El Ministerio Fiscal pidió ayer dos años de prisión para un
ceutí, Mustapha F., quien se declaró culpable de haber
tratado de llegar a la península con un hombre marroquí
indocumentado oculto en el maletero del vehículo. Ayer mismo
quedaba en libertad, por orden del presidente del tribunal
de la Audiencia Provicial.
La Sala VI de la Audiencia Provincial de Cádiz en Ceuta dejó
ayer visto para sentencia el juicio que se celebró contra
Mustapha F. y y su esposa Samira M., por un delito contra
los derechos de los ciudadanos extranjeros y falsedad en
documento. El Ministerio Fiscal, que rebajó la pena inicial,
opidió dos años de cárcel para el acusado y la libre
absolución de su esposa, quien desconocía de todo punto los
hechos delictivos juzgados, según pusieron ambos de
manifiesto.
El 29 de diciembre de 2011, en torno a las 17.40 horas, el
acusado fue interceptado en el control de embarque hacia
Algeciras por un agente de la Policía Nacional, para una
inspección rutinaria de su vehículo. Viajaba con su esposa
Samira y con sus hijos. El agente pidió la documentación,
tal y como testificó ayer ante el tribunal que presidía el
magistrado Jesús Carlos Bastardés, y al registrar el
maletero encontró oculto en un pequeño cubículo tapado con
una alfombra sobre la que habían unas maletas y un bolso, a
un hombre indocumentado, procedente de Marruecos.
Desde entonces, Mustapha se encontraba privado de libertad
en espera de juicio.
En su declaración reconoció todos los hechos. Al parecer,
tenía amistad con el padre, ya fallecido, del marroquí al
que intentó introducir clandestinamente en la península.
Dijo que llegó a un trato con él, porque se apiadó de su
situación de pobreza, ya que además tenía cuatro hijos. De
manera que accedió a pasarlo de incógnito a la península.
El día de los hechos juzgados, había quedado en que
aparcaría el coche en la estación marítima y que diría a su
esposa Samira que fuera con los niños a comprar algunas
cosas al supermercado más cercano mientras que el sacaría
los billetes. Dejó el maletero abierto, tal y como había
convenido con el indocumentado, y éste ya estaba bien oculto
cuando la familia al completo se montó en el automóvil para
dirigirse a la zona de embarque.
Durante su testimonio, Mustapha no pudo reprimir lagrimas y
sollozos.
El Ministerio Fiscal rebajó la pena inicial de siete años de
prisión a sólo dos. Además, retiró del escrito de acusación
la circunstancia de que pudiera haber corrido peligro la
vida del inmigrante que iba oculto. El agente de la Policía
Nacional dijo que al rescatarlo del maletero el hombre
parecía algo mareado y que el cubículo en el que viajaba
oculto era pequeño, lo que le obligaba a estar en posición
fetal, mirando hacia la parte trasera de los asientos
posteriores. Se constató además que no había existido
contraprestación económica, lo que avalaba la tesis del
acusado de que lo hizo todo por apiadarse de un necesitado.
Así las cosas, la fiscal solicitó que se le pusiera en
libertad. El magistrado Bastardés, automáticamente, ordenó a
los agentes de custodia que le retiraran las esposas al
detenido. Quedó en libertad -aunque tuvo que volver a
prisión tras el juicio, ya como hombre libre, para
cumplimentar papeleo y recoger efectos personales. Mientras
tanto, su esposa quedó también libre, ya que la Fiscalía
solicitó su absolución, al igual que la defensa, que además
pidió que ésta fuera con todos los pronunciamientos
favorables. En su último turno de palabra la mujer sólo
pidió la libertad para su marido, que apenas podía hablar
por la emoción. Ella también se fue llorando.
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