Cada movimiento en la causa que, impecablemente instruida
por el Juzgado nº 5, fue en su día incoada por el cruel
asesinato del miembro de las Brigadas Cívicas, Karim Mohamed,
supone para su familia revivir con aún mayor intensidad la
agonía que están padeciendo. Y más aún cuando uno de los
imputados, el Pajarito, decide solicitar ser oído de nuevo
en declaración (y van...), procuradores y abogados han de
ser citados, el traslado desde Cáceres comunicado a
Instituciones Penitenciarias, todo un despliegue y un
inevitable gasto para la Administración Pública, desde el
furgón a la escolta policial, todo es dinero. ¿Y con que
fin? Para que el individuo llegue a sentarse ante el
Instructor ante la expectación de las partes que ignoran
cuales son sus intenciones para limitarse a manifestar que
no quiere declarar y volver a su melodía habitual de “que
recibe amenazas”.
Nunca ha podido probar ni presentar una milésima de indicio
de que alguien le haya amenazado, pero no ceja en su empeño
de hacer perder el tiempo y de tomarle el pelo a la Justicia
¿Y para qué? ¿Para ver si ahora se retrasa el traslado y le
dejan un tiempo en Ceuta donde estará cerca de su familia y
podrá seguir denunciando sus fantasmagóricas amenazas? ¿Son
tal vez estrategias dilatorias del procedimiento o simples
tentativas de cumplir su voluntad de permanecer preventivo
en Ceuta? Si es así es que no conoce al nuevo director de
Los Rosales ni conoce la imposibilidad manifiesta de tratar
de manipular a un director que sabe más que los ratones
coloráos y que está más que bregado en tratar con
“elementos”.
Pero ya no se trata de la burla a la Justicia y del
desprecio manifiesto al dolor de la esposa, los hijos y la
familia de Karim Mohamed, sino de que la postura es cruel. Y
cuando “denuncia” amenazas que es su ocupación favorita,
humilla y ofende aún más a la familia Mohamed porque ellos,
los familiares directo del joven asesinado, sí han sido
objeto de gravísimas amenazas por parte del entorno “del de
siempre” y fue la hermana de la viuda la que tuvo que ir a
denunciar, aterrorizada, ante la Policía, la que insistió
para que detuvieran a los autores de esas amenazas (por
cierto al ser detenidos iban pertrechados con armas blancas)
y la que tuvo que presenciar con desesperación junto a la
viuda de Karim y sus hijos huérfanos, cómo el Juez nº 3
ponía en libertad a unos individuos sin tener en cuenta el
riesgo de reiteración delictiva, sin atender su peligrosidad
manifiesta, sin darle importancia a que eran amenazas de un
mal inminente, grave e injusto y el miedo que habían
provocado.
Y es la primera vez en 32 años de ejercicio profesional en
las que he presenciado cómo unas amenazas graves contra la
familia de una víctima de asesinato se cerraba con un
“juicio de faltas” y los autores se iban de rositas. Les
juro que no se trata de una anécdota ni de una leyenda
urbana, tampoco es un chascarrillo de mal gusto criticando
la Justicia, lo que les digo es real. Las amenazas de muerte
contra la familia del desafortunado Karim Mohamed que en
cualquier otro lugar habrían enviado directamente a sus
autores a prisión, en Ceuta son “faltas” poco más o menos
cómo decirle a una vecina “¡Te he de arrastrar de los pelos,
cacho de guarra!”.
Dolor sobre dolor y humillación sobre humillación. ¿Y que es
más lacerante para la viuda y los huérfanos de ese hombre
bueno que fue Karim Mohamed? ¿Que el Pajarito se cachondee
de la Justicia, o que la Justicia, poniendo en libertad a
quienes hacen peligrar sus vidas se cachondee de ellos?.
La viuda preguntado “¿Que ha declarado, que ha declarado?” Y
la respuesta “Nada de declaración, ha sido una burla”.
Cuando el cuerpo sin vida de Karim, podría decirse que “aún
está caliente” porque no ha pasado todavía un año desde el
día en que tres malnacidos le arrebataron el futuro a él, a
su mujer, a sus hijos y a los vecinos del Príncipe.
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