PortadaCorreoForoChatMultimediaServiciosBuscarCeuta



PORTADA DE HOY

Actualidad
Política
Sucesos
Economia
Sociedad
Cultura
Melilla

Opinión
Archivo
Especiales  

 

 

OPINIÓN - MIÉRCOLES, 25 DE ABRIL DE 2012

 

OPINIÓN / PLUMA DE SECANO

Temblando con mi mejor sonrisa
 


Manuel Corral
opinion@elpueblodeceuta.com

 

Estoy temblando. Y no lo digo porque tenga uno la piel de punta erizada como la de un puercoespín por haber creído ver fantasmas, no, y mira que éstos abundan sin sábanas blancas, parapetados tras la bancada azul, roja o arcoiris; total, todos son lo mismo, unos majaderos a los que aupamos en su día para llevar en andas este terruño caminito del poder y la gloria.

Tiemblo por lo que se nos viene encima a los españoles. Que, de seguir la situación así, va a devenir en esquelética porque la hambruna llama con sus nudillos ahuesados aporreando nuestra puerta, que al final vamos a competir contra los chuchos famélicos tras un hueso que echar al puchero para callar las tripas, cada vez más sonoras, caramba.

Como zascandilean nuestros políticos ebrios de mando en plaza, en la primera trocha con revuelta tropezaron con la zancadilla doble de la Merkel y el bajito con tacones, quedándose pavisosos, alelaos, sin saber por dónde les vino el tortazo de esa rara unión que desune, a saber con qué nuevos y desgarradores intereses. Pronto, muy pronto, lo sabremos. Y lo sufriremos todavía más.

Temblamos al leer la prensa, escondemos la faz o nos hacemos el ovillo al mirar los ojos tiernos de cualquiera de las presentadoras televisivas a las que hace tiempo abandonaron sus muecas de portadoras de buenas nuevas, sus rictus de auto-complacencia. Todo lo que sale de sus labios ahora no son figurados besos para ganar audiencia, que también, sino que nos trasladan mensajes negativos, soflamas encendidas de nuevas medidas económicas camufladas de recortes como llamaradas rojas pidiendo socorro en las turbulentas brasas de este presente.

Un presente que nos abrasa de miedo. Que nos chamusca como panceta en barbacoa. Y sin chistar. Pueblo dormido. Gente acojonada que no se atreve a saltar el burladero, a coger al morlaco por las astas. País sumiso donde los haya, pero bendito país que merece algo mucho mejor. Un buen timonel. Con cojones.

Yo me pregunto: ¿Y qué te queda si dejas de parpadear ante el televisor? ¿Y qué haces si dejas de sintonizar el dial de tu emisora preferida? ¿Tampoco ojeas la prensa? Porque no pienso ceder ante lo que aseveró Mark Twain: “Si no lees el periódico, serás un desinformado; si lées el periódico, serás un mal informado”. No es el caso.

Nos fríen a impuestos como si fueramos churros; nos meten el miedo a diario con el alza de la prima de riesgo, que si ésta supera los 400 puntos que si roza los 500; ¿y qué? Como soy pelín rebelde, me la pudiera traer floja. Pero no. No está el circo para enanos. Ahora bien, yo de las únicas primitas con que tuve cierto riesgo, sólo recuerdo que me daban besitos y abrazos en mi niñez, en que uno las correteaba saliendo jabonoso -y poco menos que triunfante al brincar de uno de aquellos barreños enormes de cinc aptos para el baño infantil familiar-, disparado tras ellas chillando como poseso con la pilila al aire y con un arco y una flecha de juguete, ay que te pillo ay que te pillé. La hostia de mi tia también, con acierto pleno en unos mofletes coloraos como pimientos morrones, ayayay..

Sí, acaso es tiempo de temblar por la situación encanallada a la que el pueblo se ha visto arrojado, sin líderes, sin salvadores, sin patria ni rey, en minúscula. Pero a la vez es tiempo de demostrar la confianza que tenemos puesta en Dios. Tan necesaria de por sí. Porque lo que es albergar confianza en nuestros líderes, quía, lo llevamos claro.

Pasamos del estado del bienestar al rescate, pasamos de la gloria al infierno en sólo un punto y aparte. De darse el rescate, enconada palabreja tan al uso últimamente, a mi hueca cabeza le suena la ayuda exterior algo así como el cepo aquel de alambre dorado con estaca de madera que uno le preparaba al gorrión urbanita, luego de abonar el campito de migajas que en mala hora le hurtaba a mi ahorradora madre, empeñada en sacar a la prole aprovechando hasta la última miga de pan duro; sólo que ahora siento que estoy a punto de picar, convertido en el puto pájaro saltarín, chulito y chillón, pero sin corbata. Ploff. Píopiopio…

Buscamos desesperadamente un cambio de actitudes que nos hagan mantener una luz de esperanza de que el mundo puede cambiar. España la primera. Pero en tanto en cuanto este cambio llega, si es que llega algún día y estamos aquí aun para contarlo, al final va a ser realidad el aserto del genial Jorge Luis Borges, que dijo: “Creo que con el tiempo mereceremos no tener gobiernos”.

Cierto, por mucho que yo a Rajoy le salude temblando con mi mejor sonrisa.
 

Imprimir noticia 

Volver
 

 

Portada | Mapa del web | Redacción | Publicidad | Contacto