Es en los momentos más duros y en las circunstancias más
dolorosas cuando el ser humano tiene una mayor oportunidad
de crecimiento. Por mucho que la mayoría hayamos pensado en
más de una ocasión en el “¡Virgencita, que me quede como
estoy!” Ya que crecer a fuerza de palos y de malos ratos
suele ser una experiencia muy poco amable. Pero en la vida
no hay más de seguro que la pensión de un alto cargo ¿Quien
iba a decirles a aquellos que vivieron confortablemente con
el ladrillo que hoy estarían buscando jornales en las
campañas agrícolas, un trabajo que parecía reservado a los
inmigrantes? Pero el talante y la genética del español ¿O
tal vez sería mejor referirse a “lo” español? Siempre ha
sido de la leche de mantener la dignidad del viejo hidalgo,
contra viento y marea y hoy encuentras a licenciados
repartiendo pizzas y a bioquímicos dando clases particulares
como único medio de subsistencia. A ningún español “se le
caen los anillos” a la hora de trabajar en lo que sea y
suele añadirse “siempre que sea honrado”. No somos raza de
conformarnos con “la ayuda y la subvención” si no es por
auténtica urgencia, por terrible necesidad, avergonzados...
Ayer precisamente, 1 de mayo, entre manifestación y
reivindicación, ningún lidercillo sindical (liberado, por
supuesto) hizo mención a esa realidad sobre la que tratamos
de pasar de puntillas que es la de la España emigrante.
Cierto que es un tema que “hiela el corazón” y ya lo
anunciaba Antonio Machado “Españolito que vienes al mundo,
te guarde Dios, que una de las dos Españas ha de helarte el
corazón” y siguen existiendo esas dos Españas aunque sea
bajo otros conceptos, por un lado la de los Poderosos,
banqueros y grandes empresarios como el de Zara que, si en
lugar de fabricar en terceros países buscando mano de obra a
cuatro céntimos pusiera sus fábricas en España les quitaba
el hambre a miles de criaturas, o el de Mango, idem de lo
mismo y luego el resto conformado por la España que madruga
bien para irse a trabajar bien para guardar turno en las
tristes colas del INEM, la España digna donde en más de un
bloque la vecina del quinto echa el doble de macarrones para
pasarle una olla a la del segundo, la de los abuelos
jubilados que ven a los hijos y a los nietos regresar a casa
por el paro y tienen que arreglarse con la pensión para
malcomer
¿Y alguien a vuelto e referirse a los trabajadores que andan
por Rumanía, con los huevos helados y construyendo
carreteras? De los valientes que han podido marcharse nadie
habla ¿A cuantos universitarios tenemos en Londres de
camareros para pagarse intensivos de inglés mientras siguen
estudiando? ¿Cuantas magníficas enfermeras están en Portugal
o en Inglaterra buscándose la vida? ¿Y quienes andan ya
buscando ofertas de trabajo en Melbourne?
¿Y la de fatigas que quitarían los centenares de millones
dilapidados en supuesta “cooperación internacional” en plan
fanfarrón cuando ya andábamos cuesta abajo? Con eso se
demuestra lo poco que les cuesta a quienes gobiernan
despilfarrar los dineros de todos para hacer caridades a los
ajenos mientras los propios pasan hambre. Afortunadamente
los recortes han pasado por las “cooperaciones” y las “oenegeses”,pero
saldremos de esta, cómo siempre lo hemos hecho, más
cautelosos, infinitamente más prudentes y menos “buenistas”
y puede que hasta regresen los emigrantes a quienes cantara
Carlos Cano y que ya parecían un fenómeno imposible de
repetir. Hasta hoy.
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