Quienes tratan de ejercer de
“profesionales de la buena conciencia” no son precisamente
los que idean soluciones más sensatas. Así, si muchos
ciudadanos hemos reaccionado con indignación ante esa
especie de “tratamiento privilegiado” que los
buenos-buenísimos quieren dar al Príncipe, excluyendo a
otras barriadas cuyos vecinos gozan, según nuestra
Constitución, de idénticos derechos, la guinda del
pensamiento-merengoso es el pintoresco proyecto de enclavar
“también” la Comisaría Central en el extrarradio de manera
que pueda ser utilizada únicamente y con comodidad por los
ciudadanos de determinado enclave. Nada de racionalidad a la
hora de fijar la equidistancia, ni la mínima reflexión ante
las dificultades de acceso ni lo alejado de la comisaría en
ciernes. Tampoco una alusión sobre la idoneidad del uso del
Banco de España que es un edificio espléndido, céntrico y
desaprovechado, para instalar una Jefatura digna y en
condiciones, dejando por ejemplo la actual tan solo para los
temas de extranjería.
Muchas quejas y cántaras de críticas en negro sobre blanco y
letra redondilla se han lanzado ante conductas de
“maricomplejines” ¿Que piensan los Gobernantes? ¿Que por
tomar esas iniciativas buenistas van a consagrarse como
“espíritus puros”? De eso nada, hoy el personal es
contestatario y contestador, rechazamos el “victimismo
institucionalizado” de cualquier sector que trate de
ejercerlo y si a una determinada barriada la Ciudad Autónoma
le da algo, siempre nos interrogamos sobre lo que esa
barriada en concreto le da al resto de los ciudadanos, que
nos aporta y si existe reciprocidad, porque donde no hay
reciprocidad hay mamoneo y eso lo dice la propia doctrina
del Tribunal Supremo. Y tal vez porque estamos todos más
quemados que el cenicero de un bingo con tanto trato
diferenciado y tantas pamplinas, las sabias palabras de
Andrés Carrera del SUP han caído como la agüita del mes de
mayo que se nos va. Se le ve un tipo sensato y parece que
tiene a un viejo en la barriga de lo bien que diserta,
aunque en estos tiempos de hipocresía elevada al cuadrado,
el decir la verdad siempre parece bordear la “incorrección
política”. De hecho somos mayoría quienes suscribimos las
frases (rubricamos, firmamos y ratificamos) de este
profesional que es capaz de superar la adicción enfermiza
que muchos de esta ciudad tienen a “terriblificar” es decir
de considerar “terribles” hechos que en cualquier otras
ciudad no merecerían ni un parpadeo por parte de los
ciudadanos. ¿Que en Ceuta han aumentado los delitos? Por
supuesto, porque por la crisis cae mucha gente en la aduana
tratando de pasar hachís, la mayoría de forma más bien burda
y las detenciones con el concurso de los astutos guías
caninos incrementan las estadísticas. Pero que nos cuenten
en cuántos chalés han entrado bandas del Este, cuántos
butrones y alunizajes se hacen a la semana y cuántos atracos
a los viandantes a punta de navaja y que nos cuenten si,
como en Barcelona, han tenido que hacer un mapa de zonas con
“riesgo de ladrones” para avisar a los turistas y que no les
despojen de sus pertenencias. O vámonos a los violentos
atracos a bancos y a joyerías.
Ni medio. La ventaja de las palabras de Andrés Carrera es
que se niega a dramatizar, reconoce que hay puntos
calentitos, como en todas partes, pero nada de sensación
subjetiva de miedo al entrar en el portal de las casas no
vaya a venir detrás “el violador del ascensor” ni miedo a
dejar que los niños jueguen en las plazas no vaya a llegar
un pederasta. ¿Que hay que iniciar una campaña de recogida
de firmas para que se descarte lo de la comisaría allá donde
Cristo Nuestro Señor pegó las tres voces? Pues se inicia y
se manda a la Delegación de Gobierno. Muchos melindres es lo
que hay y muchas fantasías con la nueva comisaría cuando no
son capaces de instalar en la que hay unos calabozos en
condiciones donde las criaturas estén cómo personas.
¡Cuántas tonterías!.
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