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OPINIÓN - MARTES, 12 DE JUNIO DE 2012

 

OPINIÓN / EL OASIS

La soberbia española
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Rescatar: palabra que en su primera acepción significa recuperar mediante dinero a alguien o algo que está en poder ajeno. España estaba, por qué negarlo, a merced de los mercados. Que así se le llama a los dueños de los dineros que se aprovechan de las necesidades de otros para prestárselos a cambio de intereses desorbitados.

Se llaman mercados a los compradores de deudas, porque sería de muy mal gusto llamarles prestamistas. Puesto que los prestamistas han tenido siempre una reputación malísima. Tan mala, que fue uno de los motivos por los que los alemanes la liaron allá en los años treinta del siglo pasado. Un lío que acabó en tragedia bélica.

Últimamente, los prestamistas, esto es, los mercados, estaban jugando con la deuda española a su antojo. Cada mañana, incluso quienes nunca nos hemos preocupado de un asunto tan vulgar como es vivir pendientes de los empréstitos, nos echábamos abajo de la cama con el corazón metido en un puño. Es decir, abríamos los ojos con el canguelo metido ya en el cuerpo por culpa de la prima de riesgo.

Sí, así como suena; pues bien sabíamos que a medida que la prima de riesgo fuera siendo cada vez más desmedida, lo aprovecharía el Gobierno para seguir abriendo más brecha entre ricos y pobres. O lo que es lo mismo: tratando de bajarle los humos a la clase media; que ha sido siempre la clase social más castigada en todos los aspectos y en todas las épocas. Mientras tanto, los ministros de la cosa, ante el silencio sepulcral de Mariano Rajoy, amén de comenzar todos sus discursos aduciendo que todas nuestras desgracias procedían de las malas actuaciones del maligno Zapatero, y de instruirnos con esa frase hecha de que era necesario apretarse el cinturón por el bien de España, alardeaban de que ésta nunca sería rescatada. “España no es Grecia…”.

Con lo cual salía a relucir la soberbia española ante la sociedad. Esa soberbia que permite al humilde hablar de que “no le da la real gana”… Soberbia que, como pensaba Américo Castro, es herencia de una característica judía o árabe, que para el caso de un “pueblo elegido” es lo mismo.

Pues bien, el domingo pasado, cuando en España sólo se presumía de selección nacional y nada más que se pronosticaba sobre los goles que nuestros muchachos iban a conseguir frente a Italia, nos enteramos de que España había sido rescatada e intervenida. Por una razón muy sencilla: no hay prestamista en el mundo que se atreva a conceder cien mil millones de euros sin exigir nada a cambio.

Pero hete aquí que el vocablo rescate hizo posible que, al fin, el presidente del Gobierno decidiera decir esta boca es mía. La palabra fue como una banderilla de fuego que sacó de su letargo a un Rajoy que estaba ya pensando nada más que en viajar a Polonia para disfrutar del España-Italia. Y entonces pudimos saber cómo la soberbia española nos había sacado del atolladero y hasta puede que haya amansado a los mercados -prestamistas con pedigrí-, durante unos meses. El orgullo español funcionó así: Rajoy le dijo a De Guindos que gritara en Bruselas: “¡España no es Uganda!” Y partir de ese momento, la jindama se apoderó de los responsables del BCE. Quienes, deprisa y corriendo, decidieron poner la pasta encima de la mesa. Y sin condiciones, ¿eh? Menudo es Rajoy.
 

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