Este principio tiene tan sólo una lectura: existe una ruina
y existen, con nombres apellidos, cargos y pensiones, los
causantes de esa ruina. Y no se insiste lo suficiente, hasta
el punto de que se corre el riesgo de que los españoles
vayan olvidando quienes fueron los mamarrachos que
despilfarraron los fondos de la era aznarista y gobernaron a
golpe de improvisación y desde la ignorancia más supina. A
Rajoy le fallan los ideológos capaces de diseñar estrategias
informativas, punto por punto. No se trata de generalizar
sino de poner las cuentas sobre la mesa, señalar a los
culpables y que se determine si ha de actuar o no ha de
actuar la Fiscalía.
¿Qué pasa con los archimillonarios aeropuertos de provincias
construidos por el Gobierno de ZP? Pongamos cómo ejemplo las
faraónicas obras del aeropuerto de León o de Castellón que
carecen de tránsito. ¿Quien reintegrará a las arcas públicas
el dinero derrochado en obras inútiles? ¿Están tontos los
gobernantes del PP o aún no se han enterado del paralizado
vuelo del faisán? ¿Cuanto se ha malgastado en la llamada
“cooperación internacional” y adonde han ido a parar
exactamente los dineros? No es perder en las urnas y correr
un tupido velo, sino acusar a los responsables e informar.
Falta información.
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