La estructura del comunismo cubano
parece que va haciendo aguas poco a poco. Desde que el
presidente de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana hizo
su última visita, ¿de cortesía?, al país caribeño vemos que
algo está cambiando.
Ignoro si el viejo comandante ha entrado en un receso de fe
y haya aprovechado esa visita de Benedicto XVI, para
solicitar el perdón de sus pecados sabiéndose tan cerca de
llegar a su final.
De todas formas sigo observando que los que utilizan la
sotana, para proclamar una fe que va perdiendo adeptos,
pueden y no quieren quitarse las cadenas, anclados como
están en un pasado incordiante con el presente, mucho más
con el futuro, y unos habitantes de un país que quieren y no
pueden librarse de su yugo.
A pesar de todo, me agradó un poco que los cubanos pudieran
celebrar la Semana Santa, aunque a su manera, tras 53 años
de revolución. Ello indica que se va acercando un cambio de
tendencia política en las Antillas.
Sin embargo, el cambio que hace nuestro propio gobierno,
formado por los peperos, no sigue la senda de una mejor
evolución sino todo lo contrario, como ese acto, entre otros
muchos, de mala fe de poner fin al apoyo económico a los
disidentes cubanos, que son apenas unos pocos.
Otro que tal, el presidente venezolano, Hugo Chávez, se
encomienda al Dios de los católicos cuando presiente de su
próximo final, aunque un año atrás llamara ‘troglodita’ al
cardenal Urosa y perjurara que su Gobierno mantendría bien
alejado a cualquier miembro asotanado de la jerarquía
católica y que el Papa no era ningún embajador de Cristo en
la Tierra… ¿Por qué será?
A pesar de que durante la visita del presidente vaticanista
a Cuba insistió en que fuera recibido. Hasta sus propios
padres ponían cara de circunstancias durante esa actuación.
Creo que es un buen actor, el venezolano, con esa puesta en
escena idéntica al presidente de la Iglesia Católica,
Apostólica y Romana aunque de diferente matiz.
Da hasta asco ver a Benedicto XVI estrechando efusivamente
las manos de criminales, retratados por la historia, en una
pantomima idéntica a la de uno de sus antecesores abrazando
a Adolf Hitler.
Los de las sotanas tienen el mismo atractivo que los que se
anuncian en la TV en horario de madrugada: quiromantes
convertidos en tarotistas, putitas telefónicas (que a veces
resultan ser camioneros en paro con voz de vicetiple),
estúpidos concursos de palabras que desfondan bolsillos,
etc. que comen el coco a la gente de poco nivel inteligente
y les hacen creer como verdaderas las patrañas ilusorias que
generan continuamente, sin que sea perdonable las imágenes
de algunas y algunos que acompañan esos anuncios.
Esta senda es la que está tomando en nuestro país nuestro
Gobierno: engañar continuamente al pueblo hasta conseguir
que ellos mismos se crean sus propias mentiras. Lamentable.
Tan lamentable como esa complacencia ante los insultos del
enano francés y creando una situación parecida a la de aquel
otro enano que consiguió colocar a su hermano José en el
trono español.
Creo, señores peperos, que tendremos que cambiar el nombre
de nuestro país y denominarlo Españistán, país de sol y
pandereta aliñado de nacionalcatolicismo añejo. Tan añejo
que va tirando a feudalismo e inquisición.
Digo esto porque miráis y oís ensimismados las aseveraciones
de los que visten sotanas acerca de que “los homosexuales
corrompen y encontrarán el Infierno”, aunque me hizo gracia
que aseguraran que “el principal enemigo de la Iglesia es la
ignorancia” cuando está más que demostrado que es todo lo
contrario.
Tanta gracia me hizo que me harté de reír cuando afirmó
“…los homosexuales van a clubs de hombres nocturnos…”.
Ignoraba yo que exista esa raza. Pensé que se referían a los
vampiros.
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