Hace tiempo que suelo leer comentarios en los que el término
populista, es usado de forma frecuente cuando se solicita
reducir los privilegios de la clase política, o se pide que
los políticos sean ciudadanos “normales”. Entre las medidas
que han hecho saltar chispas podemos encontrar aquellas que
piden regular las dietas de alojamiento a diputados que
tienen piso en Madrid, las renuncias a los coches oficiales
o la solicitud de reforma de las pensiones de los diputados.
En fin, todo lo que sea tocar privilegios de la clase
política hace que salten todas las alarmas y empecemos a
poner el grito en el cielo.
Durante estos meses he tenido la oportunidad de poder
escuchar, a ciertos políticos, defender la política como
profesión, quizás ahí está el quid de la cuestión, estos
menesteres no deben ser para “profesionales” así evitaremos
que los políticos sean máquinas de ganar elecciones, ya que
nadie se estará jugando su puesto de trabajo y por
consiguiente no tendremos que escuchar frases como las de
“una vez superadas las elecciones generales y las andaluzas,
los políticos deben decir lo que de verdad piensan,” “Los
políticos no podemos ser porque no lo somos, un trabajador
como el resto por eso tenemos que tener un régimen jurídico
diferente”
En estos tiempos de crisis, la clase política es la primera
que tiene que dar el paso al frente y renunciar a esos
aspectos que la diferencian del resto de ciudadanos. Si
pedir eso significa ser populista, pues seamos todos
populistas, ya que de otra manera estaríamos defendiendo el
elitismo. La necesidad de una reforma democrática es cada
vez mayor en nuestro país, espero y deseo que dentro de unos
años podamos presumir de personas que se dedican a la
política de forma temporal para intentar solucionar los
problemas de sus conciudadanos, de poder elegir mediante
listas abiertas a los que consideramos mejor, que sus
sueldos estén limitados por ley, etc, quizás suena a
utópico, pero la esperanza es lo último que se pierde.
* Responsable de Programas. UPyD-CEUTA
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