Cierto es que a Carracao la
historieta de la “cesión” de un espléndido local por parte
de la Ciudad a la empresa Joaquín Ferrer y Cía, editora de
El Faro, con la excusa de que será para un “Museo de la
Prensa”, le huele a chamusquina de intereses políticos, de
ahí su interpelación airadamente contestada por el Portavoz
Guillermo Martínez. Y ya no se trata de que existan en Ceuta
Asociaciones que necesiten un local para llevar a cabo sus
actividades, sino de que, indudablemente, el líder
socialista de la oposición “sabe y entiende” acerca de las
dificultades de instalación de un Museo y la millonaria
inversión que conlleva.
Lo que tanto Martínez como Carracao obviaron es que, además
de ese local, también ha sido adjudicado a la citada empresa
otro local en la primera planta del mismo edificio con una
condiciones ‘excelentes’, ya que los gastos que se hagan en
las reformas pertientes se quitarán de la renta, así que si
en lugar de montar las instalaciones en plan cutre y mirando
la peseta, se hacen unas obras y reformas de categoría y con
materiales de primeras calidades, al detraerse de las rentas
significará que estarán sin pagar “por los siglos de los
siglos”¡ Un auténtico chollazo!
Lo evidente es que la Ciudad ha cedido-alquilado dos plantas
a la editora de El Faro, presumiblemente para instalar en la
primera la redacción del diario y en la segunda su
hemeroteca. Pero, picaresca aparte, lo que causa perpejlidad
es la excusa de la instalación de un Museo de la Prensa que
todos sabemos perfectamente que no se trata de digitalizar
los archivos del decano desde 1934 y poner un par de mesas
con cuatro ordenadores y unos cuantos posters con portadas
antiguas del diario. En absoluto.
Al ser un medio escrito que comenzó su andadura en 1934 ha
de cumplir una serie de requisitos en cuanto a las piezas
que se han de exponer para que sea calificado como Museo.
Siempre más de 50 obras, porque menos sería simple “muestra
o colección”. Y no sirven fotos en plan poster de portadas
del año de Maricastaña, sino que lo normal en este tipo de
lugares es ir dividiendo por salas las épocas y que en cada
sala se exhiban las piezas que corresponden a ese periodo
histórico. En este caso la andadura del periódico hace que
casi nos remontemos al concepto de “Arqueología Industrial”
y ya saben que los museos dedicados a esos menesteres en
toda Europa, atesoran auténticas maravillas del desarrollo
de las máquinas. Eso sí, las piezas se exponen en cajas o
urnas de metacrilato, menos las de gran tamaño que tienen
que estar al aire.
Eso nos hace pensar a los amantes de la historia de la
técnica y a Carracao, que probablemente la empresa editora
de El Faro habrá ido conservando celosamente todos sus
artilugios desde los años 30, con la perspectiva de un
futurible museo. Si esa colección de piezas existe tiene un
valor económico extraordinario. Si no existe y hay que
montar un Museo de la Prensa habrá que apañarse y buscar
todos los aparatos que en su día fueron utilizados para
llevar a cabo la publicación, quiero decir aparatos
análogos.
Habida cuenta de que cada Museo “cuenta una historia” este
que está previsto en Ceuta y por cuyo local se pagarán 300
“simbólicos” euros tiene que mostrar al público, por
ejemplo, los accesorios fotográficos y su evolución
histórica empezando por los más primitivos. Lógico que el
periódico publica fotos y para hacer las fotos desde aquel
entonces se necesitan artilugios, así que habrá que exponer
tablas de exposición, exposímetros de extinción, fotómetros
de selenio, flashes de magnesio, de bombilla y electrónicos
y objetivos, obturadores, visores, telémetros, filtros y
parasoles, trípodes, cables disparadores y temporizadores y
por supuesto y para dar pábulo a la nostalgia:
daguerrotipos. Hay que recrear los quehaceres de aquellos
señeros reporteros gráficos. Por favor, también que exhiban
aquellos ambrotipos realizados sobre placas pero con mejor
imagen que los daguerrotipos y también los más modernos
ferrotipos.
Y todo bien documentado, no en plan potagero, cada
antiguedad expuesta sin saber lo que se está viendo, porque
Guillermo Martínez ha defendido con ahínco el proyecto
museístico desde una perspectiva cultural y para que
aproveche a alumnos, universitarios, turistas y público en
general, así que para acallar las lenguas viperinas y las
oscuras leyendas urbanas que hablan de chanchulleríos y
darles a esos mamones en los morros. ¿Y cómo? Nos
retrotraemos sin extendernos pero no pueden faltar las
antiguas máquinas de escribir, que son una belleza y que
son, antes que nada, muy románticas.
Y no es que se pretenda opacar la maravilloso Museo de
Figueras que tiene piezas únicas, pero en este de Ceuta, sin
aspirar a las maravillas del catalán tienen que destacar
“todas” las máquinas que han ido recogiendo alma y
creatividad de generaciones de redactores ¿Ejemplo? Una
Continental Silenta de 1934 o una genial Olympia Torpedo de
1939. ¿Y se van a olvidar las Olivetti? Hay que considerar
que ya se fabricaban en Barcelona en 1929 con el nombre de
Hispano-Olivetti y todos sus modelos, a lo largo del siglo
XX tuvieron su lugar.
¿Un sueño? Conseguir mostrar el primer modelo de máquina de
escribir electrónica de IBM ¡De 1934! Máquinas de escribir
tienen que aparecer todas las que representen cada época
hasta llegar a los primeros y enormes ordenadores ¡más
bastos!.
Y por supuesto no pueden faltar las máquinas de linotipia y
menos algún alguna preciosa máquina copiadora de imprenta
tipo la Duplicator de 1940. Generaciones y generaciones de
plumillas con las teclas echando humo ¡Cuan emotivo
homenaje! Razón tiene el Portavoz del Gobierno al
entusiasmarse con ese museo que será un emporio de arte
arqueológico industrial y de cultura. ¿Y la historia viva de
Ceuta a través de las antiguas cámaras de fotos? ¿Y esa
primera cámara Canon de 1934 que se llamó primero Kwanon?
¿Les ha hecho algo la cámara de 35 mm. Zeiss plegable de
1934? ¿O les parece poco interesante la Zeiss Ikon Nettar de
ese mismo año 1934? ¿O les molesta que aparezcan las
películas pancromáticas Agfa de 1931 o la película Kodak en
carrete de 1934 o la Kodachrone de 1935 la primera película
en color del mundo? ¿Y que esperan de un Museo de la Prensa?
¿Una hemeroteca cutre de números viejos? No. He aquí la
cámara Contax III de 1936 y la Hindeburg Leica de 1937 y en
recierdo a la II Guerra Mundial la Reporter Leica de 250
fotos de 1942. ¿Y la legendaria Leika M3 con montura de
bayoneta de 1954 y la Zeiss de 1956?
Empiezo y no tengo más límites que el espacio, pero
comprendo el entusiasmo del Gobierno de la Ciudad y la
generosa cesión de los grandes locales. Porque la cultura es
riqueza y las buenas y raras piezas del Museo serán riqueza
para esta ciudad.
¿Qué al final todo quedará en un chanchullerío y los locales
se dedicarán a uso privado instalando en ellos la redacción
del diario y su hemeroteca por un precio simbólico? Señores,
no sean mal pensados.
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