Estaba visto, no hay sentido común
y sí una especie de barbarie que deja asombrados a todos los
que saben pensar y conocen por el camino que van.
Como madridista que soy, de siempre, me alegro infinitamente
que el partido entre el Atletic Club de Bilbao y el
Barcelona no se haya jugado en el Santiago Bernabéu, con lo
que esa casa, que siempre fue seria, no ha colaborado, ni de
iure, ni de facto, en el mayor ultraje que se ha hecho a
nuestro himno, por parte de dos aficiones que, ya desde
ahora, han quedado descalificadas, por sí solas, y para
siempre.
A pesar de que TVE quiso ocultar, no sé con qué objetivos,
la pitada, ésta se dio y en unos términos vergonzosos, con
lo que han demostrado, vascos y catalanes, o catalanes y
vascos, que todo lo que huele a instituciones sanas de
España no va con ellos.
Lo mejor que podrían haber hecho, tanto catalanes como
vascos, o a la inversa, era no haberse presentado a jugar la
competición que lleva el nombre del Jefe del Estado y que
como tal lleva aparejado el que en su honor, y respetándolo,
suene el Himno de España.
Era la Copa de España, ahora Copa de SM el Rey, en otros
tiempos Copa de SE el Generalísimo y antes, también, Copa de
la República.
En definitiva la Copa de España, a la que han faltado el
respeto las dos aficiones y, por tanto, lo mejor sería que
para la próxima edición no participaran en ella ninguno de
los dos y jugaran los unos contra el Nastic, San Andrés o
Cornellá, y los otros frente a Arenas de Getxo, Bermeo o
cualquiera de los equipos que hay en Euskadi, y es que con
estas actitudes de las aficiones correspondientes, en esta
competición los dos están sobrando.
Oyendo, lo que se podía oír, de nuestro himno, a uno le daba
la impresión de que al uno y al otro se les había invitado a
comer a casa ajena y nada más llegar al comedor habían
empezado a romper los platos.
Es lo que ha habido, lo otro, el resultado me daba lo mismo,
porque mi deseo me decía que lo mejor que podría ocurrir, en
un caso como éste, era que perdieran los dos, con lo que
ninguno hubiera podido gozar del triunfo, pero como eso no
se puede ser, ahora viene la doble cara o la hipocresía de
esta situación y es que el que ha ganado va a celebrar el
triunfo de un trofeo que no quiere, de un trofeo al que su
afición ha menospreciado, con lo que no van a ser muchos los
aficionados que lo disfruten, de verdad.
Razón tenía Esperanza Aguirre, en un caso como éste lo mejor
hubiera sido suspender el encuentro y, si acaso, jugarlo a
puerta cerrada para no tener que soportar el desprecio al
Himno de España y a la propia España.
Y a todo esto, más de uno de los jugadores que estuvieron en
la final van a vestir la camiseta de España, pero a ninguno
de ellos le hemos oído hacer un reproche a todos esos que
estuvieran en tan gran pitada, con lo que, desde ahora habrá
que empezar a preguntarse ¿Sienten, de verdad, la camiseta
esa que van a llevar durante las próximas semanas?.
Particularmente, yo lo empiezo a dudar muy en serio y lo
primero que empiezo a pensar es que lo que están buscando
ahí es acrecentar su fama, además de lograr unos buenos
dividendos por pasear la camiseta de la Selección de España,
que no es, en concreto, la de Euskadi o la de Cataluña, sino
la de todo el territorio español.
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