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OPINIÓN - DOMINGO, 13 DE MAYO DE 2012

 

OPINIÓN / DESDE LA OTRA ORILLA

Estimado lector
 


José Salguero Duarte
opinion@elpueblodeceuta.com

 

En estos momentos, que lee usted esta mi primera tribuna de opinión en El Pueblo de Ceuta, comienza oficialmente mis colaboraciones en este diario independiente. Agradeciéndole en primer lugar al señor gerente Ángel Muñoz Tinoco, que me abriera las puertas de par en par de su despacho y redacción, para que exponga mí sentir y pensar con absoluta libertad de expresión con arreglo a lo dispuesto en el constitucionalismo español y demás leyes nacionales y autonómicas, así como, en lo plasmado en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Estampándose el compromiso el pasado lunes con un apretón de manos, que es como lo hacen siempre los hombres rectos, cabales e íntegros.

Siendo evidente, a raíz de ese acontecer, que me encuentre contento y feliz, porque disponer de esta ventana a la libertad de expresión no es cualquier cosa. Debiendo hacer extensivo mi agradecimiento, al señor presidente del Consejo de Administración José Antonio Muñoz, y a cuantos profesionales de las distintas áreas hacen posible, que este periódico vea la luz diariamente.

Mi primer contacto con en El Pueblo de Ceuta, acaeció a raíz de que un gran amigo ceutí, me enseñara en Algeciras donde resido, el ejemplar número 5.881 del martes 17 de abril pasado. Causándome muy buenas vibraciones nada más sentir con las yemas de mis dedos el tacto de sus páginas. Hasta el punto, que por la noche, visité las distintas secciones de su edición digital, agregándolo al grupo de mis periódicos favoritos.

Confieso, que con Ceuta me une una cierta química, desde que visitara por primera vez esa maravillosa ciudad siendo un niño. Por lo tanto, siempre que puedo viajo con grupos de personas ceutíes por distintos lugares de España. Habiendo realizado el último del 26 de abril al 3 de mayo pasado a Ibiza. Debiendo destacar que de regreso, un compañero de viaje ceutí conocedor de mis facetas literarias y periodísticas, me sugirió que escribiera en un diario de Ceuta, para que el seguimiento que me hacía por Internet, hacerlo a través de un periódico local.

Esa indicación me caló tanto, hasta el punto, que al día siguiente, viernes 4 de mayo, me puse en contacto telefónico con la redacción de El Pueblo de Ceuta, atendiéndome maravillosamente bien doña Tamara Crespo, formalizándose mí desembarco definitivo en este diario el lunes pasado, como ya indiqué inicialmente.

Y al ser usted estimado lector de El Pueblo de Ceuta, la esencia de mí ser como escritor, pintor o poeta. Le confieso, que si me presento ante usted cubriendo mi cabeza con un sombrero, no es por falta de respeto, sino porque en verano tengo miedo de que los rayos solares derritan mi masa encefálica, y en invierno, por el contrario, el frío me la congele.

Siendo muy adverso para mí, que una ventolera mandara el sombrero a la Cochinchina, porque me quedaría sin una de mis señas de identidad. Con la que me protejo de ciertas inclemencias naturales y sociales, similarmente como lo hacen las tortugas con sus caparazones.

Por lo tanto, cada domingo en mis tribunas de opinión, en el lugar que me ha sido asignado junto a la editorial del periódico, me desnudaré totalmente ante usted, escribiendo desde lo más profundo de mis objetividades libres de alforjas y encofrados. Y en determinadas ocasiones sacaré la miel que llevo en mis genes sin que empalague, porque las circunstancias existentes actualmente en España en muchos contextos no están para alabanzas, sino para todo lo contrario.

Y al no ser palmero de nadie, iré espolvoreando la tinta roja de mi estilográfica sin prisas pero sin pausas con un lenguaje popular, dirigido muy especialmente al pueblo llano, honrado y trabajador. Y desparramaré con bastante frecuencia mi acidez e ironía, para despertar las conciencias dormidas. Porque mientras millones de españoles pasan hambre, no teniendo dinero ni para hacer frente a las necesidades primarias y básicas. Muchos presuntos y no presuntos despilfarradores de los dineros públicos, al tener pagada la luz de forma vitalicia, no se acuerdan de cuando algunos de ellos estaban demacrados por la falta de nutrientes.

Le diré, estimado lector, que al estar siempre situado en la otra orilla de los poderes establecidos, es evidente, que en mi hambre mande yo y en mi dignidad también. Causa para que le pusiera de nombre a esta sección ‘Desde la otra orilla’, conjugándose en esa denominación circunstancias diversas que motivaron a Crescencio Torés dejar escrito sobre mí, que “estoy condenado a escribir, lo que otros no se atreven decir”. Gracias.
 

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