Yo nací cuando todavía sonaban los
últimos cañonazos de la guerra. De una guerra incivil de la
que tanto se ha hablado y escrito. Los años cuarenta fueron
tiempos terribles donde los niños, expuestos a toda clase de
problemas, aprendimos lo que no estaba en los escritos.
Juan Eslava Galán, extraordinario escritor, cuenta en
‘Los años del miedo’, libro que recomiendo, que en los
primeros años de la posguerra abundan las mujeres a las que
el hambre y la miseria arroja a la mala vida. En la escala
más baja están las cincuentonas, las enfermas, las
celulíticas; las viejas escuálidas que lo hacen con la luz
apagada para disimular los colgajos; las desamparadas a las
que nadie quiere de puro feas. Muchas hacen la calle en las
afueras, cerca de los cuarteles, en pensiones infames, o, si
la clientela no tiene para la cama, en descampados y
derribos. Cada ciudad tiene su zona de puterío lumpen.
Lo contado por el escritor jiennense es real. Tan real como
la misma vida que le tocó vivir a una generación que fue
víctima de una contienda bélica, mucho menos insufrible que
la posguerra. Opinión basada en datos y conversaciones oídas
a quienes fueron al frente y luego tuvieron que soportar
indecibles males.
Lejos quedan los años cuarenta del siglo pasado, muy lejos;
pero hay momentos en los que surge cualquier motivo para
acordarse de una época tan gris, tan despreciable, tan ruin
y en la que el hambre hacía estragos por doquier. Hambruna a
la que había que enfrentarse. Y fueron las mujeres, muchas
mujeres, las que se vieron obligadas a dar un paso al frente
para que los suyos pudieran sobrevivir a la canina. El
motivo que ha hecho posible que a mí me haya dado por mirar
hacia atrás, hacia aquellos años horribles de la posguerra,
ha sido tener conocimiento del curso de prostituta que se ha
ofrecido en Valencia: teoría, práctica y bolsa de empleo.
‘Trabaja ya’. Así reza la oferta.
Una oferta que ha tenido inmediata y numerosa respuesta. Es
decir, que casi cien personas han aceptado acceder a un
curso de prostitución profesional. En el cual, mediante el
pago de cien euros, se les asegura a las alumnas un completo
dominio de la profesión más antigua del mundo.
El empresario, a quien se le reconoce gran experiencia como
proxeneta, se ha dedicado a repartir tarjetas publicitarias
-bajo el lema ¡Trabaja ya! Curso básico de prostitución- en
los alrededores de un centro universitario. Algo que ha
causado una tremenda conmoción en tierras del Turia.
Pero hay más: a las alumnas que saquen en el lecho las
mejores notas, o sea, las que demuestren ser sobresalientes
en tal cometido, se les asegurará trabajo a destajo y dinero
a granel. En Valencia, tierra de las flores, de la luz y del
amor, las mujeres están siendo tentadas… En momentos donde
prima la escasez de dinero por mor de las intransigencias de
una calvinista, llamada Merkel. La cual parece estar
tomándose cumplida venganza de las gravosas reparaciones a
las que fue sometida Alemania en la Conferencia de Paz,
celebrada entre enero y julio de 1919, en Paris, tras la
primera guerra mundial. Y en Valencia, morada firme de los
populares, tanto la alcaldesa, Rita Barberá, como la
delegada del Gobierno, Paula Sánchez de León, se han
llevado las manos a la cabeza. Y, tras gritar ambas que la
culpa es de Zapatero, han denunciado el hecho a la
Fiscalía. ¡Ps!..., allá ellas. Sus razones tendrán.
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