Dicen los especialistas que, este
año, la depresión estacional ha pegado más duro que nunca y
que han acidido infinidad de pacientes aquejados de
cansancio, gripe por estrés, astenia y estado de trsiteza y
desmotivación. Cómo en cada cambio de estación cuando los
biorritmos se tienen que adaptar a los cambios horarios y a
las distintas horas de luz. Pero yo discrepo. Quiero decir
que no discrepo de que existan depresiones estacionales,
sino de que los motivos que dan lugar a que tanta gente se
encuentre agotada y fatal en este caso, cuando hasta hace
tres días estábamos en invierno, dale que te pego con las
borrascas y un frío de pelarse, no puede ser precisamente el
que haya entrado el calorcito. Vamos ¡Que se lo pregunten a
las niñas y los niños de las comuniones! Fin de semana,
comulgandos más bonitos que un San Luis y comulgandas como
ángeles nacarados, padres e invitados “estrenando la
primavera” con sandalias y mucha manga corta y el tiempo
cayendo chuzos de punta, lluvia, viento, frío, noviembre en
abril y en mayo ¡La madre que parió al tiempo! Y mucho
comentario acerca de que nos habían echado un mal de ojo
meteorológico y así nos iba como nos iba y las tiendas sin
vender ni un colín ¿Quien tenía el valor de vestirse de rosa
poudre y de colores pastel con bandera roja en el Estrecho?.
La gente estaba mal, no por el buen tiempo, sino por el
tiempo horroroso porque llega un momento en el que, el
organismo humano, necesita la nueva estación, olvidarse de
fríos y helores y estar con el cuerpo calentito, la manga
corta y tomando el sol con precaución y protección 50 si se
han cumplido los 30, pero para que ese astro rey aumente los
niveles de serotonina en la sesera, fortalezca los huesos
sintetizando la vitamina D, dore un poquito la piel
paliducha del invierno y den ganas de salir a las calles a
pasear. Y Ceuta es una ciudad que se conoce si “se pasea” y
lo digo por experiencia, porque no es lo mismo andar de un
lado a otro, aquí me paro a mirar, allí me enciendo un piti
y me siento en un banco a fumar, mira lo bonita que han
dejado esta fachada o ¿Es que nadie le ha explicado a
quienes han rehabilitado o restaurado que en las fachadas de
valor histórico y patrimonial no están permitidos los
carteles anunciadores de colorines ni los neones? Más que
prohibidos ¡No vean las multas si en un balcón de un
edificio recién remozado hurtan los balcones de hierro
forjado con un cartelón luminoso de “Peluquería Pitu”! Ni
apercibimiento, multa y retirada fulminante. ¡Faltaría más!.
Pasear la primevare y las calles que se han llenado en un
par de días de colores, por la ropa, por mucho blazer
clarito con pantalón pitillo y por destellos de esas
tonalidades maravillosas que en francés se llaman “macarons”
y son unos pastelillos redonditos y azucarados, la bendición
de Dios hoy trasplantada por iniciativa en primer lugar de
Louis Vuitton coutûre (sí, el de los bolsos y la
marroquinerie de alta gama reciclado en marca de alta moda)
que ha realizado una colección pastelosa, dulce, llena de
tiras bordadas, con cuellos calados y faldas con vuelo años
60. ¡Ay! Las aceras resplandecen vestida de primavera-verano
y después de tan mal tiempo, cuando parecía que el buen
clima “no acababa de llegar” ¡Y malditos sean los que no han
firmado el Protocolo de Kyoto! Aparece el sol, se arrinconan
los nubarrones, su poquito de bruma marina y la Medalla de
Oro de la Ciudad a las terracitas de las cafeterías ¡La de
vida que nos dan!
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