Cuando yo me permito el lujo de
decir que algo es verdad significa que es más verdad que
otras afirmaciones concurrentes sobre el mismo tema, aunque
no represente la verdad absoluta. Pongo un ejemplo que he
leído en ‘Las preguntas de la Vida’, libro escrito por
Fernando Savater: “Es verdad que Colón descubrió el
continente americano a los europeos (aunque sin duda
navegantes vikingos llegaron antes, pero sin dar la misma
publicidad a su logro ni intentar la colonización) y es
verdad que el vino de Rioja es un alimento más sano que el
arsénico (aunque bebido en dosis excesivas también puede ser
letal, mientras que pequeñas cantidades de arsénico se
utilizan en la farmacopea para fabricar medicinas). Etc.”
Conclusión: la verdad absoluta no puede descubrirse justo
porque no es una perspectiva. Pero que toda verdad que
alcanzamos racionalmente responda a cierta perspectiva no la
invalida como verdad, sino que sólo la identifica como
humana. Lo dicho viene a cuento porque Juan Vivas
cuando le han preguntado sobre las declaraciones realizadas
por José Antonio Muñoz, como presidente de la
Asociación Deportiva Ceuta, ha contestado que la verdad
absoluta no existe. Y lo ha dicho convencido de que con esa
respuesta deja a Muñoz en fuera de juego. Y se equivoca.
Se equivoca rotundamente. Porque los hombres de palabra
siempre han llevado a gala cumplir sus compromisos.
Compromisos que antes, mucho antes de que Vivas tuviera uso
de razón, los hombres de verdad sellaban sus negocios con un
fuerte apretón de mano. Tan fuerte como solía estrechar la
mano Serafín Becerra. Y pobre de la persona que
incumpliera semejante pacto. Pues apenas se conocía el
incumplimiento, el sujeto pasaba a ocupar un lugar indeseado
en la vida pública.
Cuántas veces, cuando tenía yo la edad en la boca, habré
oído decir que Fulano era peligroso. Que no era fiable. Que
su palabra valía menos que nada y que cualquier acuerdo con
él debería hacerse mediante notario. De lo contrario, uno se
exponía a sufrir un varapalo enorme. Y lo contrario: si
Fulano le ha dado su palabra, bien puede usted irse
tranquilo. Que la cumplirá por encima de todo inconveniente.
Un hombre de palabra cumple lo prometido aunque le cueste lo
indecible. De no hacerlo, es decir, de chaquetear, termina
labrándose fama de ser persona escasa de valor para
mantenerse en un propósito hasta el final. Lo cual en un
político es incluso peor que ser cogido en cualquier desliz
de humano.
Juan Vivas no debe negar lo que le prometió al presidente de
la Asociación Deportiva Ceuta. Ni debe ni puede. Si no
quiere que esa renuncia le suponga una pérdida de crédito
mayor de la que él se imagina. Es cierto que corren malos
tiempos en todos los sentidos como para mantener equipos de
fútbol con subvenciones millonarias. A equipos de fútbol y a
federaciones que ni siquiera han sido capaces de airear una
auditoría con el fin de que supiéramos en qué han venido
gastando esos dineros.
Así que metido ya en honduras, vuelvo a insistir en que
estoy deseando conocer las cuentas de la Federación de
Fútbol de Ceuta. Y, desde luego, necesito que me digan cómo
se han gastado las subvenciones concedidas por el Gobierno
local a dicho organismo. Y más aún: a ver si se aclara, de
una vez por todas, si el presidente de la federación no está
en fuera de juego.
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