Lo acontecido durante la votación del pasado 24 de mayo para
elegir a los miembros de la Asamblea General de la
Federación de Fútbol, fue tan burdo que resulta grotesco. Y
los hechos que relata en su recurso el candidato a
Presidente José Antonio Florentino no se sabe si pertenecen
a un guión de una película de Alfredo Landa o si por el
contrario es “algo que puede haber sucedido” en la europea
Ceuta.
Y chusco y chirriante es el que la Comisión Electoral ante
la que se ha formulado el recurso a modo de queja lo haya
rechazado sin entrar en el fondo del asunto. Tampoco se
esperaba otra actitud distinta, ya que la Comisión Electoral
está formada por los presidentes del Comité de Competición,
el Comité de Apelación y el Comité Jurisdiccional de la
Federación de Fútbol de Ceuta, nombrados a dedo por el
actual presidente Antonio García Gaona. Es decir, son ‘los
mismos perros con distintos collares’.
No se han preocupado ni de estudiar los buenos fundamentos
jurídicos, ya que quien expone las arbitrariedades
acontecidas lo hace basando su pretensión de nulidad en el
propio Reglamento General de la Federación de Futbol
Española que es el instrumento legal llamado a regular este
tipo de supuestos, estableciendo en su articulado una
normativa de obligado cumplimiento y que en este caso, tan
lacerante y azarosa, ha sido conculcada sistemáticamente por
todas y cada una de las irregularidades que se produjeron a
lo largo de la votación, rectifico, desde el mismo momento
de la composición de la Mesa al privar de sus derechos a
unos interventores cuya presencia es garantía de la
legalidad y transparencia de todo el proceso. ¿Demasiados
legalismos para la Comisión?
Porque se puede afirmar desde una perspectiva jurídica que
existen vicios de formas de la suficiente entidad y enjundia
cómo para anular automáticamente todo el proceso y exigir
una nueva votación, esta vez con la presencia tanto de
interventores, como de observadores que sean capaces de
garantizar el cumplimiento de cuanto aparece reflejado en el
Reglamento. Aunque el criterio de los “sénecas” de la
Comisión sea contrario.
¿Que cómo se define este asunto “vox populi”? Calificándolo
de caciquil, cutre y bochornoso, dar por válidas unas
votaciones en las que se tuvo que avisar a un fedatario
público por desatender la Mesa cuantas reclamaciones y
quejas se formularon, ningunear a quienes se oponían, con
fundamentos, a que el proceso electoral se realizara de
forma tan turbia. Y ampararse en que Florentino, aspirante a
candidato no posee suficiente representatividad es una
chapuza jurídica y una artimaña de baja estofa.
En eso han quedado la FFC y la Comisión y a eso ha llevado
la pésima praxis, las ambiciones personales y la absoluta
falta de verguenza. Un esperpento, una burla, una pantomima
inaceptable y un descrédito para la institución en sí misma
considerada. Y este comportamiento “mamarrachil” debería
tener como respuesta una nueva reclamación, esta vez con más
interpelantes, porque el recurrente que realiza el escrito
rechazado, es decir, el aspirante a candidato ha sabido
manejar cada resquicio legal que pudiere entender abierto en
el propio Reglamento para apoyar con solidez sus
pretensiones.
La Comisión Electoral estaba llamada a “mover ficha” y a
restablecer la legalidad vulnerada y cómo no ha querido
hacerlo mejor acudir a la Consejería e incluso plantearse
inhabilitar a quien o quienes han tratado de utilizar de
manera ilegítima, ilegal y espúrea la sucesión de
arbitrariedades para defender sus propios intereses,
vulnerando con ello artículo tras artículo del Reglamento y
en este lastimoso vodevil a más de uno “se le ha visto
plumero” . Y eso no significa llamar “pájaros” ni a la FFC
ni a la Comisión.
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