El Día Mundial sin tabaco que
celebramos en el día de hoy tiene como propósito fundamental
concienciar a la ciudadanía respecto a los efectos
perjudiciales para la salud de un hábito que supone la
muerte anual de 5,5 millones de personas en todo el mundo.
Por tal motivo, todos los estados miembros de la
Organización Mundial de la Salud (OMS) decidieron en 1987
institucionalizar una fecha que fomentara un período de 24
horas de abstinencia en todas las formas de consumo de esta
sustancia en todos los países del mundo.
En este día tan señalado, compartiré con los lectores de
este medio de comunicación algunas reflexiones desde la
perspectiva de quien ha sido consumidor habitual de tabaco
durante años a pesar de ser plenamente consciente de los
efectos de una sustancia que contiene elementos químicos tan
dañinos para nuestro organismo como la nicotina (componente
del tabaco que produce la dependencia) y el humo procedente
de la combustión incompleta de la hebra del tabaco y del
papel que lo envuelve (monóxido de carbono, gases irritantes
y sustancias cancerígenas).
Hablar del tabaco es hablar de un producto que es la causa
directa del 85% de las muertes por cáncer de pulmón y del
80% de mortalidad por procesos pulmonares crónicos. Un
producto que aumenta 10 veces la posibilidad de desarrollar
enfermedades cardiovasculares ya que repercute directamente
en las arterias de mediano y pequeño calibre que son las
encargadas de distribuir sangre por todo el organismo. Una
sustancia que provoca que el 70% de hijos de padres
fumadores puedan desarrollar enfermedades respiratorias
respecto a los hijos de padres no fumadores. Un hábito
responsable en muchos casos de la disfunción eréctil
(dificultad en la erección). Consumir más de 7 cigarrillos
por día genera efectos vasoconstrictores sobre las arterias
peneanas, además de potenciar la arterioesclerosis.
Argumentos todos ellos más que suficientes para adoptar una
decisión 100% beneficiosa tanto para la salud de los
fumadores como para la salud de todos aquellos que nos
rodean. Por tanto, dejar de fumar es una decisión
responsable y comprometida favorecida en la actualidad por
la proliferación de programas anti-tabaco dirigidos por
excelentes profesionales de la sanidad. Sin ninguna duda,
hoy es mucho más factible abandonar un hábito que provoca la
muerte de millones de personas en el mundo entre los cuales
puedes estar tú.
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