La crisis está causando estragos. Desde hace poco menos de
un año son muchas las familias que acuden al organismo
autónomo de Servicios Tributarios para solicitar el
fraccionamiento de pago de sus impuestos durante el período
voluntario. Un hecho que antes sólo se hacía cuando algún
tipo impositivo tenía recargo y, a fin de diluir la presión
fiscal en la economía familiar, los afectados se acogían a
un pago aplazado que hacía más llevadero el abono. Ahora la
crisis económica ha cambiado la dinámica y el usuario busca
aminorar sus gastos prolongando hasta el nueves meses, el
pago de impuestos que se hace, en estos casos, sin
intereses.
Una situación que cuenta con la compresión de los dirigentes
del organismo recaudatorio de la Ciudad Autónoma de Ceuta
que, desde enero de este año, han decidido poner en
circulación una ordenanza fiscal general por la que se dan
facilidades en función de la situación económica de cada
afectado, asi como también en función de la deuda que tenga
contraída con la Administración. Con estos planteamientos y
en relación a la dualidad deuda-ingresos, se establecen unos
parámetros que configuran la cuota a abonar. Los parámetros
establecidos buscan evitar arbitrariedades y ajustar el pago
a la particular situación de cada afectado. Es lo que se
llama, en este cao, “pago a la carta”.
En definitiva, una modalidad más para minorar, en lo
posible, los agobios económicos de tantas familias afectadas
por la crisis y la estrecheces económicas. Un comportamiento
que ha encontrado la comprensión de la Administración,
dispuesta a facilitar los pagos. En Servicios Tributarios
hay una filosofía: “Nos adaptamos a la situación personal de
cada sujeto. En período voluntario pueden pagar hasta en
nueve meses sin intereses”. Desde 2010 se viene practicando
el denominado “pago a la carta” y se ha generalizado un
síntoma que da la idea de la actual coyuntura: todos los
tributos de la Ciudad Autónoma están sometidos al
fraccionamiento de pago. Como se puede apreciar, la crisis
ha afectado de manera decisiva a la actividad recaudatoria
y, por tanto, con su perniciosa influencia en la economías
domésticas. Hasta el punto que, los nueve meses indicados de
pago fraccionado se pueden ampliar, en casos excepcionales,
a un nivel de mayor fraccionamiento. Tal es la situación que
se vive que no queda otra solución.
Por otra parte, el fraude no ha aumentado pese a los
momentos difíciles que se viven, ya que el servicio de
gestión ha elevado los requerimientos en esa área.
En cuanto al número de embargos no se ha elevado en relación
a la tónica que ha venido siendo habitual, ya que los
porcentajes de efectividad recaudatoria se han venido
manteniendo con el objetivo de que todos paguen. Ahora bien,
la mayor incidencia del fraccionamiento de pago en períodos
voluntarios, abre una nueva faceta: la falta de liquidez en
familias y empresas, dándose el caso que patrimonios
consolidados y muy importantes se ven acuciados por la
crisis económica y abocados a cumplir sus obligaciones
fiscales, a hacer frente a las hipotecas y a su propia
manutención, junto a la voracidad recaudatoria en todas las
Administraciones, llegando a producirse situacines curiosas.
En Andalucía, la Administración hace requerimientos de pago
a los empresarios y si no paga en plazo, multa. Una fórmula
que ha ido “in crescendo” en los últimos dos años. Estas
circunstancias hace que el empresario busque a un
profesional para que le haga el recursos con el consiguiente
gasto, ya que una vez pasa el plazo que marca la
Administración sin efectuar el recurso, la reclamación de la
Administración se hace buena y puede darse el caso que se le
reclame al empresario una declaración fiscal que ya estaba
hecha, por el hecho de no contestar al requerimiento
informativo, surgen las sanciones.
En Ceuta estos casos relatados por un asesor fiscal,
afortunadamente no se dan y existe la suficiente comprensión
por parte de Servicios Tributarios como para no agobiar al
ciudadano. El “pago a la carta” es una forma de humanizar el
pago de impuestos, dentro de un orden y facilitando la labor
del sufrido consumidor. Una solución razonable a una
coyuntura difícil.
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