En relación a las medidas anunciadas recientemente por el
ministro de Educación, José Ignacio Wert, que afectan a la
Educación Infantil y Primaria y que fueron aprobadas en
Consejo de Ministros del pasado viernes día 20 de abril, y
como maestro con 30 años de servicio de labor docente
dedicados íntegramente a la escuela pública de esta
localidad, además de psicopedagogo, siempre implicado en la
innovación y en la calidad de la enseñanza, me veo obligado
a manifestar públicamente lo siguiente, precisamente en
función del compromiso social que exige mi profesión:
1º El aumento de la ratio de alumnos por clase de 25 hasta
30, supone un elemento muy perjudicial para la calidad de la
educación, especialmente en el caso de Ceuta.
En mi centro de trabajo, al igual que en el resto de
colegios de la ciudad y desde hace bastante tiempo, el
anterior máximo legal de 25 alumnos ha sido superado con
creces por imposición de la propia Administración Educativa.
Más aún, el número de alumnos por clase aumenta por año, ya
que la tasa de natalidad de Ceuta es una de las más altas de
España y, por si fuera poco, la política aplicada en la
localidad de construcciones de nuevos centros educativos, o
ampliaciones de los ya existentes, ha estado marcada por el
ahorro presupuestario a corto plazo, siendo incapaz de hacer
frente a las necesidades de una alta demanda.
Desgraciadamente, la experiencia obliga a pensar que el
ampliar el límite legal de esta ratio va a suponer una nueva
excusa para que las autoridades educativas vuelvan a
incumplirlo, más aún en la situación actual de recortes
presupuestarios, y mucho me temo que en poco tiempo los 35,
o 40 alumnos por clase, sean una realidad cotidiana.
Este número tan elevado de niños por grupo impide una
atención individualizada y unos procesos de enseñanza y
aprendizaje adaptados a las necesidades del alumnado, además
de obstaculizar las experiencias que en esta dirección se
estaban llevando a cabo actualmente en los centros. Ello es
especialmente grave en el caso de nuestra ciudad, por sus
especiales características socioculturales y sus elevadas
cifras de fracaso escolar en las etapas educativas
posteriores, donde las acciones preventivas en la escuela
pueden, y deben, desempeñar un papel primordial en las
estrategias que articule la educación para hacer frente a
estos retos.
También considero lamentable que para justificar esta
decisión se trate de ocultar el puro y simple recorte en
presupuestos educativos, con una pretendida necesidad de
incrementar la eficiencia del sistema en tiempos de crisis.
A tal fin, aparecen en los medios de comunicación
declaraciones de políticos y “expertos” educativos que, al
margen de cualquier evidencia mínimamente científica y
contrastada, afirman que el aumento de la ratio no tiene
incidencia alguna en el fracaso escolar, no dudando para
ello en aislar ficticiamente el número de alumnos por clase
y compararlo con los de otros países con tasas superiores y
mejores resultados académicos, ignorando conscientemente
otras variables que también correlacionan con la misma en
esos sistemas educativos que utilizan como marcos
referenciales, entre ellas y por citar solo algunas: el
protagonismo del profesor en el diseño y aplicación del
currículum, la consideración social del mismo en la
sociedad, la inversión por alumno, la estabilidad de los
marcos legislativos que los regulan o la implicación de las
familias y su valoración de la educación.
2º Muy relacionada con la anterior medida, y con los mismos
argumentos de la eficiencia y ahorro, se eleva el mínimo de
horas lectivas del profesorado de Infantil y Primaria a 25
horas semanales. Ello vuelve a constituir otro atentado a la
calidad de la educación, además de preparar el despido de
miles de profesores interinos en las escuelas públicas del
país.
Es necesario recordar que la jornada laboral de cualquier
maestro es de 37,5 horas semanales. Este total se reparte en
horas lectivas, en las que imparte enseñanza directa a los
alumnos, y horas no lectivas. En este horario no lectivo los
docentes desempeñan múltiples funciones, que son vitales
para su labor: preparación de clases, coordinación con otros
profesores, actividades de tutoriales con padres,
realización de acciones de formación y otras.
En Ceuta ya se cumple, en Infantil y Primaria, estas 25
horas lectivas. Así, a modo de simple ejemplo, en un colegio
público de nuestra ciudad, un tutor de la especialidad de
Educación Primaria de un quinto curso; además de impartir
las áreas de Lengua, Matemáticas, Conocimiento del Medio,
Plástica y Educación para la Ciudadanía a su grupo de más de
25 o 30 alumnos; aplica programas de refuerzo individual a
otros alumnos de diferentes cursos, colaborando con sus
respectivos profesores en el aula, y realiza además las
sustituciones de bajas que en Ceuta no se cubren con un
maestro sustituto enviado por la Dirección Provincial hasta
los quince días.
Sin embargo, a pesar de que no se haya dicho nada al
respecto y teniendo en consideración que el único objetivo
de la medida es el ahorro de costes del profesorado, una vez
más sospecho de que haya “sorpresas” escondidas y que al
final se modifique la distribución de ese horario lectivo,
simplemente disminuyendo las horas de refuerzo a los alumnos
con problemas y asignándole al profesor la impartición de
más asignaturas a otros grupos de niños, como ya se hace en
diversas comunidades autónomas.
Las consecuencias de ello incidirían muy negativamente en la
calidad e individualización de la educación. He aquí
algunas: el docente del ejemplo presentado ya no tendría más
de 30 alumnos (30 de su clase, más otros de refuerzo), sino
más de 60 (30 más que salen del nuevo grupo al que atenderá
ahora en un área, o varias específicas, póngase por caso
Matemáticas o Plástica); habría grupos de alumnos donde la
entrada y salida de profesores sería continua, cada uno
impartiendo una materia diferente, lo cual es bastante
perjudicial en niños de Primaria, que necesitan
continuamente del referente de su tutor para adquirir
confianza y seguridad en sus aprendizajes; cada profesor
especialista (Música, Religión, Pedagogía Terapéutica,
Audición y Lenguaje, Educación Física o Inglés) vería
incrementado notablemente el número de alumnos que atiende,
o podrán desaparecer, o reducirse drásticamente, los
refuerzos a discentes con problemas.
Estas medidas, junto con otras que se han establecido desde
la llegada de la crisis económica en nuestro país, como la
bajada y congelación de los salarios de los enseñantes o el
recorte significativo en la formación y los recursos
tecnológicos, además del caos y confusión generado en el
propio sistema educativo por los numerosos y continuos
cambios producidos en las últimas décadas; a raíz de una
interminable sucesión de leyes y decretos establecidos por
los partidos políticos que se alternan en el poder, ausentes
de un mínimo consenso social, o de un simple análisis
reposado y serio de resultados de las acciones introducidas
a medio y a largo plazo, e impuestos sin contar jamás con el
pensamiento y la experiencia de los profesores, uno de los
protagonistas más importantes del sistema; me obliga, en
consonancia con la ética profesional a la que me debo, a
declarar a la sociedad en general mi desmotivación, malestar
e indignación por el acoso e instrumentalización del que
está siendo objeto la educación, precisamente en un momento
histórico en el que se la necesita más que nunca para salir
de este callejón sin salida en el que nos han puesto los que
nos gobernaron, y los que nos gobiernan, que justamente
ahora, con descaro y sin contribuir con el ejemplo en la
misma medida, tienen la osadía de exigirnos sacrificios,
esfuerzos y responsabilidades.
*Maestro de Educación Primaria y Psicopedagogo
Joaquín Manuel Rodríguez Gil
D.N.I. 45062332L
Maestro de Educación Primaria y Psicopedagogo
|