Leo que estar sentado muchas horas
acorta la vida. Incluso a quienes hacen deporte. Y hasta se
nos recomienda que trabajemos de pie. Una recomendación más
sobre la salud que se une a las muchas otras que hemos
venido recibiendo desde hace ya un montón de años. Ahora
bien, a ver cuando salen los profetas de las indicaciones
sobre como cuidar la salud gritando a voz en cuello los
muchos trastornos físicos que están acarreando los
comportamientos de los políticos conchabados con las grandes
fortunas para hacer de la clase media una clase social
ínfima. Pues al paso que vamos los parias de la tierra irán
aumentando a paso de legionario.
Aunque no hace falta ser licenciado en cuestiones de
nutrición o de cómo la vida sedentaria es peligrosa para el
organismo humano para darse cuenta de que cada vez que sale
a la palestra Cristóbal Montoro, ministro de Hacienda
y Administraciones, los españoles sentimos que nuestro
corazón se revoluciona hasta límites insospechados. Tanto o
más, válgame el ejemplo, por reciente, que a un madridista
presenciando la tanda de penaltis de su equipo contra el
Bayern.
Las comparecencias del ministro anunciando medidas
restrictivas son terribles. Desalentadoras. Y cuentan con un
poder indecible para generar enfermedades de todo tipo entre
quienes tienen que poner la olla todos los días.
Seguramente, y lo digo de verdad, CM es un magnífico padre
de familia y una persona encantadora a la cual, como dicen
los amantes de los tópicos, se le pueda hasta comprar su
coche de muños años. Pero no me negarán ustedes que el
hombre está desempeñando un papel que le iría a Drácula
como anillo al dedo. Qué manera de meter miedo y de
amenazarnos desde su posición. Que es de mucha altura.
Tan alto está el ministro Montoro, que a mí me ha recordado
lo que pensaba Gerald Brenan del volar en avión,
claro está. “El volar induce a una actitud de escepticismo
religioso. Uno se da cuenta del error de suponer que Dios
puede estar ‘ahí arriba’, y puede estar ‘mirando hacia
abajo’ hacia nosotros. Porque la actitud del observador ahí
arriba es necesariamente de indiferencia. Uno ve a un hombre
pedaleando en una bicicleta, uno ve una pequeña granja con
su arroyo y su puente, y no hay nada humano en ello. Uno no
siente el menor deseo de ayudar al hombre en su camino o de
lanzar una bendición sobre la pequeña casa. Para sentirse
bien o mal dispuesto hacia ellos uno necesita verlos
horizontalmente, a nivel humano. El hombre sólo puede ser un
hombre en relación con aquellos que caminan sobre la tierra
a su lado”.
CM viaja en ese avión cuyo volar tan alto le impide darse
cuenta de que los que estamos a ras de suelo venimos
padeciendo las consecuencias nefastas de unas políticas
corruptas y siempre predispuestas a favorecer a los ricos y
a permitirles a lo banqueros toda clase de artimañas. En ese
vuelo, comandado por una calvinista, llamada Merkel,
cuidado con ella, se hallan todos los hombres sin piedad que
son conscientes de que las medidas adoptadas, y las que te
rondaré, morena, están dejando en el camino a personas
ateridas por estómagos repletos de telarañas. Con el
agravante, además, de no tener siquiera derecho a una
atención médica normal. Se están poniendo las bases para que
la gente muera antes, pero no por comilonas ni por
sedentarias, sino por no tener que llevarse nada a la boca.
Montoro vive entre nubes.
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