No podía ir más a tono que ha ido
la temporada futbolística ceutí, con la crisis que nos está
tocando a todos, aunque en no todos los capítulos que se han
dado haya sido la crisis la que los ocasionó.
En los juveniles, la auténtica crisis se gestó en el mes de
agosto del pasado año, cuando las manifestaciones de un
árbitro, descendido de categoría, puso en claro las
fechorías llevadas a cabo por el estamento arbitral en las
temporadas anteriores.
Aquellas manifestaciones del árbitro descendido rompieron el
“pasodoble” del Gimnasio Ceuta Goyu Ryu, después de una
veintena de temporadas en la División de Honor.
Aquellas manifestaciones del colegiado que dejó de ser de
tercera división puso a los juveniles de la AD Ceuta en
categoría local, y a los del UA Ceutí a punto estuvo de
mandarlos también a esa categoría, además de haber hecho que
el Goyu Ryu dejara de ser de División de Honor.
En la tercera división más que afectar la crisis al descenso
del Murallas, el Murallas hizo que se acrecentara la crisis,
porque jamás un equipo que estuvo más de veinte jornadas sin
ganar un solo partido, hubiera podido llegar, hasta el
último instante de la última jornada, con posibilidades de
mantenerse en la categoría. Habría sido una afrenta para lo
que es el fútbol de nuestros días que el Murallas se hubiera
salvado y hubiera vuelto a salir, sin estructura alguna, una
temporada más en la tercera división.
Pero donde afectó la crisis, y de qué manera, fue en el
primer equipo de la Ciudad al que le llegó la época de las
“vacas flacas” y a eso se unió el que los resultados, seguro
que por eso, no fueran como se hubiera esperado, desde el
primer momento.
El Ceuta ha pasado, en estas dos últimas temporadas, de
hombre rico a hombre pobre y de ser el equipo al que nadie
hacía ascos, porque pagaba y pagaba bien, a ser uno de
tantos, desde que las “promesas”, que en su día se hicieron,
no se han cumplido en su totalidad.
El Ceuta, ahora mismo, es una auténtica pesadilla para la
Santa Casa Madre, y es una pesadilla porque en el
Ayuntamiento saben que si el conjunto ceutí tuviera que
descender por impagos, todos ahí van a quedar marcados por
la generosidad que ha habido hace 3 o 4 años y la tacañería
que ha existido, especialmente, a lo largo de esta
temporada.
Por méritos propios, deportivamente hablando, el Ceuta se ha
quedado en la categoría, pero si no llega la ayuda prometida
de palabra, por falta de pago podría irse a la tercera
división. ¿Quién le va a poner el cascabel al gato?.
El mes próximo va a ser clave en el devenir del Ceuta y muy
especialmente cuando ya se ha dicho que no va a recibir ni
un euro más de lo que ha recibido.
Mirándolo fríamente es comprensible, cuando ni las deudas
propias es capaz de pagarlas el Ayuntamiento, teniendo en
sus dependencias las facturas por los servicios que recibió
en su día, pero claro, si un día haces una promesa
oficialmente, aunque las promesas no se contabilizan,
alguien va a quedar marcado y muy marcado, de por vida, de
no haber cumplido lo que prometió.
La crisis, en realidad, a quien ha afectado más que a nadie
ha sido el Ceuta, que siempre había dependido de las arcas
municipales y cuando las arcas se han quedado “sin
telarañas” ha sido el primer equipo de Ceuta el que sufrió
el palo más gordo. Ahora toca esperar.
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