Si alguien espera encontrar en Nauel Odda, la viuda del
recordado Karim Mohamed una postura de amarga resignación
ante el asesinato de su joven esposo, esa persona estará muy
equivocada. Porque si bien es cierto que Nauel desprende una
inmensa tristeza igualmente inmensas son su fe en Dios y la
fuerza que hace que la viuda, su familia y todos los amigos
de Karim, estén firmemente decididos a que se haga justicia
y paguen “todos” los culpables de ese despreciable crimen
que conmocionó a la sociedad ceutí.
Así el relato de esas horas trágicas tiene un tono pausado y
sus lágrimas no son de debilidad, sino de profunda añoranza
del esposo, amigo y compañero, con el que siempre pensó en
compartir una vida, hoy rota “Lo recuerdo cómo si hubiera
pasado ayer... El día anterior, sábado nuestra hija cumplió
8 años y recibió dos tartas de regalo con dos números 8 por
lo que su padre no dejaba de bromear llamándola vieja porque
8 x 8 es igual a 64.
Nauel sonríe con pena. ”Mi marido era muy cómplice con sus
hijos y le gustaba compartir con ellos el máximo de tiempo
posible. Ese día después de comer Karim salió, estábamos
fatal de dinero, como todo el mundo a fin de mes y fue a
pedirle a un amigo 20 euros para llevar a la niña y a su
prima al cine. Estábamos viendo la televisión y escuché
tiros, muchos tiros, salí a la azotea y vi que otros vecinos
también salía, llamé a una de mis hermanas y al momento me
contestó con una frase “Nauel, Nauel, le han dado a
Karim...” Yo estaba con una ropa de estar por casas y en
zapatillas y sólo sé que salí a la calle corriendo, sin
saber adonde acudir, veía a gente en las aceras, algunos se
tapaban la cara, me miraban pero nadie me hablaba, yo solo
gritaba “¡Karim, Karim! ¿Donde está mi marido? ¿Qué le ha
pasado a mi Karim?” Nadie me respondía pero un hombre me
sujetó y paró a una furgoneta que pasaba diciendo “Llévala
al hospital, llévala al hospital” y yo pensando en cómo iba,
sin vestir y en que mi marido al verme llegar iba a pensar
que adonde iba con esa pinta y llorando cómo las locas...
Cuando llegué al hospital ya había familia y estaban amigos
del barrio yo decía “¿Pero le han hecho algo, le han hecho
algo?” Y sólo me decían “No es nada, no es nada, quédate
sentada...” Y me abrazaban, pero oí las palabras malditas
“Muerto” “Asesinado”. Yo no me lo creía porque mi marido
nunca ha tenido enemigos, jamás, ni era más que un empleado
mileurista ¿Quien puede querer hacerle daño a un padre de
familia que no tiene un euro? Yo creo que los asesinos
habían seleccionado a un hombre indefenso, a una presa
fácil, porque todos saben que Karim era incapaz de hacerle
daño ni a una mosca y menos aún era capaz de saber
reaccionar cuando unos criminales le empiezan a dar tiros,
saben reaccionar quienes están en esos ambientes violentos,
pero mi marido no”.
Nos quedamos en silencio pasando las hojas del album de la
boda, donde se ve a los novios, Karim y Nauel,
resplandecientes de felicidad y llenos de proyectos de
futuro, no me hace falta preguntarle nada porque la viuda lo
va contando, pero introduzco una cuestión “Nauel ¿Y cuando
llegó la Udyco?” Me mira y noto que le tiemblan los labios
“Nunca. Aquí esa gente no ha estado jamás para hablar
conmigo. Todos les esperábamos pero no llegaron jamás, ni
ese día ni los siguientes, cuando todo el barrio hablaba y
hablaba y yo quería hablar con ellos para pedriles el
teléfono de mi marido, no porque fuera muy caro, le costó 37
euros en una oferta, pero llevaba todas las fotos de los
niños, las fotos de la familia, luego, mucho más tarde me
enteré de que habían dicho que ellos no tenían el móvil ¿Y
entonces quien lo tiene? ¿O es que se creen que voy a pensar
que las buenas personas que atendieron a mi marido
desangrándose en la acera iban a aprovechar para robarle el
teléfono? Esa gente ni me ofreció protección, ni tomaron
precauciones para proteger a mis hijos, nada y el Delegado
de Gobierno de entonces, nada. La única que acudió fue la
Consejera Rabea con su esposo a transmitirme las
condolencias de parte de Juan Vivas y eso no me extrañó
porque Karim quería mucho al Presidente y el afecto era
recíproco.
Pero ahí no se acabó el terror...” La viuda cierra el album
y lo abraza y con ella los recuerdos de los días felices
“Justo tres días después del asesinato de Karim salí con mi
hermana para recoger su moto que estaba en la calle, también
venían mis hijos, nosotras de luto blanco y cuando volvíamos
con la moto para meterla en el garaje se abalanzó hacia
nosotras un encapuchado con una pistola uno “ de ellos”
salimos corriendo, conseguimos entrar en la casa y a mi hija
pequeña le entró un ataque, convulsionaba gritando “Vienen,
vienen los que han matado a papá!” Tuvimos que llamar a la
ambulancia-me enseña el parte médico de asistencia a la
pequeña- tardaron mucho en llegar y esta vez venían con dos
policías de paisano que eran los primeros que pisaban mi
casa desde el crimen, pero me digeron que era para “proteger
a la ambulancia” ¿Y quienes se creen que vivimos en el
Príncipe? ¿Kosovares?”
Trato de tranquilizar a la mujer “Nauel, ya se sabe que hay
mucho mamarracho y mucho cagón sueltos, porque de todo tiene
que haber en la viña del Señor y tampoco los de aquí están
acostumbrados a bregar con colombianos ni con rusos malos”
Pero la viuda arrastra un inmenso poso de amargura “Nos han
tratado muy mal. Cuando la gente del barrio empezó a hablar
y a hablar, porque todos hablaban y todos “sabían” dijeron
que el tercero de los asesinos estaba en Marruecos y donde
estaba y acudí de luto, con mi hermana y sin comer porque
era Ramadan a la Comisaría a decir de lo que me estaba
enterando, todo lo que contaba la gente y me recibieron con
mal humor diciéndome que eso era “cosa de Interpol” ni una
palabra de pésame, ni una explicación, nos echaron y yo les
digo una cosa, que si mi marido era de una “mafia” que Dios
me mande un castigo, porque eso es mentira ¿Qué maleante se
muere con 20 euros prestados en el bolsillo y debiendo 8.000
euros en el banco? Mi único deseo es que esta investigación
la haga la Guardia Civil que es “de otra manera” ahora van a
reconstruir los hechos ¡A buenas horas! La suerte es que
todo el caso lo dirige ahora el Juez nº 5 que es un gran
profesional y también “de otra manera” y voy a pedir amparo
para mí y para mis hijos y hermanos al nuevo Delegado de
Gobierno, porque quienes nos amenazan de muerte están en
libertad ¿Un deseo? ¡Justicia para la sangre de Karim!”
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