El mercado del arte es uno de los
pocos que mantienen la buena salud y en él la crisis
repercute muy poco. No me refiero a las galerías que
promocionan a artistas no excesivamente cotizados o
directamente obra gráfica de autores, porque muchas de ellas
han tenido que cerrar. La obra mediana se adquiere para
decoración y los que se hicieron millonarios con “el
ladrillo” en los felices 90 eran muy dados a comprar pintura
moderna aconsejados por supuestos “expertos” que solían
funcionar de acuerdo con los galeristas. Y la pintura
moderna son puras arenas movedizas porque las cotizaciones
son bastante volubles.
Precisamente en el Pleno de hoy Coalición Caballas va a
plantear una interpelación sobre la compra de arte por parte
de la Consejería de Cultura y partiendo de la base de que
cualquier interpelación de quienes representan a una minoría
muy minoritaria es ya de por sí un signo de no-asunción del
dictamen de las urnas en relación con el respeto que merece
la voluntad mayoritaria soberana, aquí se tiene al menos la
deferencia de escucharles cómo claro exponente de respeto a
las formas y al derecho de expresión de las minorías.
Hacerles caso es otra cosa muy distinta. Pero el tema de la
engoladamente llamada “obra pictórica” es decir, cuadros,
queda algo huérfano ¿Se ha comprado o su va a comprar algún
cuadro? ¿Quien es el experto que asesora y que puede
garantizar la revalorización de la obra? Y cuidado por
cierto con la pintura moderna, ya ven a Jose María Cano que
se hizo coleccionista de pintura contemporánea e invirtió
dicen que 300 millones de las antiguas pesetas en diferentes
galerías para su colección a Londres. Poco después tuvo que
hacer una fuerte inversión en la ópera de “Hijo de la luna”
con la Caballé y decidió vender la colección para
recapitalizarse. Inició las gestiones y resulta que los
“expertos” no habían acertado y los pintores que aconsejaron
habían incluso bajado en cotización, algo imprevisible que
hizo que el de Mecano malamente pudiera “rescatar” la mitad
de la cantidad invertida.
En lo referente a invertir en arte ha sido y es una política
muy común en Gobiernos y Ayuntamientos, porque la obra pasa
a formar parte del patrimonio municipal y se puede jugar con
su valor real como aval para créditos bancarios que es algo
muy normal en el coleccionismo. Y no todo depende del buen o
mal gusto del Presidente o Consejero de turno, sino de que
sea capaz de dar con un experto “auténtico” capaz de prever
las fluctuaciones del mercado y de las grandes subastas. Hoy
en día las subastas están saturadas de material porque mucha
gente está vendiendo y es buen momento para comprar a
precios ventajosos. Pero lo mejor es apostar por valores
seguros y consagrados si se trata de inversión para aumentar
el patrimonio artístico o por artistas medios con precios
igualmente medianos si es para simple decoración. ¿Y quiere
informarse Caballas sobre cómo se compra arte? De entrada yo
particularmente y por consejo de mi marido que sabe algo de
arte, nunca me arriesgaría en Arco que suele ser en conjunto
una convención de mamarrachos por más que suban los precios
porque ¡Vete luego a vender los pintarrajos si existe un
aprieto! Mejor apostar por nombres muy reconocidos y por
cuadros que sean “bellos” porque dice el crítico Esparza que
para que el arte sea arte tiene que ser sublime. Con lo
“bello” es difícil errar y si Sotheby´s Londres valora,
errar es casi imposible.
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