Tenemos edificios más altos y
seguros y autopistas más anchas y veloces, pero
temperamentos más bajos y puntos de vista más estrechos.
Tenemos casas más grandes, pero familias más chicas. Tenemos
medicinas, pero menos salud. Gastamos más pero disfrutamos
menos.
Tenemos más cajeros y Visas, pero menos dinero. Tenemos
muchos coches, pero poco flus para gasolina. Somos generosos
con la lengua, pero cutres en la solidaridad. Disfrutamos de
mucho ocio, pero desperdiciamos el placer por el trabajo.
Hemos multiplicado nuestras posesiones, pero hemos reducido
nuestros valores. Hablamos mucho, ojú; amamos poco, vaya; y
odiamos demasiado, bah.
Conquistamos el espacio exterior pero no nuestro interior.
Hemos pisado la Luna (bueno, los USA) y regresamos, estamos
a punto de llegar a Marte (los españoles, con Pedro Duque en
cabeza) y quizás quedarnos allá -acaso porque no existe el
paro-, pero tenemos problemas para cruzar la calle para
atender a un peatón atropellado, como de igual modo tenemos
aversión a conocer a nuestro vecino.
Tenemos mayores ingresos, pero menos nutrición. Tenemos dos
sueldos en casa (¡los más privilegiados, coño!), pero
aumentan los divorcios. Tenemos casas más bonitas, y hasta
segundas residencias en la sierra, en la playa, en el
pueblo, pero más hogares rotos.
Tenemos tanto por cambiar, que no hay tiempo que perder.
No guardes nada “para una ocasión especial”…; hoy lo es.
Tenemos vida. Lo que significa que hay que pasar más tiempo
con la familia y con las amistades, con los compañeros de
trabajo y las personas afines; disfrutar de tu comida
preferida; visitar los sitios que más amas; disfrutar de los
deportes que más te gusten; leer; charlar; pasear; reir;
enamorarte del sol, del viento y de la lluvia, por muy
celosos que se muestren entre ellos.
Que por muy mal que esté la situación tenemos nuevas
esperanzas, ahora que enterramos los fracasos. Hagamos que
un día oscuro se convierta en claro, todo es cuestión de
proponérselo.
Así como el amor comienza con una sonrisa, crece con un beso
y termina con una lágrima, la felicidad está con aquellos
que lloran, que van heridos de soledad, pero que buscan
sanar el alma orando a Jesús.
Disfruta el momento. Que tenemos vida.
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