los demás. Mención especial, también 
					merecen los niños TEA (trastorno del espectro autista) que 
					conservan todas sus capacidades cognitivas y saben leer, 
					hablar.., pero les falta la inteligencia emocional. 
					Entienden las palabras, pero no el código paralingüístico; 
					es decir, no interpretan el mensaje, no saben si una frase 
					supone una broma o un insulto. “Además, dicen lo que 
					piensan, sin atender a convencionalismo sociales y pasan por 
					maleducados y nadie quiere estar a su lado. Ellos sufren 
					mucho no entienden por qué otros niños no se relacionan con 
					ellos. En cada escuela española –según reciente estudio 
					realizado- hay entre uno y dos casos de niños con este 
					problema.
 
 Pero, ¿qué tenemos que hacer? Por supuesto que en cada caso 
					habrá distinta estrategia. En el caso del niño tímido, antes 
					de acudir al especialista “conviene favorecer las relaciones 
					con los demás de manera natural: en el parque con otros 
					niños, llevándole a un cumpleaños, dejando que se quede en 
					el patio del colegio jugando, apuntándole a actividades 
					extraescolares… En el caso de la tristeza aparecen 
					alteraciones emocionales. “Si los padres conocen bien al 
					niño sabrán detectar si no se relaciona porque está triste o 
					nervioso, y tendrán que hablar con él o investigar 
					preguntando por si en colegio ha ocurrido algo. Conociendo 
					la causa, se podrá actuar para calmarle y evitar su 
					tristeza”.
 
 Teniendo en cuenta que cada persona es diferente y los niños 
					con TDHA lo son, se recomienda que, en estos casos se 
					informe a los niños de la clase sobre en qué consiste su 
					actitud –del mismo modo que lo harían los profesores si 
					hubiera un niño ciego- para que no malinterprete sus actos. 
					Para lograr su integración también deben saber que los 
					juegos como el escondite o de mesa requieren concentración y 
					esperar que llegue el turno no son recomendados para ellos, 
					puesto que no tienen paciencia. Cuando se trata de niños TEA 
					es siempre imprescindible la intervención de un profesional 
					médico. Dependiendo del grado de gravedad, determinará que 
					los padres actúen de una manera u otra”.
 
 Por último, siempre que hay dificultades en las relaciones 
					sociales, “el ámbito clínico resulta esencial, puesto que el 
					niño siempre sufre y hay que evitarlo. Los profesionales 
					serán los encargados de tratar al pequeño de manera 
					individual y, en ocasiones, también a sus padres para 
					trabajar los vínculos de aprendizaje, analizar si el estilo 
					parental es sobreprotector o son niños de padres 
					incompetentes que fomentan la inseguridad y la dificultad en 
					las relaciones sociales dentro del ambiente familiar. Que 
					los padres hagan reflexiones con sus hijos y les fomenten 
					actitudes siempre positivas.
 
 En mi experiencia como tutor de grupos, siempre me merecían 
					especial atención los alumnos con problemas de timidez en 
					sus diversas causas. Eran tiempos de resolver los propios 
					problemas del aula, sin ningún tipo de apoyo. En general, la 
					solución no era otra que responsabilizar al alumno de 
					diversas competencias, entre las que destacaban, la 
					organización y control de la pequeña biblioteca del aula, 
					controlar la asistencia a clase, etc
 
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