Alfonso Antona es enfermero, cooperante en países no
desarrollados desde hace más años de los que puede recordar,
colaborador de Fuden (Fundación para el Desarrollo de la
Enfermería) y asesor de la dirección general de salud
publica de Madrid Salud. Ha impartido en Ceuta la última
parte del curso sobre enfermedades tropicales desatendidas
que concluyó ayer. La formación ha versado sobre el
desarrollo humano y la cooperación internacional al
desarrollo. Antona lamentó, durante su entrevista con EL
PUEBLO, que los recortes en el campo de la cooperación van a
provocar “la muerte de millones de personas”. Considera que
la estrategia a desarrollar debe partir de mejorar los
hábitos de higiene y la calidad del agua.
Pregunta.- ¿En qué ha consistido su parte del curso?
Respuesta.- En explicar qué significa el desarrollo y cuáles
son las causas del no desarrollo en determinados países; es
decir, por qué hay países ricos y pobres. Planteo que hay
unas reglas injustas a nivel internacional, que la
globalización es deprovadora y que acaba con los más pobres,
que la colonización fue desastrosa y genera dependencia. Por
lo tanto, mis estrategias de cooperación no van por la
caridad cristiana sino encaminadas a abrir los ojos a la
población e ir hacia la equidad y la justicia. En el curso
hacemos un análisis exhaustivo de cuáles son esas
estrategias de cooperación, qué actores intervienen, cómo se
modula la ayuda y la cooperación y como está la ayuda al
desarrollo en nuestro país. Nos centramos en el sector
salud, y ahí partimos de una premisa: la pobreza genera mala
salud, pero la mala salud también genera pobreza. A partir
de ahí analizamos que, por ejemplo, la pandemia del sida en
el África subsahariana ha supuesto que la esperanza de vida
sea menor en las mujeres que en los hombres, al contrario
que en el resto del mundo. Vemos también que la malaria
afecta en gran parte a los menores de cinco años. En
definitiva, que el 80% de todas las enfermedades que causan
mortalidad en la población más vulnerable son prevenibles
con medidas muy baratas, y no hay justificación ni moral ni
política para no desarrollarlas.
P.- ¿Con que visión salen los alumnos?
R.- Salen con los ojos más abiertos. Tenemos una visión
sesgada, la cooperación está idealizada, como si el
cooperante fuese una mezcla de Indiana Jones y la madre
Teresa de Calculta. Pero la cooperación es trabajo, con un
fin último que es mejorar las condiciones de salud de las
poblaciones. Igual que en España, con la única diferencia de
que en otros contextos las condiciones de partida son
peores. En el curso creamos una especie de enfado
estructural, para comprender que es injusto lo que está
pasando. Las personas que trabajan en Enfermería tienen ya
de por sí una carga moral que no se da en otras profesiones,
así como una vocación y sensibilidad social muy importantes.
En el curso damos a los enfermeros herramientas para
trabajar. El mundo de la cooperación es complejo, no sólo se
trabaja el ámbito de la salud, sino la geopolítica o la
economía.
P.- ¿La cooperación se ha convertido en un negocio?
R.- No es un negocio. Los más críticos con la cooperación y
las ONG somos las personas que trabajamos en ello; somos
críticos porque somos rigurosos y honestos. Hay que romper
una lanza a favor de las personas que se implican en la
cooperación. No es un negocio, rompemos mitos, la
cooperación apenas maneja un 10 o 15% de toda la ayuda al
desarrollo. La Agencia Española de Cooperación maneja sobre
un 19% de esta ayuda, que realmente la controlan los
gobiernos, con intereses políticos y estratégicos concretos.
Hay que atacar a quien hace de la cooperación una
herramienta perversa y pervertida, pero no somos nosotros.
No estamos hablando de caridad, sino de solidaridad, que va
en la genética humana.
P.- ¿Cómo afectarán los recortes en Sanidad a la
cooperación?
R.- Van a morir millones de personas a causa de los
recortes, es una irresponsabilidad brutal. Una persona que
se muere porque no llega a tiempo un vacuna ya no se
recupera. La desnutrición genera lesiones que no tienen
vuelta atrás. Yo creo que no han pensado en las
consecuencias. Hay proyectos en marcha cuya desaparición con
los recortes va a suponer la muerte de miles de personas. No
podemos eludir nuestra responsabilidad. Según datos de la
FAO, como consecuencia directa de la crisis, cien millones
de personas estarán por debajo del umbral de la pobreza por
gastos en salud a nivel mundial. Sobre 840 millones de
personas están desnutridas, de las cuales 160 son niños.
Otro dato: cada seis segundos muere un niño por hambre.
P.- ¿Hacia dónde va la cooperación y hacia dónde debería de
ir?
R.- Tiene que recolocarse. La principal estrategia es la
salud pública, que la gente pueda beber agua, ya no potable,
sino al menos limpia y mejorada. La principal causa de
mortalidad en la población y, sobre todo en los niños, son
las infecciones respiratorias y diarreas. Se puede
solucionar procurando fuentes de agua adecuadas y
saneamiento a través de letrina y de higiene básica. No se
trata de grandes inversiones, sino de que no se recorte en
el sector de la salud. El camino a nivel internacional es,
como ayer decía el presidente de Unicef en España, el de no
recortar. Y en cuanto hacia dónde vamos, vamos mal porque no
hay una idea clara cuál es el camino y de qué consecuencias
van a traer los recortes. No se puede cortar, por ejemplo,
en vacunación porque habrá repuntes de enfermedades que ya
están, más o menos, controladas. No se puede recortar
tampoco la ayuda alimentaria ahora que hay una hambruna
tremenda. Que se revisen otros presupuestos como el de
Defensa.
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