Comienzo mi tarea escribiendo de
algo que puede publicarse pronto en este medio. Invierto las
primeras horas del día en ello. Luego paso a leer
periódicos. Que no son pocos. Leo columnas, artículos,
análisis, noticias… Y me demoro un rato hojeando un
periódico deportivo de tirada nacional.
De modo que en un momento determinado, muy avanzada ya la
tarde, me percato de que se me ha ido el santo al cielo. Es
decir, que se me había olvidado que tenía que hacer la
columna. Y peor aún: ni idea tengo sobre lo que opinar. Que
es lo más grave. Y eso lo saben muy bien todos los que se
enfrentan a un folio en blanco, que está dispuesto para
recibir seiscientas palabras.
Eso sí, leyendo he tomado el siguiente apunte, por si acaso
me veía precisado a usarlo para sacarle punta: El PP sale a
la calle para ‘vender’ las reformas de Rajoy. Lo cual
quiere decir que, tras haber cumplido cien días en el
Gobierno, los populares están comprobando que su proceder no
cala entre la gente. Y que comienzan a perder el tirón
popular. Tan pronto como para que sus dirigentes estén
alarmados.
Y no es para menos. Me refiero a que Rajoy y compañía estén
más que preocupados por la desconfianza que vienen generando
las decisiones tomadas por un gobierno que principia a ser
tachado de no saber qué hacer para contentar a la señora
Merkel. Que no deja de ser la que está imponiendo sus…
ovarios en todos los asuntos.
Pero, de pronto, se me viene a la memoria que en esta Casa
gusta sobremanera que se emitan pareceres acerca de lo que
sucede en la ciudad. Como debe ser. Por supuesto que sí.
Faltaría más. Y, con suma celeridad, dejo lo de Rajoy y me
dispongo a buscar otra vez, en los medios locales, alguna
noticia capaz de proporcionarme la menor oportunidad para
hacerle el artículo. Pero que si quiere arroz, Catalina.
Nada de nada.
Y lo entiendo. Ceuta es una ciudad pequeña con problemas de
urbe grande. Incluso así, en ella no es posible que todos
los días se pueda estar opinando de cuestiones relacionadas
con la vida de la ciudad. Porque casi todo se reduce a lo
mismo.
Otra cosa sería que uno pudiera contar historias… Pero esas
historias no están consideradas de recibo y sucede lo que
sucede: que llegan los desencuentros y entonces se arma un
lío monumental. Y a ciertas edades, como la mía,
verbigracia, hay que tener mucho tiento; pues aunque uno es,
gracias a Dios, de tensión baja, tampoco está exento de
quedarse tieso en cualquier discusión acalorada. Máxime
cuando hay discusiones que no merecen la pena. Ya que no
otorgan trofeos.
Para trofeo el logrado por Carmela Ríos: enorme
periodista ceutí, que ha logrado el premio Ortega y
Gasset al mejor trabajo de periodismo digital por su
cobertura en los primeros momentos del 15-M en Madrid a
través de Twitter. A Carmela Ríos, que está actualmente en
Noticias Cuatro, la entrevisté yo cuando comenzaba a
disfrutar de las mieles de la popularidad, hace ya un montón
de años.
Así se lo he recordado a su padre, Pepe Ríos Pozo,
cuando me ha dicho que este periódico no se había acordado
de reflejar el triunfo de tan extraordinarias periodista,
nacida en esta tierra.
Mi respuesta fue la siguiente: Pepe, lo de tu hija está
escrito en mi miscelánea semanal. Aun así, querido amigo, he
aquí el pequeño homenaje a tu famosa hija. Un beso, Carmela.
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