AAllá por 1996, si no me falla la memoria, comenzó en
nuestra ciudad una aventura innovadora. Unir a Ceuta con la
Península mediante la implantación de una línea regular de
vuelos nacionales que no utilizaba aviones, sino
Helicópteros. La inexistencia de este tipo de aparatos en
las líneas regulares europeas, ya indicaba que,
probablemente, no sería rentable, desde un punto de vista de
empresa privada, pero si rentable desde una opción
estratégica de mantener unida Ceuta y la Península con otra
modalidad de transporte que no fuera el barco. En la memoria
de todos los usuarios estarán para siempre aquellos vuelos
al aeropuerto de Jerez que salían de Ceuta desde el
helipuerto militar situado en las inmediaciones de Viña
Acevedo.
El tiempo fue pasando, y la línea se consolidó con el cambio
a Málaga, por las comunicaciones con Madrid, con el resto de
España e incluso a cualquier lugar del mundo. Y tuvo otro
refuerzo con la apertura de la terminal de Algeciras que
daba nuevas posibilidades de transporte a los usuarios bien
fuera por motivos personales o profesionales.
Hoy, después de 16 años de actividad prestando un servicio,
desde mi punto de vista esencial, la compañía Inaer, anuncia
la finalización de sus actividades para el próximo 23 de
Junio. Parece que las razones son más de tipo operativo de
la Compañía y quizás, aunque menos importante, de tipo
económico. Hemos asistido, ya que la en la Mutua somos
varios los que utilizamos con frecuencia el helicóptero;
junto con los empleados de Inaer a la evolución de los
acontecimientos, desde que hace algunos meses conocimos esta
noticia y sobre estos trabajadores quiero escribir estas
líneas.
Tanto los pilotos, como el personal de tierra, tanto en las
oficinas como en las pistas, han tenido un comportamiento
hacia el servicio y hacia los clientes, que creo puede
calificarse de óptimo, además no solo en Ceuta sino en
Algeciras y Málaga. Siempre han intentado transmitir
cercanía, calidad, profesionalidad, valores todos ellos, que
en las empresas de servicios forman parte del abanico de
virtudes que deben poseer los trabajadores de una empresa,
mucho más si ese servicio se realiza en contacto directo con
el cliente, y además volando a una altura considerable del
mar, cuando atravesamos el estrecho.
Hubiera preferido no dar nombres, porque insisto que esta
percepción es generalizable a todos los empleados, incluso
los que de manera eventual han trabajado en la Compañía.
Pero a veces, tampoco pasa nada por personalizar tan buenas
sensaciones recibidas.
Como no recordar la efectividad de Paco, piloto desde los
primeros vuelos a Jerez hasta hoy, transmitiendo
profesionalidad en los momentos necesarios pero quitando
hierro en los demás momentos. Como olvidar los vuelos
nocturnos entre tormentas y siempre transmitiendo una
sonrisa de tranquilidad y complicidad a los pasajeros.
Como no recordar a Tomás, en aquel vuelo desde Málaga con
vientos huracanados de poniente, que incluso impidieron la
navegación en el estrecho, y que tras 55 minutos de vuelo
fue capaz de posar el helicóptero como si se tratara del día
más tranquilo de un verano cualquiera.
Como no recordar a Mariló, Yolanda y Jesi, cuyas atenciones
y desvelos hacia nosotros han sido siempre excepcionales. No
había problema que surgiera como cambios del vuelo,
anulaciones, reservas, equipajes, etc. que fueran siempre
atendidos con la mayor profesionalidad y deseo de agradar.
Como no recordar a Marian, en Málaga, cuya eterna sonrisa
hacía más llevadera la espera hasta la salida de la
aeronave, siempre dispuesta a arreglar cualquier problema
que pudiera surgir o cualquier incidencia propia del vuelo a
Ceuta.
Por ello, a todos los empleados de Inaer nuestro
agradecimiento por el trabajo bien hecho, la esperanza de
que si se cierra una puerta se abran otras lo antes posible
y el deseo de lo mejor para todos, así como nuestro recuerdo
para siempre. MUCHAS GRACIAS.
|