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OPINIÓN - DOMINGO, 3 DE JUNIO DE 2012

 

OPINIÓN / EL OASIS

Charla con González Pérez y Verdú Abellán
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Días atrás tuve la oportunidad de conversar con Francisco Verdú Abellán, jefe de Gabinete de la Delegación del Gobierno. Con quien nunca había cruzado palabra alguna. Y no tuve el menor inconveniente en decirle que había oído hablar muy bien de él, más que bien, desde que se supo que Francisco Antonio González lo había elegido para ocupar dicho cargo.

Francisco Verdú Abellán me causó una grata impresión. Así como suena. Y no esperen que me ponga ahora a explicar los motivos que me han llevado a hacerle el artículo a un funcionario con tan buena reputación en lo profesional como muy apreciado en su faceta personal. Ahí es nada conseguir ese logro. Aunque siempre los habrá, y están en su perfecto derecho, de llevarme la contraria.

Y me alegraría que fuera así. Porque a mí me agrada sobremanera tratar con gente a la que se pueda achacar defectos de humanos. Líbreme Dios de quienes, por ejemplo, van enarbolando la bandera de la humildad. Ya lo dijo Pla, insigne escritor catalán: “Una sociedad de fanfarrones es plausiblemente concebible; una sociedad de humildes sería inhabitable y peligrosísima”.

Tampoco me fío del que va repartiendo rosarios, o yendo a la iglesia a darse golpes de pecho, pero luego es un hijo de Satanás. A lo que iba, que Verdú Abellán me cayó la mar de bien. De modo que, en cuanto se me presente la ocasión de coincidir con él en cualquier sitio, seré yo quien acuda a su encuentro con el fin de pegar la hebra.

A nuestro encuentro acudió, en cuanto atendió a las personas que lo habían abordado, el delegado del Gobierno. Y, como siempre, me permití la licencia de expresarme ante él con claridad meridiana. Eso sí, sin traspasar las lindes de la buena educación.

El delegado del Gobierno, o sea, Francisco Antonio González, sigue mostrándose entusiasmado con su cargo. Algo que le viene como anillo al dedo para poder afrontar las muchas dificultades que el empleo lleva consigo. Y se le nota. Si bien se queja, con razón, que su designación ha coincidido con una ruina económica que le impide actuar como a él le habría gustado.

De acuerdo. Le digo. Pero, a veces, con pocos mimbres se suele hacer el cesto más hermoso. Y, a renglón seguido, le recuerdo que a él pocas cosas pueden ya acoquinarle. Tras haber pasado por un trance que le ha obligado a echarle más que bemoles para eludirlo.

La charla con González Pérez y Verdú Abellán fue animada. Y a mí me vino muy bien hablar con ellos, porque nunca había conversado con el segundo, ni con el primero, tras haber sido designado delegado del Gobierno. Y ya iba siendo hora de hacerlo. Pues hablando…

Ahora mismo -sábado, cuando escribo-, he leído unas declaraciones de González Pérez relacionadas con la cárcel vieja y la que se está construyendo. Y me he quedado con lo que ha dicho Pacoantonio, más o menos, al respecto:

-Reconozco que fui muy crítico, cuando era diputado, con el proyecto de la cárcel. Pero ahora, como delegado, deseo que las obras sean acabadas muy pronto, y la nueva cárcel pueda ser ocupada cuanto antes.

Sincero él. Claro que sí. Pues no olvidemos que “la moral se esgrime cuando se está en la oposición; la política cuando se está en el poder”. Y no hay más cera que la que arde.
 

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