El Partido Popular ha pasado del “buenísmo” a la
“intimidación” a través de un denominado “Plan B”, que deja
entrever que aceptarían a regañadientes las decisiones
judiciales de impugnación de las medidas de “recorte”
salarial a los empleados de las Sociedades Municipales.
Así lo ha proclamado el portavoz del Gobierno en su habitual
comparecencia de prensa de los viernes: “Si las demandas de
conflicto colectivo emprendidas por los sindicatos como
consecuencia de los recortes aprobados esta semana en los
sueldos de los empleados de las sociedades municipales
tuvieran éxito y, por tanto hubiera que devolver ese dinero
a los trabajadores, el Ejecutivo de Juan Vivas llevaría un
Plan B”. Un Plan del que no se ha mencionado el alcance de
las consecuencias pero que se deja entrever: los despidos.
Una amenaza velada que no se justifica si el Gobierno
afronta los “recortes”, como dice, dentro del ámbito legal.
Ya no se habla de aceptar las sentencias judiciales sino
seguir en el “mantenella y no enmendalla”, en el “erre que
erre”, en la cabezonería, en el “sí o sí”. Es decir, en la
sinrazón, en suma.
El Plan de “recortes” ha contado con aportaciones de los
grupos de la oposición Caballas y PSOE desatendidos
sistemáticamente por el Gobierno que no ha querido escuchar
“rebajas” en cargos de confianza (37) ni altos cargos. Muy
al contrario, llevó a Pleno la modificación para que los
Directores Generales no tuvieran que ser funcionarios de
carrera y así, encontrarle acomodo y crear el puesto de
Director General de Presupuestos y Finanzas, el mismo que,
paradojas de los “recortes”, es quien se ha reunido con los
directores-gerentes para llevar a efecto esta “operación”
quirúgico-financiera de que los despilfarros de Juan Vivas y
su gobierno los paguen los trabajadores.
Diestro ha emitido un Informe sobre las medidas de
reestructuración del sector público empresarial, pero él sí
se ha “cocinado” un complemento para no dejar de perder
poder adquisitivo. Lo cierto es que produce sonrojo con la
que está cayendo. Igual que la asistencia remunerada a
Consejos de Administración de técnicos (interventores y
secretarios generales delegados) que cobran por asistir
dejando su habitual puesto de trabajo, de manera que lo
hacen por dos sitios, ya que no tienen el don de la
ubicuidad, se da la paradoja que cobran 320 € por “asesorar”
la votación para bajarles los sueldos a los empleados
públicos. Así salen luego “los informes que salen...”A
medida”, ¿verdad señor Vivas?. Claro que no sólo hay
informes “a medidas”, también hay “preguntas a medida” para
que el portavoz se explaye y, a ser posible, asuste a los
destinatarios.
¿Cómo se puede hablar de “recortes” y, a la vez, de
“remanente” para comprar aparatos? ¿Cómo no se “recorta” en
contratación “externas” y se le mete mano al sueldo de los
trabajadores?
Señor Vivas, algo no funciona de manera coherente o
sincronizada: si falta dinero para el Ajuste, mírese lo
superfluo, que no es precisamente el salario de un
trabajador, y péguese el tajo sin contemplaciones. Ahora,
fastidiar por fastidiar, mortificar al prójimo, por mucho
que usted vaya al Rocío, no es de recibo. Ustedes dicen que
es justo pero en conciencia, no parece de buena ley.
Dicen que el papel lo soporta todo y se han hecho informes
para tratar de justificar lo injustificable, que no hay por
dónde cogerlos. Por ejemplo, para muestra un botón:
Intervención, con firma del señor Caminero Fernández, habla
de “reducir gastos para mantener e equilibrio
presupuestario, que puede aproximarse a la cifra de 16,5
millones de euros. ¿Cómo “que puede aproximarse”? ¿Qué rigor
hay para escribir de “aproximaciones”? ¿A qué estamos
jugando con esa terminología tan imprecisa y endeble? El
sentido chapucero se percibe en cuanto uno rasca un poco.
Otro de los secretos mejor guardados es quien del personal
de confianza va a la calle. Todo se andará...
En realidad se habla de “recortes” y no se hace en lo que
supone un derroche que no son los sueldos. Se habla de
Ajustes y hay muchos desajustes sin ton ni son. En cambio se
amenaza para que no se produzca lo que teme el Gobierno: que
le toque pagar, una vez más, su altanería aunque van
pregonando el consenso y el buenísmo. O sea, que hemos
pasado, políticamente hablando, del talante de Zapatero al
buenísmo de Juan Vivas y después, a las “jugadas maestras”
tipo Plan B. Un rompecabezas que más bien parece un
jeglorífico, con compromisos no escritos y sin firmas, del
“si te he visto no me acuerdo” y un rosario de torpezas que
claman al cielo.
No se puede ir de bueno y jugándola por dejabo de la mesa.
Hay que mantener el tipo: ser y actuar uno como lo que es. Y
dejo el calificativo para el conspicuo lector. Llámenlo por
su nombre, por lo que merece con este comportamiento al
máximo responsable de todos estos dislates.
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