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OPINIÓN - LUNES, 21 DE MAYO DE 2012

 
OPINIÓN / COLABORACION

El día 22 yo voy a la huelga

Por Carlos Antón Torregrosa*


Contar los motivos por los que secundaré la huelga de la enseñanza me llevaría a relatar la historia de mi vida…de mi niñez, de mi infancia, de mi adolescencia, de mi etapa universitaria, de los muchos años que me recorrí como interino la geografía española, de la época de las oposiciones, de las luchas sindicales, de los encierros en los institutos, de una huelga de hambre que marcaría para siempre la conciencia de la dignidad, de la solidaridad, del trabajo colectivo por levantar, entre todos, los cimientos que sostienen un país libre: la educación.

Veía a mi madre, cuando era niño, ir a su escuela. Las cosas no andaban bien en casa y, después de muchos años, tuvo que ponerse a trabajar. Con más de 40 años y cuatro hijos se puso a estudiar las oposiciones mientras esperaba todos los años el nombramiento de interina o la posibilidad de una sustitución. Entre fogones, platos sucios y una opresión en el pecho sobre la amenaza de perder su trabajo estudiaba en la inmensidad de la noche, preparaba sus clases con las luces agonizantes del día y los amaneceres sigilosos….Aquellos años vivimos muchos conflictos en la enseñanza. La dictadura recién acabada hizo que los trabajadores fueran recuperando una conciencia de clase tan enterrada durante largos años de silencio.

Recuerdo en el instituto los primeros aires de libertad: alumnos y profesores debatíamos sobre el sistema educativo, las reformas, la esperanza de hacer desde las aulas la revolución social que necesitaba nuestro país . Éramos conscientes de la importancia de la unidad, de la necesidad de compartir intereses y proyectos. No olvidaré jamás una huelga de profesores no numerarios que consiguió paralizar durante más de un mes la enseñanza. Padres, profesores y alumnos fuimos eslabones que logramos formar una cadena indestructible….

Terminando el bachiller llegaron los ecos del golpe de estado. Creo que comenzamos a valorar más lo que habíamos conseguido: la escuela libre, pública, laica, debería ser un bastión para una sociedad democrática, crítica y solidaria. Una sociedad que formara personas en los nuevos retos con los que empezábamos a caminar.

Llegó la Universidad, la Facultad de Filosofía, los debates ideológicos, las reivindicaciones por las tasas, por las becas, por los programas de estudios. Tal vez el referéndum contra la OTAN nos devolvió de nuevo la sensación romántica de que el pueblo siempre debería estar unido en momentos clave…..

Y así, en un abrir y cerrar de ojos, comencé a trabajar como profesor interino en Andalucía. Fueron 12 años, tal vez, los mejores años de mi vida… La docencia era una pasión, un aliciente para creer en la utopía…las clases de Filosofía eran campos abiertos de opinión sobre los temas que suscitaban interés y que provocaban rutas existenciales para descubrir quiénes éramos cada uno de nosotros: el sentido de las cosas, el futuro, el compromiso para con los demás….

Y en aquellos años también aprendí que los derechos hay que conquistarlos y que, una vez conquistados, hay que defenderlos con uñas y dientes… fue un febrero de 1992, muchos profesores llegamos a clase y se nos comunicó que habíamos sido cesados para recolocar a otros compañeros. Nuestros contratos fueron anulados de golpe y porrazo…

Empecé una huelga de hambre que duraría 18 días: encierros, asambleas, manifestaciones…conseguimos contar a la sociedad lo que estaba pasando en la enseñanza con un colectivo de trabajadores....Conseguimos muchos apoyos, nos hicimos oír, nos hicimos ver, nos hicimos notar, se habló de nosotros, se pensó en nosotros, se discutió sobre nosotros….De una manera o de otra, ganamos la batalla a la administración accionando el inmenso poder de la opinión pública que decide tomar, de una vez por todas , cartas en el asunto: la calidad de la enseñanza, la precariedad de muchos profesores, la falta de sustitutos, la no adjudicación de vacantes, las cargas horarias injustas, los turnos de mañana, tarde y noche…..Creo que todos llevamos la antorcha y creo que comenzamos a creer en nosotros mismos, en la posibilidad de hacer un frente común con lo que considerábamos inalienable: La enseñanza pública y todo lo que ello significa.

Ya han pasado más de 20 años de aquellos acontecimientos y sigo intentando despertar voces dormidas entre mis compañeros que se ven derrotados antes de la batalla, que creen que nada se puede hacer porque no están dispuestos a hacer nada, que critican a los sindicatos desde fuera y no desde dentro. Voces dormidas que no se rebelan contra los que quieren cegarnos con sus razones infames para clausurar, de manera acallada, la escuela pública, de calidad, libre, gratuita y democrática:

Yo, el martes iré a la huelga…..

Por mis compañeros interinos que perderán su puesto de trabajo.

Por todos los profesores que serán desplazados de los Centros y tendrán que dar asignaturas en la que no están realmente formados.

Por los opositores que no tendrán la posibilidad de una oferta pública de empleo.

Por los sustitutos que llegarán tarde, mal y nunca a los Centros.

Por las clases masificadas.

Por un aumento de la jornada laboral que conlleva un desgaste del profesorado. Los alumnos no son números, son personas.

Por los compañeros del convenio que verán recortados sus contratos ( trabajadores sociales, bibliotecarios, profesores de informática…)

Por los compañeros que consiguieron una reducción de jornada después de tantos años de servicio y perderán ese derecho.

Por las becas y ayudas que la administración no concederá.

Por el aumento de las tasas universitarias.

Por la calidad de la enseñanza.

Por el respeto a la labor docente.

Decía García Márquez que lo más importante que aprendió a hacer después de 40 años es a decir NO cuando es No. Hago mías las palabras de Platón cuando en la” República” habla de la justicia: “ la peor forma de justicia es la justicia simulada”.

Todos y cada uno de nosotros vamos en el mismo barco. Todos somos responsables en la medida de nuestras posibilidades de construir una escuela de todos y para todos….El silencio nos convierte en cómplices.

* Profesor de Filosofía del I.E.S “ Siete Colinas”.
 

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