El lujo de ser mejor que los demás
hay que pagarlo: la sociedad exige un tributo que ha de
pagarse en tiras de pellejo. En la vida, lo más triste, no
es ser del todo desgraciado, es que nos falte muy poco para
ser felices y no podamos conseguirlo. En España, seguía
diciendo Benavente, se perdona el éxito sin mérito y
el mérito sin éxito, pero el mérito con éxito resulta
insoportable. Hay que revestirse de humildad en el éxito. Se
le llama arrogancia a carecer de hipocresía.
El mérito con éxito lo está viviendo José Mourinho.
Por tal motivo, el entrenador del Madrid se ha convertido en
la persona más odiada en una España donde son legión los que
le tiran a dar con munición de improperios. Casi dos años
llevan zurrándole la badana desde todos los frentes
periodísticos. El portugués se ha convertido en la persona
más vilipendiada. Ni Zapatero, en el tramo final de
su mandato, fue objeto de tanta inquina. En ocasiones, la
aversión hacia JM ha sido tan desmesurada cual enfermiza. Se
han dicho y se han escrito verdaderas barbaridades contra
él. Y ha conseguido que personajes públicos de todo tipo,
perdieran los estribos y nos mostraran su peor versión.
Algunos intelectuales de pacotilla en ‘El País’, siguiendo
las directrices de Jorge Valdano, no cesan de
atizarle a Mourinho. Y todo porque éste llegó a la
conclusión de que en el Madrid sobraba un argentino
empalagoso, cuyas maniobras parecían siempre destinadas a
resaltar la labor de Guardiola con el fin de
desacreditar la tarea que se le había encomendado al técnico
que había triunfado en el Oporto, en el Chelsea, en el Inter,
y que ya lo está consiguiendo en el Madrid. Demasiados
éxitos con méritos como para poder ser digeridos por quienes
trataban de engañar a Florentino Pérez por medio del
cuento del alfajor.
Lo que ha sucedido –y está sucediendo-, se me ocurrió a mí
anticiparlo el 27 de mayo de 2010. Columna que pueden ver
pinchando en la hemeroteca de este espacio. Y lo hice, tras
preguntarme Juan Vivas, madridista fetén, sobre qué
me parecía el fichaje del portugués. He aquí un párrafo,
extraído de aquel artículo: “Lo de Mourinho es de
sombrerazo: triunfa en Portugal, triunfa en Inglaterra y
logra mil vueltas al ruedo en una plaza tan complicada como
es la italiana. A Mourinho, pues, le duelen los huevos de
salir a hombros en cosos tan reputados. Y si ha decidido
venir a España y, concretamente al Madrid, es porque anda
sobrado de conocimientos y recursos para salir victorioso
del reto que ha decidido afrontar. Hacer que el Madrid gane
todo lo que merece ganar por su potencial económico y por la
historia atesorada por la entidad”.
Mourinho, amén de sus muchos conocimientos futbolísticos,
tiene otras muchas cualidades para dirigir a una plantilla
que compite al mayor nivel. Una de ellas es la de quitarle
presión a sus jugadores, aunque en el empeño deba él
someterse a ordalías. El Madrid está a punto de ganar la
Liga. Y lo hará a lo grande: tras haber ganado en el Camp
Nou. De ese partido me quedo, por encima de todo, con la
personalidad del entrenador blanco, rebozada de valor. Así,
hizo jugar a Coentrao, tras haber sido éste
maltratado por la prensa en el partido ante el Bayern. Por
cometer un error: perder el equilibrio a propósito ante una
jugada de Lahm. Que acabó en gol, porque falló
Casillas. Si el Madrid elimina al Bayern, Mourinho
propiciará otro enorme disgusto a Valdano y compañía. Ay, la
envidia…
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