Afortunadamente se ha desconvocado
una huelga que inquietaba y mucho a todos los que
comprendemos que cualquier huelga de limpieza puede tener
graves consecuencias sanitarias para la población. Y más aún
cuando las altas temperaturas hacen de la recogida de
basuras y de la higiene básica de las calles una auténtica
necesidad para evitar focos de infecciones, situaciones de
alerta sanitaria e incluso brotes epidémicos. Con la salud
no se puede jugar y los de Urbaser se han mostrado cómo
gente coherente y concienciados sobre lo que es de primera
necesidad para todos que es la limpieza.
Mucho se ha hablado sobre el anuncio de huelga y había
quienes la comparaban con aquella huelga de controladores
que le jodió las vacaciones a miles de viajeros y que, por
vez primera en la historia de la democracia, hizo que el
Gobierno de ZP ordenara a los militares intervenir y hacerse
cargo de las torres de control para acabar con el caos en
los aeropuertos. También es cierto que viajar no es una
necesidad de vida o muerte ni las vacaciones son
fundamentales para el individuo, por más que todos tengamos
derecho al descanso y al esparcimiento.
Pero no se puede comparar. Porque una huelga de
controladores aéreos no puede dar lugar a un brote de
cólera, ni de disentería o malaria y aquí, aun siendo más
españoles que los de Albacete y encima no se puede decir de
nosotros “míralo y vete”, estamos en África y en este
continente hay infinidad de enfermedades endémicas más o
menos controladas y se lo digo yo que en mi pueblo rifeño
tuve que ser vacunada de algo tan exótico cómo “el piojo
verde” que era el tifus, de la viruela, aún en boga, de la
difteria (la vacuna era ineficaz) y del cólera hasta los
años setenta.
Aquí la salud pública colectiva no es cosa de tomársela a
broma, ni tampoco la necesidad de hacer extensiva la vacuna
de la rabia a todos los gatos de la calle, durmiéndoles por
camadas para vacunarles a pie de acera incluso, una idea que
se me está volviendo paranoia tras mis charlas a la hora del
café con Javier Carrillo de Albórnoz que me suministra una
buena ración de historias espantosas sobre gatos que esperan
a que salga una señora con la bolsa de boquerones del
mercado para lanzarse a destripar la bolsa y robar los peces
y si para ello tiene que lanzar una dentellada, la lanza. Y
contra la rabia no hay remedio porque es la enfermedad más
letal que existe.¡Qué susto y qué peligro!
¿Que el tema de la sensatez de los sindicatos a la hora de
desconvocar la huelga no tiene nada que ver con el control
sanitario de los gatos? Ahí se equivocan porque son temas de
salud y una huelga en verano que convierta las calles en
pestilentes vertederos llenos de inmundicia que hagan
proliferar las ratas y las cucarachas que son los mayores
propagadores de infecciones sí genera una auténtica
situación de alerta sanitaria y requiere mucho más que la
huelga de controladores que fastidió desplazamientos y
vacaciones, la intervención de los militares para evitar que
los ciudadanos se encuentren en situación de riesgo. Así el
que la huelga se haya desinflado genera auténtico alivio
colectivo y neutraliza no poca maledicencia ya que los de
Urbaser cuentan con un empleo fijo en un país con cinco
millones de criaturas locas por ocupar uno de esos puestos y
además no estaban litigando por la estabilidad de los
empleos, sino por temas que en la situación actual de crisis
y de calamidades para tantos, pueden ser considerados
“asuntos menores”. Aquí lo relevante es la estabilidad del
puesto de trabajo, del jornal, el resto es accesorio. La
desconvocatoria ha sido la mejor solución y la que ha hecho
que aquellos que anunciaron la huelga perdiendo así toda
credibilidad, porque era una huelga muy impopular, hayan
“recuperado la cara” ante la ciudad de Ceuta. Cuando la
salud puede peligrar los ciudadanos se muestran
especialmente ofendidos, así que este anuncio es lo mejor y
una vuelta a la normalidad.
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