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OPINIÓN - DOMINGO, 15 DE ABRIL DE 2012

 
OPINIÓN / Análisis

José Antonio Carracao legitima su liderazgo

Por  Juan de la Cosa


José Antonio Carracao ha sido proclamado secretario general del PSOE ceutí por la Comisión Electoral de su partido. Revalida así su liderazgo en las urnas, tras optar con 23 avales, es decir, un 30% de los apoyos, contra los 15 exiguos de su oponente, Enrique Moya. El veredicto de las urnas decantó aún más la balanza del lado de la candidatura oficialista que logró 53 votos de los 68 emitidos. Un pronunciamiento diáfano que no fue óbice para que el aspirante, alejado últimamente de los avatares políticos, concurriera, casi a última hora, con una candidatura que pretendía “hacerse oir” y ser el contrapunto de Carracao, para ejercer su acción crítica en el seno de partido. Disconformidad con los ERES andaluces, con el caso Filesa, con la duplicidad de empleos en época de crisis, con la sobredimensión del Comité Ejecutivo regional y censurando la doble moral que le atribuyen al PP: “No podemos exigir ahorro y no hacerlo”, dijo Moya.

Hubo algún respingo, también quien le dijo “sotto voce” que había hablado con el corazón y destacó que la diversidad de criterios es ejemplo de democracia y enriquece el debate político. Un pronunciamiento hecho en fecha emblemática: la conmemoración de la II República.

En el ideario político de ambos candidatos, varios puntos coincidentes: el aumento de la filiación, la creación de un grupo de veteranos socialistas, la recuperación de la memoria histórica del partido, la apertura a los sectores sociales, y con el horizonte puesto a cuatro años vista, convertirse en alternativa calara de gobierno.

Para Carracao no es incompatible tener un discurso ceutí y ser socialista. Para Enrique Moya hay que desterrar viejas prácticas sin marginar a quien pueda ser un obstáculo y como no estaba de acuerdo en que Carracao tuviera un paseo triunfal siendo el único candidato, quiso hacer oir su voz, aún a sabiendas que no tenía posibilidades serias de superar a la candidatura oficial.

El mejor reconocimiento para Moya fue que Carracao, en su discurso como nuevo secretario general reconoció que compartía el 80% del planteamiento de su oponente. Hizo gala de humildad y sentido aglutinador, al decir también que contaría con su adversario, de quien agradeció su talante.

Los socialistas se sintieron reconfortados, esta vez, de la calidad democráticas, bien distinta de aquéllos convulsos episodios cuando Antonio Gil, Basilio Fernández y otros, con el Juzgado de por medio, mostraron sus discrepancias en aquélla triste situación en el Hotel Tryp con improperios malsonantes. Como el tiempo todo lo cura, dos años y medio después, se han restañado las heridas y se mira al frente.

Hubo alusiones anecdótica como la referencia al senador del PP surgido de su cantera al igual que tantos otros que militan en partidos localistas. También hubo emocionadas alusiones al desaparecido Fructuoso Miaja, por parte de ambos candidatos y autocrítica como las palabras de Carracao en su exposición como candidatos: “La realidad económica nos perjudicó en cuanto a la credibilidad cuando dijimos que el PP iba a venir con la guadaña, pero no nos creyeron”. Una realidad que, también en sus propias palabras, “como socialistas nos preocupa, pero como ceutíes, nos altera”.

Y hubo emoción por parte del ganador al recordar el tratamiento que le daba Fructuoso Miaja: “Me hubiera gustado que alguien pudiera haber dicho traerme el voto del niño; me hubiera gustado que el compañero Fructuoso Miaja estuviera entre nosotros”.

En definitiva, José Antonio Carracao se alzó vencedor, tal y como estaba previsto, sin escándalos ni convulsiones y Enrique Moya, fue el contrapunto, que puso su pizca de crítica en lo que trataba de evitar que fuera una balsa de aceite de Congreso con absoluta calma. Y lo cierto es que no está mal dejar de mirarse al ombligo porque otras opiniones pueden ser muy positivas aunque no nos gusten.
 

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