Suerte que estamos iniciando la
etapa del “cambio” y ello conllevará un presumible revulsivo
general que afectará a extremos que incomodan a los
ciudadanos. No todo van a ser ajustes y recortes, ya verán,
ya verán que, cómo dijera Alfonso Guerra en su momento,
plagio y afirmo que de aquí a año y medio a España “no la va
a reconocer ni la madre que la parió” tan sólo hay que
echarle un poco de aguante, un mucho de empuje y más de
pelotas a la izquierda para que no vaya en plan “Rosita la
dinamitera”. ¿Y qué tienen que ver nuestras perspectivas de
esplendoroso futuro con el precio del helicóptero que viene
a ser un jarro de agua fría sobre los intentos de ir-venir a
un precio asequible? Pues poco y mucho. Porque para que esta
ciudad marinera y su particular cielo a modo de museo de
nubes alcance la categoría turística que, por situación y
encanto, le corresponde, tienen que limarse muchas aristas
en temas que no son fundamentalísimos tipo “planes de
empleo” pero si bastante jodidos, con perdón del verbo y que
fastidian al personal. No ya sólo el precio prohibitivo del
helicóptero para llevarte dando tumbos al otro lado de
España, sino el propio transporte marítimo y los controles
de la policía ¿De España a España?
¿A que huevos tienen que meter en la máquina los nombres de
todos los pasajeros españoles que exhibimos nuestra
documentación? ¿Es que en el AVE Málaga Madrid hacen esos
controles? Comprendo, admito y entiendo que haya un riguroso
control de los extranjeros para ver si van con visado y
papeles en regla. Y que te metan el DNI en el ordenador y se
queden mirando fijamente la pantalla cómo si fuera a saltar
una busca por terrorismo es incómodo, molesta y humilla
bastante a los españoles que van a España y con el
inconveniente de tener una inoportuna lengua de mar por
medio. ¿Controlar la inmigración y la entrada ilegal de
extranjeros? Lógico, normal y exigible.
Pero a quienes exhibamos nuestra garantía de ser españoles y
con la foto que coincida que nos dejen tranquilos y nos den
paso, que bastantes desventajas tenemos desde el momento en
que el Ministerio no se copia de los astutos gibraltareños,
“rescata” un buen puñado de metros a los mares y nos
montamos, como han hecho ellos piratenado hectáreas a las
olas, un aeropuerto digno, pequeñito, casi cómo el de
Melilla que no ha empezado la pista cuando se ha acabado,
pero lo bastante cómo para tener un abanico amplio de
posibilidades al “que voy que vengo”. ¿Y cuantos
trabajadores de La Línea han tenido la oportunidad de
trabajar en las obras impresionantes de hurtar espacio al
agua que acometen cuando les da la gana los de Gibraltar? De
hecho la superficie del Peñón es hoy el doble de grande que
cuando se firmó el tratado de Utrech y con menos papeles
internacionales de por medio para “okupar” el Estrecho, que
un burro robado.
Así tienen un pedazo de aeropuerto desde el que van y vienen
a Londres por precios absolutamente simbólicos mientras que
nosotros en Ceuta, para poder volar, tenemos que pedir un
crédito al Unicaja y poner como aval la VPO. ¿Que los
residentes tienen ventajas? Por supuesto, pero ante las
trabas burocráticas y los enormes inconvenientes renuncié en
su día a empadronarme, mi culpa fue por no haber dado cómo
domicilio una vivienda con otros treinta empadronados y
vivir sola. ¡Ojalá el cambio traiga una buena revolica! Y no
nos traten en la aduana de embarque cómo a sospechosos y
existan vuelos low cost.
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