No es momento de seguir exponiendo nuestras diferencias en
la prensa, ni seguir hablando de las carencias que tenemos
(también tenemos virtudes), ni de valorar cual será el
futuro de nuestra Jefatura Operativa, qué más da toda esa
terna de información que nos tiene en liza continuamente
ante este Maravilloso Pueblo al que servimos lo mejor que
podemos. Aquellos que quieran seguir vertiendo “mierda”
sobre nuestro tejado a pesar de no percibir que se están
haciendo daño asimismo, que lo siga haciendo, igual no
tienen el sentimiento de “policía” que deberían tener o
quizá nunca ha derramado una lágrima en una intervención
invadido por la alegría o la tristeza.
Ahora es el momento de parar, de reflexionar, de contar
hasta mil y sobre todo de darle tiempo “al silencio” para
despedir a un gran profesional y mejor persona, de rezar
cada uno a su manera para que allá donde se encuentre, sepa
que TODO el colectivo de la Policía Local se siente
orgulloso de haberlo tenido como compañero y amigo. LLamal o
mucho mejor “Chiriki”, como casi todos le llamábamos, era
una de esas personas que vestía el uniforme de la Policía
Local con orgullo, con una disciplina a veces extrema, con
demasiada prudencia y sobre todo, con un sentido común
envidiable, “nos comentan que un día llevo un niño al
Colegio Príncipe Felipe por hacer una trastada y le dijo a
la Directora, por favor, haber si podéis castigarlo”, esto
solo tiene una lectura, evidentemente positiva.
No sabemos cómo despedirnos de ti, nuestra escolta, el
acompañamiento a tu familia, ese pasillo, nuestro
sentimiento y todo lo que hemos hecho hasta ahora se nos
queda corto, en realidad lo que nos ocurre es que no
queremos despedirnos de ti, es rabia, que se convierte en
nostalgia, que se llega a transformar en ansiedad y que hace
que todos reflexionemos, aunque hay algo que nunca cambiará
compañero “tu siempre serás Policía, no importa donde estés
y desde el Biutz o cuando nos toque regular el Colegio
Príncipe Felipe, miraremos hacia arriba y te guiñaremos un
ojo, estamos seguros de que tú respuesta irá acompañada de
una sonrisa, esa que siempre tenías en tu rostro”.
No importa que ya no te escuchemos, o que no te podamos ver,
tu recuerdo será eterno, tu bondad nos acompañará siempre y
no tengas la mínima duda de que nunca te dejaremos sólo, ni
a ti, ni a tu familia, acudiremos a tu llamada con los
“pirulos” puestos y cuidaremos de los tuyos como tú lo
harías con los nuestros…. Hasta siempre compañero.
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