Por fin los transportistas han
visto cumplidas sus expectativas! La primera y fundamental
que no hicieran oídos sordos a sus argumentaciones que
estaban bien motivadas desde la razón y la lógica. Desde un
principio nos referimos en este diario a que la Ordenanza
que legitimaba las sanciones de las que estaban siendo
objeto los profesionales del transporte eran nulas de pleno
derecho, ya que la citada Ordenanza no podía aplicarse al
faltar requisitos materiales “de facto”. Ampliamente
disertamos y explicamos en estas páginas las razones que
sustentaban nuestra tesis jurídica, que no era opinión de la
clásica “maestra liendre, que de ná sabe y de tó entiende”,
sino que venían del criterio de leguleyos bien bregados en
las lides del litigio. Y ha triunfado la razón y tal vez
antes que la razón la capacidad de ambas partes de admitir
los errores que es una de las principales capacidades del
ser humano ya que de los errores se aprende, se rectifica y
se adquiere conocimiento. La grandeza del hombre según la
sabiduría oriental está en extraer la experiencia a fuerza
de enmendar las equivocaciones, los fallos y los errores.
La postura inicial de mantener las multas, claramente
ilegítimas e injustas, que estaban sufriendo los
transportistas, el riesgo de una huelga con graves
repercusiones a ambos lados de la frontera y la garantía de
que íbamos a ser carne de telediario ha hecho que las partes
dialoguen, que exponga cada cual su respectiva teoría, que
pongan sus argumentaciones sobre el tapete, que suelten más
de un término jurídico para sustentar las opiniones y la
flexibilidad, la bonhomía y las ganas de llegar a un buen
arreglo han triunfado.
¿Supondrá este triunfo de la lógica la inmediata derogación
de la Ordenanza o su reforma-exprés? Es evidente ya que la
normativa ha de ceñirse al realismo y a las necesidades de
los ciudadanos al estar formulada para garantizar un mejor
funcionamiento de todos los aspectos de la vida en sociedad,
que todo acontezca y discurra de forma estable y
equilibrada, alcanzando con la regulación todos los
supuestos que pudieren darse.
La Ordenanza chirriaba y a las multas les faltaba la
legitimación que otorga una norma bien formulada. Ha sido
pues un éxito por todas las partes y que a todos ha
alcanzado, con una pequeña salpicadura a este diario que fue
el primero en poner en evidencia el carácter anulable de
cualquier sanción, tanto por el fondo cómo por la
proliferación de defectos de forma. Expusimos una teoría,
los transportistas la dieron por válida y han sabido
insistir y no tirar la toalla, confiar en un acuerdo en
evitación de situaciones de conflicto que a todos hubieran
resultado perjudiciales y el jefe Ángel Gómez ha tenido
habilidad negociadora y capacidad para rectificar y eliminar
unas sanciones que podrían haber supuesto la ruina económica
de más de uno, porque no está la vida para acumular multas
en cada jornada laboral, de hecho se acaba trabajando no
para comer sino para pagar multas y evitar embargos. Son las
sombras de este monolítico y burocratizado sistema,
burocratizado y con menos dinero que el novio de las bodas
de Canaan que tuvo que recurrir a un milagro de Nuestro
Señor porque no le llegaban los fondos para comprar
suficiente vino para el convite.
Y los dineros de las multas son muy jugosos, los burócratas
se relamen en plan “golosito” y en esta ocasión se van a
comer lo que yo me sé porque se ha negociado, se ha acordado
en condiciones y se va a partir de cero desde la mejor
voluntad de las partes. Un triunfo de la legalidad y de la
razón, una muestra inequívoca de inteligencia, el Tarajal
sigue funcionando, las criaturas ganándose el pan, los de la
UIR a demostrar su valía en conflictos de categoría y todos
a ordenar la situación del polígono, con buenas ideas
comunes.
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